Por Christian Gómez Csher | La consagración de Estados Unidos en el básquet no es más que una muestra de la realidad, la misma que no nos permite ganar en el Championship. Entender de dónde se viene para saber a dónde se va.
Christian Gómez Csher
La Real Academia Española define que una comparación es un examen que se hace para establecer diferencias y semejanzas. Es una figura retórica que consiste en identificar dos entidades por compartir una o varias características.
Hay quienes dicen que las comparaciones son odiosas, pero existen y sirven para marcar disparidades y similitudes entre dos elementos que, en muchos casos, no tienen una relación directa entre sí.
La imagen de los Pumas a nivel nacional creció a partir del tercer puesto en el Mundial de Francia 2007. Hubo mayor interés del público y un incremento notable en la cantidad de jugadores que se sumaron a los clubes. Hasta un River – Boca cambió de horario por el choque en cuartos de final contra Escocia y en la pantalla del Monumental se transmitía el partido en la previa al Superclásico. Fue la época de la Pumamanía, del himno cantado a puro corazón y con lágrimas en los ojos.
Fue una década donde el seleccionado de fútbol, que no gana un título desde 1993, cosechó sólo frustraciones a nivel Mundial (2002 y 2006) y regional, con derrotas en las finales de Copa América (2004 y 2007) ante Brasil, que también vapuleó a la Argentina en la Confederaciones 2005. Años donde la generación dorada del básquet, las Leonas en el hockey o la legión de tenis, principalmente, se encargaron de poner el deporte nacional en lo alto.
Pero todo lo que alcanza notoriedad está expuesto a ciertas críticas cuando pasa el envión. Esos Pumas de 2007 fueron el punto máximo de un proceso de ocho años que empezó y terminó, en ese mismo momento, con Loffreda, que tuvo también una desilusión en la primera ronda de Australia 2003 después de otro momento histórico como fue Gales 1999. Desde 2008 en adelante, el rugby argentino bajó de la nube en la que estaba y volvió a su realidad, muy distinta a la de las principales potencias.
El himno a puro corazón y las lágrimas en los ojos ya no eran tan emocionantes para los Pumamaníacos cuando empezaron a aparecer las derrotas en un seleccionado que entró en un profundo recambio, ya sin Loffreda, sin una base de jugadores que pudiera igualar el nivel de aquellos que se alzaron con el bronce y con una UAR que se tomó unos largos cinco meses para elegir a Phelan como sucesor del Tano.
Las derrotas dignas, con un tercer puesto como antecedente, no tenían tanta dignidad. Pero lo cierto es que no hubo un proyecto que pudiera acompañar el éxito deportivo, porque tampoco había una proyección a nivel internacional. Los Pumas, a pesar de los reclamos a la IRB, estaban aislados del Mundo y, sin lugar en el Seis Naciones de Europa ni en el Tres Naciones del hemisferio sur, la exigencia anual era de apenas tres tests de local en junio y otros tres de visitante en noviembre, siempre con los del viejo continente y con pocos días de preparación.
Hay que saber de dónde se viene para entender dónde se está. Y el básquet, con la consagración de los Estados Unidos en el Mundial de España el último domingo, entregó un buen ejemplo para comprender cómo es el planeta al que quieren entrar los Pumas.
Desde 2012, la Argentina participa del Rugby Championship junto a Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica, los tres Dream Teams -como se les llama a los norteamericanos- que fundaron la competencia en 1996, cuando se declaró tras una votación en Francia la era abierta del profesionalismo.
En ese mismo año nació lo que hoy es el Super Rugby, que como la NBA y a diferencia de Europa cuenta con franquicias en lugar de clubes. Allí, 20 años después, por primera vez habrá una de la Argentina en un formato de conferencias similar al que se juega en el básquet estadounidense. Como si Peñarol de Mar del Plata jugara por los puntos contra San Antonio Spurs, la diferencia entre un mega-profesionalismo y un profesionalismo, en este caso con poco rodaje, es abismal.
Estados Unidos llegó casi caminando a la final de básquet y en Madrid, ante un buen seleccionado como lo es Serbia, brindó una exhibición con goleada por 129 a 92. Con jugadores de primer nivel, es cierto, pero sin sus principales exponentes: Lebron James, Carmelo Anthony, Chris Paul, Kawhi Leonard y LaMarcus Aldrige, por ejemplo.
Sin la inspiración que tuvieron los argentinos de Magnano en la final de los Juegos Olímpicos 2004, ningún seleccionado tiene motivos ni fundamentos para vencer a un equipo que en ocho años perdió apenas un partido. Algo similar a lo que sucede con los All Blacks, los reyes indiscutidos de la ovalada, que después de 20 victorias tropezaron en 2012 con Inglaterra y desde entonces suman un invicto de 21 encuentros con el que intentarán terminar los Pumas, el 27 de septiembre, en La Plata.
Como en el básquet y el tenis, en la ovalada no aplica el término “cualquiera le gana a cualquiera” cuando de selecciones se trata. Nueva Zelanda puede con todos y Sudáfrica y Australia con la inmensa mayoría. Gales, Inglaterra, Irlanda y Francia comparten el liderazgo en Europa, pero nunca al nivel de All Blacks, Springboks y Wallabies, que se quedaron (dos cada uno) con seis de los siete mundiales de rugby. Será por eso que el fútbol enciende tantas pasiones.
¿Y los Pumas? Hoy pierden con la mayoría, es probable que vuelvan a caer en las dos fechas que quedan del Rugby Championship y la franquicia UAR no obtendrá desde el principio los mejores resultados en el Super Rugby, donde pocos argentinos han podido participar. Pero el camino es el correcto. Italia, en cambio, lleva 11 victorias desde que se sumó al Seis Naciones en 2000, la mayoría ante Escocia, y en 2012 ingresó con dos equipos al Pro 12 celta, pero sigue importando jugadores extranjeros a su seleccionado en vez de formar y darle espacio a los italianos.
Será cuestión de aprender de los errores propios y las virtudes ajenas. Este RC 2014 en la mitad de su recorrido enseñó que se necesita mayor y mejor recambio y que el Plan de Alto Rendimiento está dando frutos, pero a nivel estructura y experiencia todavía falta un largo camino por recorrer para estar a la par de los mejores. Paciencia, que un resultado positivo será un gran impulso, pero, como el tercer puesto de 2007, no cambiará la realidad.
(*) Editor de Rugbyfun.com