Lanús hizo lo que tenía que hacer. Llegó a la punta, le puso presión a River, obligó a sumar a Racing e Independiente y se recuperó del golpe que recibió la fecha pasada frente al Rojo. Todo empezó con un gol. Un gol todo de Silvio Romero. Un gol que, además, lo llevó a la cima de la tabla de goleadores. Fue así: el delantero abrió la cancha por la derecha, recibió la pelota, tiró una pared, mandó el centro, tomó un rebote y con un zurdazo feroz le rompió el arco a Fernando Monetti.
A partir de esa ventaja, Lanús controló el partido. Quedaban setenta minutos por delante, pero logró el objetivo. Se retrasó unos metros y esperó. Claro que contó con un aliado: la imprecisión de los jugadores de Gimnasia. No preocuparon, ni siquiera molestaron. Cada intento fracasó ante la firmeza de la defensa granate. Y el equipo de Guillermo Barros Schelotto, con oficio de veterano, hasta tuvo un puñado de oportunidades para aumentar. Una de Oscar Benítez, otra de Diego González, que terminaron en las manos de Monetti.
El segundo tiempo merodeó la intrascendencia. Gimnasia, con intención pero sin profundidad, se frustró en cada intento. En Lanús, los ingresos de Leandro Somoza por Jorge Ortiz y Lucas Melano por Romero apostaron a un mayor control del mediocampo. Hasta que pasó media hora y se cerró la historia. Diego González, caño incluido, perforó la contención de Gimnasia, abrió le pelota a la izquierda para Melano, el delantero quiso definir y generó un rebote que le cayó a Víctor Ayala, y el volante del extraño corte de pelo disparó desde fuera del área. La resistencia de Monetti fue demasiado débil. Dos a cero.
Al Granate solo le quedó esperar que pasaran los quince minutos que faltaban para levantar los brazos y celebrar. Sin demasiados riesgos que correr, con la cabeza puesta en este domingo. Lanús hizo lo que tenía que hacer. Está ahí arriba. Pendiente de los dos clásicos de hoy que van a definir dónde lo dejaron ubicado los tres puntos que sumó anoche.