Bou, de tiro libre, marcó sobre el final el gol del triunfo, que llevó a la academia al primer lugar de la tabla. Antes, Saja había sido clave al desviar un penal.
Las oportunidades hay que aprovecharlas. Para eso son oportunidades. Y Racing tuvo la suya. Llegó a una instancia que hace cuatro o cinco fechas era impensable: si ganaba alcanzaba a River en la punta del torneo. Y la próxima fecha se cruzan. Por eso, la de anoche era la gran chance de La Academia. La ecuación era sencilla: ganarle a Quilmes y quemar las naves el fin de semana que viene. El equipo de Diego Cocca hizo sus méritos para llegar a esa instancia: de los últimos seis partidos que jugó, ganó cuatro y empató dos. No brilló, y hasta tuvo una cuota de suerte, pero sumó y se arrimó. Así, silbando bajito, llegó a esa gran oportunidad que tuvo anoche. Y la aprovechó.
Sobre el final del primer tiempo parecía que las ilusiones se derrumbaban. Falta dudosa de Yonathan Cabral a Adrián Fernández dentro del área y Saúl Laverní sancionó penal. Se venía la noche. Pero Sebastián Saja se lo atajó a Martínez. Fue un cachetazo, uno de esos golpes que provocan una reacción. Así, consciente de lo que se jugaba, salió Racing en el segundo tiempo.
En seis minutos el arquero Benítez le tapó dos a Centurión: un mano a mano y un disparo de afuera. Racing salió a llevarse puesto a Quilmes. Desde el vamos dejó en claro que iba por todo. Después la tuvo Bou, que entró por izquierda, se coló entre los centrales y definió ante la salida de Benítez, pero la pelota caminó paralela a la línea de cal. Después, el arquero sacó un cabezazo de Cabral al ángulo. En veinte minutos el cero a cero ya era injusto. La ambición de La Academia se estrelló con el arquero del Cervecero.
Cuando faltaban unos pocos minutos, un tiro libre afuera del área, frontal, quedó en los pies de Bou. El delantero de la confianza, el de la autoestima imbatible, se hizo cargo. Midió y le pegó: la clavó en el ángulo. Fue la única pelota que Benítez no pudo sacar. Después, en los minutos que quedaban, Quilmes intentó un milagro que nunca llegó. En el final, entonces sí, Racing respiró aliviado. Pudo aprovechar esa oportunidad que el destino le puso adelante. Alcanzó a River, aunque tiene un partido más. Ahora le queda esperar que se juegue el resto de la fecha y apostar todo la fecha que viene. Y todo gracias a Bou.