La selección y la recuperación de Messi

El sol californiano acaricia. La colorida boda hindú que se desarrolla en el jardín del hotel, de repente, se altera. Algunos la abandonan y se acercan a las vallas para ver quiénes están llegando como para merecer la recepción de un puñadito de periodistas y de camarógrafos. De ese micro casi en su totalidad pintado de negro, bajan los futbolistas de la Selección. Caminan relajados, aprovechando que esta vez el acoso popular es mínimo.

Es que esos pocos curiosos se arriman buscando justo a quien no vino, a Messi, a ese fenómeno de la pelota que encarna la máxima preocupación de Argentina en el inicio de la cuenta regresiva hacia la Copa América Centenario. “Le duele menos. Leo está mucho mejor”, dicen desde el entorno del crack. Y creen que llegará a Estados Unidos dos días antes del debut con Chile.

A 15 minutos del aeropuerto de San José. A 45 de San Francisco, esa ciudad imán que puede impactar desde su Golden Gate, ese puente fantástico, hasta la mítica isla de Alcatraz, la del presidio. Aquí, en este rincón de la costa oeste de los Estados Unidos, todos quisieran tenerlo a Leo cuanto antes. Se sabía que llegaría con demora por su viaje a Barcelona para declarar en la causa de evasión impositiva. Estaba previsto que se sumara definitivamente el 4 de junio. Pero el estado de alerta se impuso por el doloroso golpe en la espalda que sufrió el viernes en San Juan, en el amistoso con Honduras.

Como es una dolencia que puede molestarlo bastante en el vuelo hacia Barcelona, en la Selección intentan agotar los recursos para postergar la declaración por razones médicas. Por tratarse de un fin de semana mucho no pudieron avanzar, pero hay una luz todavía.

Anoche nadie se atrevía a sentenciar cuándo Leo volará hacia España. Messi seguía en Rosario acompañado por su familia. También junto a él estaban el médico de la Selección, Daniel Martínez, y el masajista, Marcelo “Daddy” D’Andrea, quienes no lo abandonarán en su paso a paso hasta el nacimiento de la Copa, así haga escala en Barcelona o venga directo hacia aquí. Eso sí, el doctor Martínez ya le envió un informe detallado sobre el estado de Leo a su papá Jorge, quien se encuentra en Barcelona. Con ese documento certificado por un profesional, el padre de Messi verá hoy si consigue algún guiño de la Justicia española. Es difícil, pero no pierden la esperanza.

Tarde o temprano, cuando Messi llegue, en el ingreso del Mansión Hayes, se encontrará con una serie de gigantografías de jugadores de la Selección, pero él se verá apenas enfrente el cuerpo principal del hotel. Ahí, bien alto, bien arriba, comparten marquesina Leo y Mascherano. A esa altura, ya se habrán sumado Augusto Fernández y Matías Kranevitter, demorados por la final de la Champions. Y seguramente ya no estará ese arco de globos celestes y blancos por el que pasaron cada uno de los jugadores, Gerardo Martino, el resto del cuerpo técnico y una sorpresa dirigencial: Juan Carlos Crespi, quien había sido reemplazado en el cargo de Secretario de Selecciones por Víctor Blanco (presidente de Racing), pero fue invitado a liderar la delegación junto a Claudio “Chiqui” Tapia en esta ocasión, algo que alegró al Tata y a los futbolistas.

“Vayan directo al comedor. Ahí les dan las llaves de las habitaciones”, gritó el profesor Elvio Paolorroso en el arribo a las 12.45. En ese momento, Lanús ya le ganaba a San Lorenzo, porque por las cuatro horas de diferencia en Argentina eran las 16.45. Todos fueron a almorzar. A la tardecita, un ratito de gimnasio. Y hoy sí, a las 9, la primera práctica en el complejo Spartans. Todo apuntándole al debut del lunes 6 con Chile. Todo pensando en Messi.

(Fuente: Clarín)