El técnico elevó su súplica en el Maracaná. También elogió el juego que propone Bosnia.
Daba la impresión de que Argentina tenía todo armado, que la orquesta tocaría sin leer la partitura y que el equipo se sabía de memoria del uno al once. Sólo había una duda en el ataque entre Gonzalo Higuain, con secuelas de un golpe en el tobillo izquierdo, y Ezequiel Lavezzi, listo para reemplazarlo. Pero Sabella pateó el tablero. “Aún no tengo definido nada”, dijo ayer, antes del reconocimiento del Maracaná que hizo su plantel. “A veces ponés cuatro delanteros y se chocan entre ellos. No importa la cantidad, sino la calidad”.
Sabella desempolvó después una de las máximas del fútbol, que indica que no se puede atacar bien sin defender bien. En todo momento el técnico pareció dar indicios de que su esquema sería cauteloso, defendiendo quizás con una línea de cinco. No es que Argentina salga a defenderse, claro está, pero si el entrenador tiene dudas, eso indica que sus convicciones de jugar con tres arriba ya no son tan firmes como las que parecía tener cuando salió de Buenos Aires. Sabella subrayó que Bosnia “tiene un equipo creativo con jugadores técnicos como Misimovic, a los que les gusta jugar por abajo y hacer un juego ofensivo”, aunque luego agregó que “también busca por lo alto aprovechando la altura de sus jugadores”.
El escondedor. Ante este equipo debutante se presenta Argentina, dos veces campeón mundial y otras tantas finalista. Bosnia se presenta como un rival accesible para los argentinos. Un equipo que representa a una nación que ni siquiera era tal cuando Marcos Rojo, el más joven de los argentinos, ya había nacido. Pero ya lo dijo el propio Sabella una vez: “La película no es como empieza, sino como termina”. En otro momento de la charla aceptó estar “escondedor”, a propósito de su negativa a confirmar los titulares. Fue cuando le preguntaron si sus dudas eran reales o si en verdad no las tenía y lo que evitaba era darle la información a la prensa. “No lo tengo decidido”, repitió, “pero si así fuera, primero se lo diría a los jugadores”. Si hasta elevó una plegaria en público: “Que el Señor me dé sabiduría para tomar la decisión correcta”. Fue tal vez su manera de atajarse ante tantas dudas que parecen haberlo atravesado de golpe.
(*) Esta nota fue publicado en la edición impresa del diario PERFIL.