La actriz analiza la política y confiesa sentir una “gran incertidumbre”. Las ficciones argentinas y su próximo desafío en una comedia musical.
El miércoles fue la última emisión de Tu cara me suena por Telefe, donde Leticia Bredice imitó a Liza Minnelli en Cabaret, pero la ganadora resultó Diana Amarilla. Fue un año intenso para la actriz-cantante, y como es lógico, se tomará un descanso antes de comenzar con los ensayos de Franciscus. La apuesta como productor de Flavio Mendoza se estrenará el 15 de marzo en el Broadway, dirigida por Norma Aleandro y con Ana María Picchio y Federico Salles. El musical, que gira en torno a la fe, la tendrá ocupada al 100%. “Yo no sé laburar en muchas cosas juntas. De hecho, iba a agarrar una ficción (Los ricos no piden permiso, de Pol-Ka ), pero preferí hacer Tu cara me suena para trabajar en comedia. No por eso pienso abandonarlas”, afirma y aunque no vaya a participar de una tira, la entusiasma lo que viene: “Las ficciones están cada vez mejor. Vi la publicidad de La leona, con Nancy Duplaá y me volví loca. Estoy recontenta porque vamos a poder seguir mirando novelas”.
—¿Qué límites te ponés?
—Pelearme con amigos. Hay que entender la vida, la amistad, y crecer en eso. Límites profesionales no, siempre juego a lo que quiero y sé jugar. Trabajo con gente muy talentosa y cuando estoy, lo hago muy contenta. Franciscus es un escenario nuevo de verdad y estar con Ana María Picchio y Norma Aleandro es una bendición.
—¿Estuviste viendo teatro?
—Estaba haciendo una obra que escribí. No llegaba al circuito más comercial, pero miro teatro. Al que es tan caro lo hago, no puedo pagar la entrada… Mentira (ríe).
—¿Creés que el público va a acompañar una apuesta tan cara?
—Sí, esto es Corrientes frente al Obelisco. Esto es del país. Cuando la gente viene a Buenos Aires a ver teatro, quiere ir al que está allí. Me encanta, aunque yo consumo más el circuito paralelo porque además de intereses, el teatro de calle Corrientes es caro. Franciscus es una propuesta costosa que está muy bien, ojalá que no nos quede grande y que vayamos con todo perfecto.
—En los premios Tato jugaste a ser la ex presidenta. ¿Qué te pasa con lo que se viene?
—Siento una gran incertidumbre: ¿vamos a estar en algo parecido o se nos va a venir algo fuerte? Ojalá que baje esta marea de emociones, porque no lo siento sólo en los actores, está en la calle, en los trabajadores de los pensamientos, de los diarios y la escritura. Hay que dar seguridad rápidamente de que la gente va a conservar sus trabajos. Ahí vamos a darnos cuenta de cómo la política nos está mirando. Desde De la Rúa estamos muy atentos a lo que nos dicen. Somos un pueblo que está atento.
—Jorge Telerman estará al frente del Complejo Teatral de Buenos Aires. Vos trabajaste mucho allí y también hiciste con él Radio del Pueblo. ¿Qué te genera su nombramiento?
—Está en un lugar maravilloso que hay que cuidar, y él lo sabe perfectamente. No hay que levantar los precios de las entradas, pero también tendrá que ver con la dramaturgia y el tiempo en el que se cuentan las historias. Hay una mirada mucho más amplia que ya no es sólo la de ellos y que también me interesa, para que no dejemos de ver los clásicos. La gente no va al teatro porque es caro.
“‘Franciscus’ es algo grande”
—¿Apostar por Fanciscus va en línea con hacer lo que tenías ganas?
—Sin dudas, empecé a escucharme más y cuando vino el libro fue muy mágico. Yo tenía ganas de estar contenta y, aunque mi papel no esté feliz, deseaba estar ahí… Estoy en un momento maravilloso. Arranco muy agradecida y en comunión. Quiero ensayar Franciscus, que es algo grande.
—Tenés una tía monja en Italia. ¿La llamaste para consultarle algo para tu personaje?
—Mi tía es una persona muy grande. No se la molesta a ella, en la familia no se la toca…
—¿Cómo es tu papel?
—Mi rol es el de una mujer que no cree, y para mí es muy difícil encarar un rol tan doloroso. En este momento histórico mundial: ¿Cuál es el sueño de todos? La verdad, quedarse agazapado en la casa de cada uno. Lo digo en la Argentina que tenemos. Es difícil, tengas la religión que tengas. Estamos todos contra todos, es un momento delicadísimo histórico.