Protagonista de Solamente vos junto a Adrián Suar, a quien elogia, revela que en la calle le piden que busque otro amor, y que ninguna de las madres que conoce se parece a su personaje. Confiesa qué heredó de su padre y de su madre, y define las diferencias entre el teatro y la televisión.
Interpreta a una de las madres más famosas de la televisión de hoy; una que no es, sin dudas, una madre ideal, de ésas tiernas, dulces y generosas. Ella es “la Polaca”, en las noches de Solamente vos, junto a Adrián Suar y Natalia Oreiro. Allí, como imperfecta mamá de cinco hijos, se ganó el corazón de la gente. Su rol no era inicialmente tan importante como lo es en la actualidad, pero el talento de Muriel Santa Ana hizo crecer al personaje. Lo mismo pasó dos años atrás cuando fue la Rosaura de La vida es sueño, junto a Joaquín Furriel, en el Teatro San Martín: otra vez, sosteniendo un papel secundario, conquistó al público con una interpretación memorable, probablemente superior al resto de todo el elenco.
En efecto, la hija del renombrado actor Walter Santa Ana se ha hecho su propio lugar, más allá de las referencias familiares, y es capaz de transitar tanto por una tira diaria como por un complejo clásico en verso del teatro español. Con frescura, no sin profesionalismo, también ha hecho una publicidad de pañales que había sido pensada para Florencia Peña, y ella la reemplazó.
Para Muriel Santa Ana, pareciera que la temática de la maternidad la viene rondando, pese a que ella misma en la vida real no ejerce esta amorosa profesión. Sin embargo, encara la construcción de la Polaca con seriedad y pasión. Precisamente estas dos condiciones son las que la están llevando a un pico de estrés, al sostener a la vez la filmación diaria y su más reciente proyecto: interpreta, junto a Guillermo Arengo, el papel principal en El gran deschave, de Sergio De Cecco y Armando Chulak, bajo dirección de Luciano Suardi. Santa Ana está agotada, pues las funciones son de jueves a domingo, pero también está feliz de ver el teatro repleto, en razón de la calidad del espectáculo y del precio popular de las entradas: desde veinte pesos. Y así como va de la televisión al teatro, también pasa del Grupo Clarín (El Trece TV) a un teatro dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación (el Cervantes), sin ningún complejo, ajena a toda posible pica de política partidaria: “Simplemente son lugares de trabajo, son espacios de creatividad”.
—¿Cómo percibís el superéxito de “Solamente vos”?
—Desde adentro, todo se percibe de otra manera. No estoy al margen del éxito que estamos haciendo, pero mi realidad no es hacer el éxito, no estoy colgada del éxito. Mi día a día es otra cosa: es estar preparada para las largas jornadas de grabación. En la calle me doy cuenta de que la Polaca genera muchas reacciones. Me dicen: “Che, un poco de dignidad… buscate otro”, y yo les respondo: “Si quieren les doy el mail de los autores, porque es algo que no decido yo; yo actúo lo que me viene escrito”.
—Con semejante éxito, ¿podrías pretender redefinir tu contrato a tu favor?
—No, a mí ni se me ocurre. Porque el personaje se volvió importante, ¿pedir más plata? No, no. Lo único que uno puede, en todo caso, en una tira o en una obra de teatro, en la medida en que el trabajo se extiende en el tiempo, es pedir ir acorde a la inflación y a los ajustes de las cosas. Nada más.
—¿Cómo construís el rol de madre para la Polaca?
—Esto es pura ficción, no invoco ningún sentimiento existente ni copio a nadie. Es algo que está muy bien estructurado desde los libros. Es un personaje que tiene mucha historia, mucha carne, mucho para decir. El hecho de que la Polaca sea madre la vuelve más impune… Dicen que me sale bien, pero yo veo a mis amigas madres, o a mi hermana, y no veo nada de la Polaca en ellas. A veces la mujeres me dicen que no es un buen ejemplo de mujer porque no tiene dignidad, y yo les contesto: “Chicas, no pretende ser ejemplo de nada ni dejar ningún tipo de mensaje; yo soy actriz, me divierto actuando eso”. El resto es entretenimiento.
—¿Cómo es Adrián Suar como compañero y como jefe?
—Tiene una energía muy particular, fuera de lo común: es un tipo recontra súper ocupado, dirige la programación de Canal 13, entiende de todo, y además es actor y es compañero. Gran parte de lo que a la gente le gusta de la Polaca es lo que Adrián me ayuda a actuar, cuando tiene escenas conmigo y cuando me habla del personaje. El gran mérito de la Polaca es la relación que nosotros construimos. El me ha dado a mí espacio, porque es inteligente, porque sabe que lo que gana es la historia. Y nunca se pone por delante de la situación, siempre ofrece un remate, un chiste… Los mejores chistes que yo he hecho me los ha dado Adrián un minuto antes de grabar. Me dice: “¿Por qué no decís tal cosa?”, y confía en que yo lo voy a poder decir bien.
—¿Cómo es tu relación con Natalia Oreiro?
—A Nati yo la conocía de antes, habíamos trabajado juntas: la quiero muchísimo, la respeto, la admiro como gran protagonista de televisión, y ahora, ni hablar, ¡también de cine! En cuanto a la tira, es una gran profesional.
—¿La convivencia de la filmación de una tira diaria genera amistad?
—La tira no genera necesariamente amistad. En todos los ambientes de trabajo ocurre que tenés mayor o menor afinidad con las personas, se dan situaciones de cercanía, de intimidad. Acá tenés una convivencia de 11 horas, y entonces tus compañeros pasan a ser las personas que más ves; saben de vos más que tu familia y tienen el chequeo de tu cara, de tu ánimo.
—¿Cómo manejás el doble turno de televisión todo el día y, a la noche, el teatro?
—Con los años me volví una persona más organizada. Sin organización, sin ahorro de energía, es difícil tener buen rendimiento. Vienen años de mucho trabajo y hay que ponerse serio con uno mismo: estar a la altura de lo que significa hacer una tira y una obra de teatro. Pero es terrible la falta de sueño que tengo; desde hace meses no descanso como corresponde. Ya he tenido otros años intensos; todo lo que fui haciendo me preparó para algo así, pero creo que no lo haría nunca más.
—¿Qué te legaron tu papá y tu mamá para la vida y para la profesión?
—Mi papá, la noción del privilegio de ser actor, porque en la sociedad ser actor es una condición fuera de lo común, algo extraordinario. Es un privilegio encontrarte con textos de altos niveles de poesía, conocer autores, compositores, compañeros: es una vida maravillosa. Mi papá era ni más ni menos que un actor, y cada día de su vida lo vivió como tal. Mi mamá me legó fuerza, energía, alegría, confianza en mí misma. No fue algo que me dijera sino que vivió así. Los dos fueron ejemplos de persistencia, del deber ser, del valor de hacer bien las cosas, de exigirte para ser lo más preciso posible a la hora de subirte al escenario.
—¿Y qué lograste o conquistaste por vos misma?
—Mm… No sé. Una se hace un poco con los demás y un poco sola. Pero siempre hay alguien que te ayuda. Todos hemos necesitado que alguien nos diera una mano, que nos diera confianza. Luego está en uno ganársela.