En casa la serie es motivo de reunión familiar. Nos juntamos a verla con mi hija y mi mujer, nos tiene atrapados. Lo que nos atrae son las connotaciones de la vida cotidiana de lo que fue mi carrera de treinta años en el parlamento. Porque, dejando de lado los aspectos perversos en lo que hace a la vida privada y los crímenes que se cometen, tiene
En casa la serie es motivo de reunión familiar. Nos juntamos a verla con mi hija y mi mujer, nos tiene atrapados. Lo que nos atrae son las connotaciones de la vida cotidiana de lo que fue mi carrera de treinta años en el parlamento. Porque, dejando de lado los aspectos perversos en lo que hace a la vida privada y los crímenes que se cometen, tiene mucho de real. House of Cards refleja absolutamente cómo operan los grupos de presión en el parlamento, cómo se financia muchas veces la política, cómo “se coloca” una noticia para descalificar a un adversario y cómo algunos generan conflictos para luego aparecer como que son ellos quienes los solucionan.
Esto lo digo como un halago: lo único parecido a Frank Underwood que vi en la política argentina, en cuanto a inteligencia y habilidad, fue José Luis Manzano. Pero en el país también hay ejemplos de cómo actúan los grupos de presión sobre la política tal como muestra la serie. Un caso relevante fue la manera que eligieron para influir en el tratamiento de la ley de patentes medicinales. Esa vez hubo una cámara de laboratorios extranjeros (CAEME) y otra de nacionales (CILFA) presionando; entre todos esos, hubo uno que ofrecía (conmigo lo hicieron) diez días de vacaciones en un Club Med de Brasil con mujeres. Nos preguntaban qué queríamos: rubias, rubios o pelirrojas. Era un vuelo charter muy reservado en el que al bajar habrían mujeres u hombres esperándonos.
House of Cards es un fiel reflejo del sistema, de ahí el descrédito que tenemos. Se retrata cómo los advenedizos, la falta de representatividad y trayectoria aparecen en política. Eso es algo que en la Argentina pasa mucho, por ejemplo con la ley de cupo femenino. Lamentablemente se desvirtuó y el congreso se transformó en una agencia de colocación de esposas, hermanas y “amistades” clandestinas de los gobernadores y hombres fuertes.
En cuanto a las traiciones es muy real, lo que mejor expresa la serie es que en política tanto los amores como los odios son muy efímeros.
*Partido Justicialista, ex Frente para la Victoria.