El bahiense es uno de los extranjeros más ganadores en la historia de la NBA. Qué tan cerca está del Salón de la Fama.
Emanuel Ginóbili volvió a demostrar que está entre los mejores del básquet mundial tras ganar su cuarto anillo de campeón en la NBA con los San Antonio Spurs. No es un título más para el bahiense, que a punto de cumplir 37 años y en su decimosegunda temporada en el más alto nivel, se metió entre los mejores de la historia.
Con el nuevo logro, además de darle el quinto título a San Antonio, Ginóbili, junto con Tony Parker -nacido en Bélgica pero nacionalizado francés-, se convirtió en el jugador extranjero más ganador en la NBA en actividad.
Ginóbili fue campeón en cada lugar donde desplegó su magia
En la tabla histórica, sólo lo superan el libanés Steve Kerr, quien fue su compañero en 2003 y Tim Duncan, nacido en las Islas Vírgenes. La única salvedad es que ambos jugadores, ganadores de cinco anillos, se nacionalizaron estadounidenses y en el caso del pivote representó al seleccionado del norte por lo que no se consideran extranjeros.
Por si quedaba alguna duda del talento individual de Manu y su capacidad para potenciar a cada equipo que le tocó integrar, hay que recordar que exceptuando la Liga Nacional -jugó para Andino de La Rioja y Estudiantes de Bahía Blanca- Ginóbili fue campeón en cada lugar donde desplegó su magia. En Italia conquistó la Triple Corona (LIga, Copa de Italia y Euroliga) con el Kinder Bologna, se colgó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas con la Argentina y alcanzó la cima con los Spurs.
En cuanto a números se refiere, Ginóbili también está entre los mejores lanzadores de triples en la historia de los playoffs. El bahiense alcanzó nada menos que a Kobe Bryant (Los Angeles Lakers) con 292 conversiones detrás del arco y se ubicó tercero en la tabla histórica, que tiene como líder a Ray Allen (384), reciente subcampeón con Miami Heat.
La carrera de Ginóbili siempre fue en ascenso, desde su llegada a la NBA en 2002, año en que la Argentina batió al Dream Team en Indianápolis y terminó siendo subcampeón mundial. En su primer año en la mejor liga del mundo fue campeón y reconocido en nuestro país con el Olimpia de Oro, que volvería a ganar en 2004.
Manu se mantuvo siempre en la elite, que es lo más difícil. En San Antonio encontró su lugar, se acopló a un equipo que buscaba trascender, se hizo respetar y terminó ganándose la idolatría de los fanáticos. También se convirtió en un jugador indispensable para el exigente Gregg Popovich y así llegaron los nuevos reconocimientos en la NBA: mejor sexto hombre en 2008 y dos veces elegido para el Juego de las Estrellas (2005 y 2011), lugar reservado para privilegiados.
En declaraciones a Radio Argentina, el entrenador de la selección argentina Julio Lamas habló acerca de Manu y sentenció con buen tino que “será una leyenda”. Si bien la palabra suena fuerte es lo que marca la realidad y la historia. Ginóbili tendrá seguramente su lugar en el Salón de la Fama, donde están las estrellas que dejaron su legado en el básquetbol y todos hablarán de aquel flaco número 20 que hacía maravillas con la zurda y no le temía a los gigantes.
(*) Redactor de 442