A un flojo primer tiempo le siguieron un par de situaciones de gol por equipo, pero en el fondo Estudiantes-Vélez no entusiasmó a nadie.
Se respetan. Se nota. Se miran y se saben rivales directos, aunque a esta altura del torneo sean clase media. Por fútbol, Estudiantes y Vélez habían tomado el lugar vacante de River y Boca. La élite del fútbol eran los dos equipos que en la segunda parte de la década de 2000 mejor jugaron. El equipo de La Plata aún tiene reminiscencias de los de Simeone y Sabella. Vélez es la continuidad: al supercampeón argentino le queda bien el rótulo, más allá de la absurda cinta con que la AFA rotula al ganador de una final. Anoche se miraron y se atacaron sin descuidarse atrás. En el fondo debieron intuir cuánto daño podría haberles causado un error .
Ante todo, respeto. Verón detrás de un alambrado es eso: Estudiantes enjaulado. El líder simbólico, sin embargo, tiene el peso de un equipo que se pensó a su alrededor. Por lesión, Bruja está afuera y el Pincha no logra una identidad que lo defina; ser candidato o no todavía está en cuestión.
La joven guardia del equipo local invita a pensar un equipo a futuro: Jonathan Silva, Gil Romero, Leonardo Jara, Carlos Auzqui y Guido Carrillo traccionan con energía. Sin el líder en cancha, Estudiantes también es prolijo aunque por momentos carece de profundidad. Cuando no tiene ritmo, aburre. El recurso de la búsqueda desde afuera del área suele despertarlo. En ese rubro, el abanderado es Jorge Luna, la versión outlet de Riquelme.
Vélez encarna el oficio de un equipo equilibrado; abajo, con dos de los futbolistas más experimentados. Cubero y Papa son los defensores que en la actualidad jugaron más partidos en torneos cortos.
Mientras juega la Copa Sudamericana, el equipo de Gareca intenta mantenerse vivo en el campeonato local, donde mira a distancia a los punteros, Newell’s y Arsenal. Pratto es la carta fuerte que espera la compañía de un ancho que por ahora no es bravo. En efecto, Mauro Zárate tiene apenas un gol en el Inicial; ayer se propició una doble chance desde afuera, que desvió el bueno de Rulli. El arquero de Estudiantes es el candado de un arco que no sufre grandes golpes. La deuda del conjunto de La Plata es en ofensiva. Carrillo tiene recursos, pero no demasiada compañía; se nota qu es un llanero solitario. Estudiantes asume la premisa del orden y en ese afán de no descuidarse tampoco rompe esquemas arriba. Si el rival no toma riesgos, Vélez tiene la vida resuelta. Al menos atrás, donde encima encontró como arquero a un seguro Aguerre.
Parejos en posesión de pelota y fórmulas para buscar el triunfo, el empate los encontró mirándose de reojo. Se respetan, se nota. El espíritu de Verón y el oficio de Vélez jugaron su partido.