Diego atrae la atención de todos en Brasil como conductor de TV. La otra faceta del argentino que más Copas del Mundo jugó. Por Andrés Burgo.
En un informe estadístico que la FIFA distribuyó entre los 18.000 periodistas acreditados en Brasil se detallan los futbolistas de cada país que jugaron más Copas del Mundo. El líder en Argentina es Diego Maradona, el único que llegó a cuatro, los de 1982/86/90/94, más uno adicional como técnico, el de 2010.
Pero falta un dato, y es que Maradona también juega Mundiales fuera de la cancha. El de Brasil es el quinto si se cuentan el de 1978, antes de que naciera su mito, y los de 2002/06/14, ya convertido en un icono global que trasciende su profesión. Las figuritas del Mundial deberían mostrar a los 736 jugadores de Brasil 2014 pero también a una leyenda que sigue siendo protagonista en todas las Copas del Mundo, a veces como hincha que revolea la camiseta, otras como periodista y otras a la distancia, pero siempre a lo Maradona.
La versión Brasil 2104 se puede ver en la TV Pública. En De Zurda, el programa de la cadena venezolana TeleSur que conduce Víctor Hugo Morales y se transmite en vivo en todos los países de Latinoamérica –en México se emite a la mañana siguiente-, Diego opina mucho de lo que sabe –fútbol- y un poco de lo que le gusta -política-. Los entrevistados están a la altura del personaje: el miércoles, por ejemplo, fueron el presidente de Bolivia, Evo Morales, y el técnico de Chile que horas antes le había hecho bailar un paso doble a España, el argentino Jorge Sampaoli.
“No iba a venir porque quedé muy golpeado del Mundial 2010, pero apenas me dijeron que sería con Víctor Hugo pregunté adónde había que firmar. Y también (estoy) para TeleSur y para (el presidente de Venezuela, Nicolás) Maduro, y para Cuba, y para Lula y Dilma”, le explicó Maradona al ex futbolista Juan Pablo Sorin, de ESPN Brasil.
De Zurda quedará en el recuerdo como un apéndice de un Mundial que -de seguir con tantos goles- puede convertirse en el mejor de la historia, pero también es notable lo que sucede del otro lado de las cámaras. Decenas de personas siguen a Maradona, literalmente, hasta el baño. Sucedió esta semana en el IBC de Río de Janeiro: la policía tuvo que cerrar un baño hasta que Diego no terminara lo que estaba haciendo. Minutos después, cuando salió, un enjambre de periodistas lo esperaba: “No voy a dar notas, y por si no quedó claro vengo de cagar”, los frenó el argentino.
Maradona, cuya presencia hoy en Belo Horizonte ante Irán no está confirmada, no estuvo en el Maracaná ante Bosnia mientras decenas de compatriotas cantaban “Maradona fue más grande que Pelé”. El Diez llegó a las puertas del templo con su hijo Diego Fernando vestido con la 10 de Messi, pero personal de la FIFA le impidió pasar, por lo que tuvo que volverse al hotel para ver el golazo de su sucesor.
El primer Maradona como hincha en los Mundiales es el más anónimo, el de 1978. Doce días antes del torneo, César Luis Menotti lo excluyó de la lista. Visto con perspectiva histórica, la decisión parece una herejía, aunque entonces tuvo cierta lógica: Maradona, con 17 años, sólo había jugado cuatro partidos en la selección, y apenas uno de titular. Lo que pocos saben, y de hecho no hay fotos, es que Diego estuvo en las tribunas del Monumental durante dos partidos del Mundial, contra Italia y en la final ante Holanda. También envió al plantel un telegrama de felicitaciones y, para celebrar el título, se subió a la camioneta del suegro para festejar por Buenos Aires.
Un Maradona ya devenido en tótem volvió a jugar Mundiales fuera de la cancha en Francia 98. No era su mejor momento. Había dejado el fútbol el año anterior, fue contratado por América como comentarista televisivo y dejó frases de su autoría: “Hay cada pies redondos impresionantes. Son todo Robocop, peor no pueden jugar. Escocia-Noruega fue el partido entre Freddy Kruger y Narciso Ibañez Menta, fue una obra maestra del terror”; “(el holandés Michael) Reiziger es el futbolista más feo del mundo”; “Para mí ir a un Mundial es lo mismo que para un chico ir a Disney”; “A la página web de João Havelange la llamaría ladrón.com”; “Javier Castrilli (dirigió ese Mundial) nos va a hacer quedar como el culo”; “Ahora que ganó las elecciones de la FIFA, Joseph Blatter va a poder chorear con Havelange” y, tras la eliminación argentina, dijo que “quedar afuera de un Mundial sólo es comparable a ver cómo le peguen a tu vieja y vos estás atado a una silla”.
En 2002 intentó viajar pero las autoridades japonesas no se lo permitieron por su causa de drogas. Lo que hizo, además de grabar una publicidad para DirecTV en la que les tocaba el timbre a los hinchas en plena noche, fue seguir el Mundial desde Cuba, donde estaba en tratamiento contra sus adicciones.
En Alemania 2006, ya sometido a una by pass gástrico y de mejor semblante –aunque siempre excesivo-, fue contratado por la cadena española Cuatro a condición de que lo dejaran ver los partidos de Argentina. La imagen es recordada: se ponía la 10 versión 1986 y arengaba como un líder inspirador de las tribunas. También visitaba a los jugadores antes del partido. Sólo faltó ante Alemania, cuando la FIFA le dio menos entradas de las que quería y se dio vuelta hacia el hotel.
Ocho años después, en Río de Janeiro la semana pasada y en Belo Horizonte para hoy, los hinchas esperan los partidos escuchando el relato de Víctor Hugo Morales, aquel del barrilete cósmico, como música sacra. Confían en Maradona, el argentino que más Mundiales jugó también fuera de la cancha.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.