“Mi vida es una montaña rusa”, afirmó la modelo. Fotos.
Si durante las últimas temporadas esteñas fue una protagonista ineludible, el verano 2015 la encontró con una actitud distinta, un perfil de menor exposición que la llevó a ser un personaje por momentos imperceptible. Quizás las circunstancias que atravesó durante el 2014 cambiaron el formato público de Karina Jelinek (33), esa eterna seductora que de ninguna manera pierde su instinto esté o no en pareja. Inseparable de su amigo o “más que amigo”, Juan Soler (34), el empresario que la contuvo después de su traumática separación de Leonardo Fariña (28), la modelo de Chekka Buenos Aires se refugió durante un par de semanas en una posada alejada del ruido y rodeada de Naturaleza. Acompañada por Soler, algunos amigos y la más chiquita de sus cuatro mascotas, “Coco”, pasó unas minivacaciones de diversión moderada y sin los decibeles que encendió en el verano anterior, aunque el destino siempre la emparenta con situaciones mediáticas. “Mi vida es una montaña rusa”, dice Karina, convencida en reafirmar su soltería: “Siempre me vinculan con alguien o me adjudican romances, pero hoy por hoy estoy muy bien así, soltera. Hace casi dos años que me separé y necesito estar un tiempo más sola, porque tengo cuestiones internas por cerrar. No puedo enamorarme rápido de otra persona después de lo que pasó, yo soy así. Juan es una persona de confianza, soy muy amiga de sus padres –Soledad y Fernando Soler, dueños de “Señor Tango”– y es un placer compartir momentos con ellos. Pero no es mi novio, no hay ningún compromiso de por medio, es un amigo con derecho a risa”, explicó.