La actriz trae de Madrid su unipersonal La rendición, basado en un libro sobre sexo anal. Habla de una España dividida.
Nació en Suiza, vivió allí toda su infancia, luego viajó a Guatemala y se enamoró del castellano. Esta es, muy resumida, la historia de la actriz Isabelle Stoffel que llegó por primera vez a Argentina, para conquistar Buenos Aires, escenario teatral por excelencia en el mundo hispano parlante. Estrenó hace muy pocos días en el Maipo Kabaret La rendición sobre un tema difícil si los hay. Desde hace ocho años su centro de vida está en Madrid.
—¿Es tu primer unipersonal?
— No, es el segundo. El primero que hice fue de treinta minutos, una propuesta donde entrecrucé la poesía mística española de Santa Teresa de Jesús y Juan de la Cruz con el cabaret alemán.
—¿Cómo fue la creación de “La rendición”?
—Me apasioné cuando leí el libro La rendición de la norteamericana Toni Bentley. Sentí que era la voz de una mujer honesta que miraba su deseo sexual sin miedo, poniéndole palabras a algo que es muy difícil, porque por lo general se vulgariza. Lo maravilloso muchas veces se reduce al contarlo, pero ella consigue que esto no suceda.
—¿Y cómo llegó al teatro oficial?
—El espectáculo empezó en el off de Madrid en una casa que se llama Microteatro por Dinero, con salas de tres metros cincuenta por tres y sólo para 15 personas. Estrenamos en enero de 2011 con 55 localidades y se agotaron las entradas. Ahí lo vio Ernesto Caballero del Centro Dramático Nacional y decidió programarlo para la sala Princesa del teatro María Guerrero.
—¿Se corre el peligro de asociar el sexo con la obscenidad?
—Buscamos un equilibro entre la elegancia y el erotismo. El teatro siempre es más sugestivo que el cine. En este espectáculo no hay desnudos, se habla a veces explícitamente del sexo y a veces de manera filosófica. La sexualidad es una fuente de vitalidad y alegría, pero fue un reto mantener la atención del público.
—¿La obra reflexiona sobre el sexo y la violencia?
—No. Esta mujer tuvo una experiencia con un amante que la introduce en el sexo anal, así descubre el placer en esta sumisión. Por lo general, este tipo de sexualidad aparece vinculada con la homosexualidad o con la violencia, pero en este caso no hay brutalidad, ni sometimiento agresivo, sólo placer.
—¿Hay un antes y un después con respecto al sexo desde la aparición de Pedro Almodóvar?
—Creo que él representa muy bien a un país muy dividido. Todavía hoy tenés una España con dos miradas diferentes, son muy extremos. Vengo de un país como Suiza, donde todo es equilibrio. Es extraño, vino a ver La rendición un hombre del Opus Dei y no le molestó.
—La crisis que se vive en Europa: ¿cómo afectó al teatro en España?
—Se hacen muchas adaptaciones de autores clásicos en lugares como La Casa de la Portera, donde en cada habitación se presenta alguna propuesta distinta. Hoy hay muchas más salas alternativas, se vitalizó el teatro. Se hacen obras en pisos, para muy pocos espectadores y cada espectáculo sale cuatro euros. Es casi una subcultura. En algunos lados, como aumentaron las entradas con el IVA, te venden una zanahoria al valor de una localidad, así evaden el impuesto, ya que la alimentación no lo paga.