Lo escrachó en Facebook y ahora deberá indemnizarlo

p5-010215Un hombre fue condenado por la justicia provincial por haber promovido una campaña de desprestigio mediante la remisión de correos electrónicos y comentarios difamatorios en las redes contra el propietario de una agencia de venta de autos. El mundo de las redes sociales crece cada día y los escraches en la web han surgido como una especie de nueva modalidad de protesta y reclamo en el mundo digital. Perfiles falsos, publicaciones anónimas, cadenas de correos electrónicos son a veces utilizados como herramientas para la difamación y el público no reconoce los límites en cuanto a la potencialidad de las redes sociales.

 

Un comentario puede ser leído, celebrado con un «me gusta» y compartido al instante, pero si el comentario resulta falso, injuriante o agraviante puede tener consecuencias. Acción y reacción Así lo entendió un tribunal entrerriano que condenó a un hombre por escrachar a un comerciante mediante la propagación de correos electrónicos difamatorios y mensajes a través de la red social Facebook. La campaña de desprestigio se extendió durante varios meses, pero el hombre terminó condenado y deberá indemnizar al agraviado.

 

La historia
Todo se remonta a mediados de 2011, cuando un hombre llamado Silvio G. comenzó una campaña masiva de desprestigio y difamación contra una concesionaria de venta de automóviles de Gualeguaychú. El hombre aseguraba que en noviembre de 2010 su pareja había comprado un automóvil Chevrolet Agile 0 kilómetro que le había venido fallado de fábrica y que el vendedor no le había dado ninguna solución a los problemas que presentaba. Silvio G. decía que el vehículo tenía problemas con el encendido y eso impedía el normal uso. Por ese motivo, la mujer había promovido una demanda judicial contra la agencia; y el hombre, paralelamente, escrachó a la concesionaria y a su dueño mediante correos electrónicos masivos desde su cuenta personal y a través de Facebook.

 

No me gusta
Pero el reclamo contra la agencia fracasó luego de que un perito judicial constató que el automóvil «arrancaba a la perfección», y la justicia determinó que el hombre que había culpado al vendedor terminó condenado a pagarle una indemnización de 15.000 pesos.