La boxeadora vuelve a subirse a un ring tras un parate de dos años por su maternidad. La campeona no perdió el tiempo: se recibió de Psicóloga Social.
“La vida me cambió totalmente, tuve que bajar 5.000 revoluciones y dejar de pensar sólo en mí”. Yésica Bopp es mucho más que un deportista (o una boxeadora) y por eso, consultada sobre cómo vivió estos dos años sin subirse a un ring, apeló a una frase sincera y profunda para reflejar lo que internalizó desde que se enteró de que estaba embarazada hace 21 meses.
“Fue todo un proceso. Yo era muy activa, independiente, iba de acá para allá, y tuve que dejar de ser egoísta y entender de que llevaba una vida dentro mío y que dependía de mí. Ariadna fue lo mejor que me pasó en la vida, pero tuve que adaptarme…”, cuenta la Tuti, que este viernes volverá a pelear en el Gimnasio Gatica de Villa Domínico (Mitre al 5000, en Avellaneda) ante Vanesa Taborda.
Será una velada singular porque debutará como profesional el marido de Bopp, Alejandro Silva. “Será una noche especial porque estaremos los tres, nosotros arriba del ring y ella mirando desde abajo. Y todo este proceso fue igual, de a tres, nosotros entrenando juntos y ella sin dejarnos dormir”, dice mientras se le escapa una carcajada.
Bopp tiene 31, Silva 22. “Le dicen el Cuervo, es super welter, rápido y tiene buena mano para sus 69 kilos”, lo vende ella, quien tiene una sola derrota en 28 peleas y se enfrentará a una chica con cinco en 16 (8-5-3) en un combate a ocho asaltos. “Es una rival difícil para regresar. Hizo peleas internacionales y aunque las perdió, pocas fueron por nocaut. Aspiro a terminar el combate antes del límite, pero no me presiono”, analiza la Tuti.
La Tuti habla mientras mira con devoción a su beba de un año. “Antes mi motivación era ser la mejor boxeadora libra por libra del mundo. Hoy pienso más en asegurar su futuro. Ahora peleo por mi hija”, admite. Asegura ya estar en peso y en el mismo ritmo de antes aunque, se sabe, la verdad se verá arriba del ring. “Estuve guanteando con hombres y si bien sentí el ahogo típico, creo que voy a volver muy bien. Mi objetivo es volver a estar en el candelero mundial y poder pelear con las mejores”, informa quien en el 2014 pudo ganar dos títulos de minimosca (AMB) y otro de mosca (OMB) para convertirse en una de las mejores cinco boxeadoras libra por libra del mundo.
-¿Qué fue lo mejor y lo peor de dejar tu carrera por dos años y , a la vez, de ser madre?
-Lo mejor es haber conocido a mi hija y lo peor, no dormir nunca más (se ríe). Dormir cortado complica mucho a un deportista. Yo no he notado fatiga muscular y me siento muy bien, pero me doy cuenta de que no es lo mismo…
-¿Cómo fueron estos dos años sin el boxeo?
-Aproveché para hacer otras cosas, como organizar veladas de boxeo, terminar la carrera de Psicóloga Social y meterme a full en algo que me gusta mucho como la ayuda comunitaria.
-¿Y cómo hiciste para hacer todo?
-Yo son muy polvorita, imaginate que me entrené hasta el séptimo mes de embarazo (se ríe)… La carrera ya la estaba cursando y la terminé luego de ser madre. Mi sobrina iba conmigo a la Escuela Superior en Flores y me cuidaba a Ariadna. Yo salía en los recreos y le daba la teta. Y en lo solidario me metí con Weber Saint Gobain, empresa que es mi sponsor pero que además me privilegia ayudándome a ayudar. Me dio los materiales y mejoramos mucho dos escuelitas de boxeo, una en La Plata y otra en Concordia. En el futuro me gustaría tener mi propia fundación.
-Está claro que tu idea es ser más que una boxeadora.
-Me preparo para eso porque sé que no voy a boxear toda la vida. La carrera es corta y no quiero que, cuando me retire, no sepa qué hacer y tenga ese vacío que muchos llenan con adicciones.
-¿Y en qué te ayudó la Psicología Social en el boxeo, o en tu vida?
-Esta carrera me dio las herramientas para ver cuáles son los obstáculos con los que se encuentra el boxeador y además sirve para descubrir el don que tiene cada uno. Me encanta conocer sobre el manejo de grupos y sería bueno aplicarlo al deporte, con adolescentes, sobre todo a los más humildes, para aconsejarlos y cambiarles sus hábitos.
La Tuti vuelve. Al ring. Porque en realidad nunca se fue. La madre, la psicóloga social y la mujer comprometida con la sociedad estuvieron siempre.
Texto: Julián Mozo, prensa Huella Weber.