La cuarta visita de la banda inglesa, los días 7, 10 y 13 de febrero en el Estadio Unico es una coproducción. El empresario cuenta que hubo muchas negociaciones hasta lograr el sí definitivo de los músicos.
De alguna manera, sí. Volví a la actividad en Argentina con la sociedad con T4F, con la proyección de hacer el festival BUE el año que viene, ya que hace 10 años que no lo hacíamos y la coproducción del show de los Rolling”. Las palabras son de Daniel Grinbank. El empresario de DG, que trajo a nuestro país a los Stones en todas sus visitas (y también a Bob dylan, David Bowie, Lou Reed, entre cientos de nombres, y fue creador de la Rock & Pop y Kabul, entre decenas de proyectos). Grinbank entonces es responsable de un fenómeno que él define, con conocimiento de causa, como “los Rolling en Argentina”: “Ver a los Rolling Stones en Argentina es un fenómeno donde se da una conexión entre ellos y el público como en ningún lugar del mundo. Y los vi en Japón, Sydney, Nueva York, Londres. No hay ningún lugar donde se haga un crossover generacional tan grande, que abarque tantas generaciones. Donde vas del nivel socioeconómico más alto al fenómeno del rollinga, absolutamente argentino. Y eso se traduce en shows, y es tan vox populi, que tengo a los promotores que hicieron los shows de Violetta en Europa conmigo, productores de primera línea, que quieren ver la experiencia ‘Rolling Stones enArgentina’.”
—¿Ellos son conscientes de ese “Stones en Argentina”?
—Ellos lo viven más que nadie. Primero, porque las medidas de seguridad son superiores a otros lugares. Tienen plena conciencia.
—No es la primera vez que estás en el equipo que trae a los Stones a América Latina de gira. ¿Qué recuerdo concreto te llevás del detrás de escena de un show así?
—Los Rolling Stones son indudablemente, y por eso cumplieron 50 años juntos cuando empezó esta gira que los trae a Argentina otra vez, la banda por excelencia del rock and roll. No defraudaron nunca en vivo. Tienen un profundo respeto por su historia y por eso se esfuerzan para hacer shows. Los costos se encarecieron, claro, porque ahora se tienen que tomar dos días de descanso después de un show y antes del próximo. La anécdota siempre es el profesionalismo.
—¿Qué momento recordás en particular?
—Esta es mi cuarta gira de ellos, pero tuve la suerte de estar en Río de Janeiro cuando hicimos el show para un millón y medio de personas. O las primeras cinco noches de la primera visita. O en el 98 cuando tocaron con Bob Dylan. Soy un tipo de rock, por lo cual gozo escuchándolos.
—¿Cuánto costó traerlos en esta gira en particular?
—Me llevó bastante tiempo porque iban confirmando por tramos. Porque confirmaban apenas terminaban el tramo si seguían o no. Siempre incluyen dos temas que no están en el repertorio habitual, por ejemplo.
—Y en términos monetarios, considerando el cambio al dólar ¿cómo lo resolviste?
—En primer lugar, consensué con las autoridades cuánto iban a poder girar. Porque los Rolling Stones podían hacer tranquilamente cinco, seis o siete shows. Hablando con las dos gestiones del Banco Central vimos cuánto podía girar. Fui franco: si no podía hacer más shows en Argentina, los hacía en Uruguay o en Chile, díganme cuánto puedo y me comprometo. Después fue buscar un precio razonable y cubrirnos lo más posible de la devaluación, que vendría ganara quien ganara. Tuvimos que ser muy prudentes, hubo muchas renegociaciones en el medio.
—¿Puede decirse que vienen porque quieren volver?
—Si no hubiera habido predisposición de los Rolling Stones a estar abiertos y a entender un poco la situación, no hubiera ocurrido. No hay manera que a los Rolling Stones los convenzas por plata. Durmiendo ganan más plata, por derechos de autor, por reedición.
—¿Qué representan los Stones en tu vida profesional? ¿Tenés ese instante donde te sentás, tranquilo, un domingo y decís “yo traje a los Stones”?
—Yo amo mi profesión. Los Rolling tienen un correlato con mi vida. En el secundario bailaba Satisfaction y acá el show, si cierra como en otros lados, tocan Satisfaction sobre el final. Como fan, los veo afuera. Cuando produzco, son los shows que menos gozo. Pero me siento orgulloso de poder decir que formé parte de los Rolling Stones en Argentina.
—En el otro extremo, al menos de edad, fuiste parte de la parte europea del show de Violetta. ¿Cómo la ves?, el tour facturó 76,8 millones de dólares.
—Unica. Pollstar la acaba de rankear como la decimoquinta más facturadora de todo el mundo, por debajo de nombres de estrellas como Madonna, Paul McCartney, Elton John y Taylor Swift. No sabés lo que es ver polacos, holandeses, rumanos, alemanes, franceses cantando en castellano todas las canciones.
—¿Qué anécdota te define lo que es Violetta en el mundo ahora?
—Fui mil veces a Francia, y cuando a un taxista no le hablás en francés te trata mal. Pero le decís que estás con Violetta y se ponen simpáticos. Es un fenómeno de muchas variables y con su talento, que hicimos un show de primer nivel que puede competir tranquilamente con Madonna o Katy Perry. Ella tiene carisma y la alianza con Disney. Podríamos tener eso y aun así que no sea gigante.
—¿Qué hace a Violetta tan distinta como artista para vos?
—Siempre me gustó la idea de poder exportar música. Es antipolítico decirlo: no me ocurrió con Mercedes Sosa, no me ocurrió con Charly García. No eran latinos que vivían ahí los que venían a los shows. Eran ciudadanos europeos. Es un fenómeno de masas.
—¿Cómo explicarle el fenómeno Violetta ?
—Abarcamos hasta Rusia, con 50 mil tuits pidiendo que nos presentemos en Moscú. En países árabes e Israel había pedidos de shows. En Portugal me impactaba la cantidad de los meet and greet, que valían 500 euros, con los chicos negros que había. Tengo una hija negra y me fijo mucho en eso. Eran chicos que venían de Angola a Lisboa, donde hicimos seis funciones con 14 mil espectadores. Con Violetta descubrís que hay una generación que pasa tanto tiempo frente a una computadora como frente al televisor. Sabían canciones de otras temporadas en lugares donde no se habían emitido. Teníamos entradas caras, pero por eso dábamos un gran espectáculo. Los padres pagaban 80 euros y las chicas tenían entradas de 300 euros.
Cree que la industria del ocio cederá en 2016
Daniel Grinbank está también volviendo al management con la banda de Gloria Carrá, Coronados de Gloria, y Victoria Moret, una cantante de covers de los años 60. ¿Cómo ve Grinbank el año en términos de recitales y devaluación? ¿Será un año díficil? “Sí, porque nunca nos tenemos que olvidar que vendemos ocio y entretenimiento. Es un año de una transición. Llamalo como quieras, pero hay una serie de variables, sin entrar en el terreno de lo político, y habrá ajustes. Evidentemente eso va a impactar en el salario. Nosotros entramos después de que la gente comió, se educó y se vistió. No podemos perder esta óptica. Somos socios de entretenimiento. Si la gente llega a duras penas a pagar el colegio de los chicos en el caso privado, o comprar los útiles en la escuela pública, o tiene un quilombo con la luz, el teléfono y el gas, todas las cuestiones básicas sin contar un incremento importante de la desocupación, evidentemente eso impacta para que menos gente asista”. Y agrega: “No es casualidad que se esté teniendo una mala temporada en el teatro, todo lo que está sucediendo en Mar del Plata, Córdoba y Capital Federal. Este año volvemos, pero sabemos que los Rolling Stones son una excepción. La general va a ser recesiva en cuanto vendemos ocio”.