Gracias a las postergaciones de Telefe, estrenaron La leona con todos los capítulos grabados. Lamentan que Entre caníbales haya cerrado puertas.
Tardó, pero llegó. Después de un par de postergaciones de Telefe, La leona vio pantalla el pasado lunes a las 22. Aunque no era el plan inicial, la tira que marcó la vuelta de Nancy Dupláa y Pablo Echarri al culebrón tiene sus 120 capítulos completamente grabados, algo que se contrapone con lo que generalmente se ve en nuestro país. Por ende, diga lo que diga el rating, la historia no sufrirá modificaciones argumentales. “Es una libertad enorme no estar al aire mientras grabás, porque nada depende de lo que marque el encendido. Todo es parte de un ciclo natural. No es que se empieza a manipular el contenido en relación al público. En general, se empieza a hacer parche sobre parche y es un desastre”, explica Dolores Fonzi, que interpreta a la hermana de la protagonista. Para Mónica Antonópulos el actor va a aprendiendo a trabajar con las dificultades de la actualidad de la televisión local, aunque cree que “seguramente, de la forma que en general laburamos se termina perdiendo mucho de lo que podría pasar. Desde la concentración a pensar mejor una escena. En el cruce con estos problemas, tal vez te aporte en la improvisación, pero a mí me gustaría trabajar de otra forma”.
—“La Leona” cuenta una historia de gente que teme perder su trabajo y se organiza en una cooperativa para sostenerlo. ¿Sienten que cae en un momento en el que a buena parte del público el tema le puede sonar cercano?
FONZI: Esta es una novela clásica, con buenos, malos, ricos y pobres, pero claramente retrata una época. No es un culebrón perdido en el tiempo. Esa es su gracia, me parece. El personaje de Nancy es una heroína interesante, rompe estructuras sociales, tiene algo que decir. Es una mujer potente y libre. Eso también es de la época.
ANTONOPULOS: Me pasa lo mismo. Esta es una historia madura. El género de la mujer esperando al príncipe no me gusta. Acá todos los personajes femeninos son fuertes, no hay esa cosa de subestimar el género, como tal vez se pueda ver en otros productos. Acá no existe la historia de cuando teníamos 12 años, hay intereses, problemáticas sociales y miserias humanas. Eso puede generar empatía con el público.
—¿Se trabaja con más responsabilidad cuando se toca este tipo de temática?
A: Te da otra convicción, te queda más cómo decir estas cosas porque hay un fundamento y una línea de pensamiento.
F: Nada hace milagros. Ni el cine ni la tele. En definitiva, no es que creo que esta novela viene a cambiar la realidad del país. Sí que está mucho mejor entretener a la gente con algo que la haga pensar un poquito.
—Si hablamos de defender puestos de trabajo, la tira arrancó entre dos novelas turcas. ¿Cómo vive eso el actor?
F: La tele es un negocio vil desde que empezó. No es que las cosas suceden solas. Puede producir poca gente. Los concursos que hubo del Incaa mejoraron la situación general, aunque por ahí debiera ser más organizado así las ficciones son mejores que las que hubo, porque hubo de todo. Esas aperturas dejaron que todos los actores que conozco trabajaran, algo que veo por primera vez. Entonces, todo eso excede a la televisión y envuelve al país en sí.
A: Es fuerte. Vamos tomando conciencia del mercado al que pertenecemos. Cada vez queda más en evidencia que hay un negocio. No se cuida el mostrar algo artístico, sino que se evidencia el competir o el rating, y cuando los números mandan…
—¿Genera presión estrenar una ficción en Telefe después de lo que pasó con la tira de Juan Campanella?
F: Es una pena que Entre caníbales no haya funcionado, porque abre la puerta a decir “si arriesgo y me la juego, me va mal”. Eso nos cierra el paso a los que venimos atrás, nos mata. La industria se cierra.
—¿Qué es hacer un éxito?
F: Para mí Soy tu fan fue un éxito y midió 4 puntos. Esperanza mía es un éxito, ¿no? El público juvenil trae mucha hormona que empuja todo. Qué sé yo… Tenías Entre caníbales con un director consagrado, una producción de calidad y buenos actores, y le fue mal…
—¿Qué piensan del llamado a boicotear la novela por antikirchneristas, cuando en la productora conviven Pablo Echarri y Martín Seefeld, amigo del presidente Macri?
A: Fue un grupo de nabos. A algunos les contesté en Twitter. Uno decía: “Nadie de bien debiera ver La leona”. Ya con eso sabés con quiénes estás hablando. Un grupo de ridículos. El boicot es otra cara de la misma moneda, la borra que queda del café. Tenemos que limpiar tanta bronca y ser un poco más maduros.
F: Si le viene bien a la novela, buenísimo generar controversia. Que la miren por bronca y que hagan lo que quieran… Me causa gracia esta cacería de brujas infantil. En vez de ir hacia lo que se prometía, unión y cerrar la grieta, nadie da ninguna oportunidad. Todo el mundo está embroncado.