La ganadora de Tu cara me suena jura que la fama no la cambia y que le gustaría trabajar con Cris Morena.
Es difícil adivinar la edad de muchos de los protagonistas de la televisión. Adolescentes que parecen más grandes o mayores rejuvenecidos se mueven por el medio, mientras el público se pregunta cuántos años tiene fulano. En general, la respuesta correcta sorprende y la conversación termina con un “no puede ser…”. Si bien se la escucha reflexiva, Laura Esquivel tiene 19 y aparenta 19. Llega tranquila al bar que está a la vuelta de su casa y pide un café con leche. No tiene novio. Se la nota un poco tímida, como si nunca perdiera el eje. “Soy bastante reservada y todavía vivo con mis papás, que al día de hoy me pasan a buscar por el estudio cuando termino de grabar. Me gusta que las cosas sean así, me equilibran, son mi cable a tierra”, dice y termina con una sonrisa enorme.
—¿La fama nunca te confundió?
—Mi vida sigue igual. Soy feliz con mis cosas y no necesito mucho más. Tengo el reconocimiento de la gente, por suerte eso tampoco cambió. Mi relación con el público siempre fue de mucho afecto. La verdad es que no me puedo quejar.
—¿Ni siquiera cuando te instalaste en Italia con toda la revolución que generó “Patito feo”?
—Estuve cuatro años viajando cuando terminó Patito. En Italia, el programa se empezó a emitir después que acá. Fue muy fuerte, porque además filmé dos películas. Después, empecé a hacer cosas más chiquitas. Eso también te baja y te hace dar cuenta de qué cosas tenés y cuál es la gente que te acompaña. Este es un trabajo que un día estás y un día no.
—¿Qué quedó de esa etapa?
—Hasta el día de hoy, tengo un grupo que me sigue desde la época de Patito, que me escribe y ve Tu cara me suena por internet. Me encanta poder estar en contacto con ellos y no perder una etapa muy importante de mi vida. Este año, cuando me fui de vacaciones a Roma, les avisé que iba a estar por allá y que quería organizar un café con todos. Vinieron de Norte a Sur, algunos acompañados por sus padres, y estuvimos charlando cuatro horas.
—¿Cómo viviste el salto de una tira juvenil a un programa con un público más amplio?
—Desde hacía un par de años tenía ganas de hacer algo distinto, y por suerte éste tuve la posibilidad de estar en un proyecto que me mantiene muy entretenida desde el principio.
—También te toca jugar a hacer personajes más sensuales. ¿Estabas lista para eso?
—Me llevo bien (se sonroja). Yo soy de las más tímidas, igual. Voy descubriendo cosas mías con el tiempo, lo que no significa que vaya a posar desnuda en una revista. Jamás lo voy a hacer, pero me divierte el juego.
—¿Qué te pasa cuando ves el fenómeno “Violetta”?
—Extraño mucho. Hay un período de mucha nostalgia cuando terminás un proyecto como Patito feo. Me trae los recuerdos del día a día, del teatro y del compartir todo el tiempo con el mismo grupo de gente. También tengo claro que es una etapa pasada, ya vivida. Es lo que me ayudó a estar en el medio y a conocer gente, pero ahora quiero crecer.