Por qué la selección ya no es el rival a vencer. Las falencias en el fondo y la falta de jugadores indiscutidos en el puesto.
Aquí, en Brasil, cada hoja del calendario que cae refuerza una percepción tan interesante como inesperada: la Argentina no es el rival a vencer. Poco más de un año atrás, cuando Brasil era dirigido por Mano Menezes y Lionel Messi vivía su mejor temporada, ningún brasileño dormía tranquilo si en la charla de la sobremesa nocturna se hablaba del Mundial.
El fantasma de ver a la Selección blanquiceleste dar la vuelta olímpica en el Maracaná sobrevolaba cualquier insomnio. Era real. En esa época Brasil jugaba mal y ganaba con fórceps; en tanto, la Argentina parecía superar las irregularidades de la era Batista y Messi empezaba a parecerse, en la Selección, a su ‘doble’ del Barcelona. Hoy, la cosa cambió ‘aquí y allá’.
Llegó Felipão a la dirección técnica ‘canarinha’ y arregló las desavenencias brasileras; no sólo unió al grupo –su especialidad–, como hizo los retoques necesarios para mostrar solidez defensiva (es el fuerte del actual equipo), fluidez en el medio y confianza en el talento de Neymar adelante, curiosamente, la línea más incierta, con menos recursos de Brasil: inimaginable hace 15, 30, ó 50 años atrás. En paralelo, en Argentina, Messi no alcanzó a ser totalmente el del Barcelona y hoy –en este exacto momento– no es, ni siquiera en el propio equipo catalán, el mismo que fue en 2012. Las lesiones conocidas y cierta ‘fatiga de estrellato’, lógica por otro lado, no sólo hicieron que perdiera, merecidamente, el último Balón de Oro a manos de Cristiano Ronaldo, sino que lo mostraron humano. “No es Súperman, es de carne y hueso y si es humano es marcable, puede anularse, a lo mejor se lastima”, etc. etc. dijeron sus rivales. Eso, más las últimas heridas de Agüero y un freno en el crecimiento artillero de Higuaín, iluminaron otros sectores de la Selección Argentina. Luz que descubrió dudas importantes en la mitad de cancha y confirmó la fatal desnudez del fondo.
Esperemos un poco más para hablar del mediocampo argentino, pero insistamos en que la actual Selección tiene la peor defensa de la historia nacional en Mundiales y, tal vez, una de las más flojas que transitará la próxima Copa del Mundo. Intentemos comparar a la defensa de Sabella con las de la mismísima Selección en los últimos Mundiales. Desmenucémosla a la sombra de la historia. Comparemos nombres y línea. Hoy, los titulares son Pablo Zabaleta, Federico Fernández, Ezequiel Garay y Marcos Rojo. Sus suplentes, de acuerdo al histórico más y menos reciente, claramente son Hugo Campagnaro y José Basanta. Los otros ‘a ser convocados’ aún huelen a incógnita, por tanto no abramos tanto el abanico, concentrémonos en los ‘fijos’.
El primer problema que aparece es que ninguno de todos ellos es crack de Selección, de esos indiscutibles, como ya supimos tener. No hay un Perfumo, un Passarella, un Ruggeri por citar algunos que en su momento estaban en la boca de cualquier hincha y que todo técnico hubiese convocado. Nadie los dejaba afuera. Esos, y muchos más, eran defensores tan ‘cantados’ como lo son hoy Messi, Di María y Agüero de la mitad de la cancha hacia adelante. Bien, de esos ‘de Selección’ no hay ni uno solo y por ello nuestros escalofríos cuando el rival tiene la pelota y nos ataca…
El segundo problema, serio, es que entre suplentes y titulares no hay diferencias. Esto no es ni habitual ni normal. Salvo en épocas de cosecha generosa, como aquellas donde se acuñó la famosa frase de “tenemos dos cracks para cada puesto”, lo que era más o menos verdad porque Stábile no sabía si poner a Dellacha o Alfredo Pérez y el ‘Toto’ Lorenzo dudaba entre Ramos Delgado o Navarro, épocas de potreros inagotables… Pero no es el caso actual, y si entre suplentes y titulares no hay distancia… la luz roja queda encendida.
Por ejemplo, en el 66, una de las mejores Selecciones que el país presentó en una Copa, la de Inglaterra, Perfumo era indiscutiblemente mejor que el firme de Calics, Albrecht superaba al bueno de Varacka y Marzolini largamente se imponía a la seguridad de Nelson López; solamente los laterales derechos Simeone y Ferreiro se equivalían. Sin ir tan lejos, en el 98, en Francia, Zanetti, Ayala, Sensini y Chamot se destacaban por sobre sus suplentes Nelson Vivas, Pablo Paz y Mauricio Pineda. La lógica caminó y aún camina por estas líneas más o menos rectas y tradicionales. O debiese caminar…
Ahora comparemos lo que eligió Sabella y lo que colocó en cancha Maradona en Sudáfrica 2010. Zabaleta, Fernández, Garay y Rojo son individual y colectivamente inferiores a Demichelis, Nicolás Burdisso, Samuel, Heinze y Clemente Rodríguez (todos vistos en aquél momento, ya que hoy envejecieron lo suficiente como para estar abandonando el fútbol en algunos casos). A ellos se sumaba el mejor central que había aparecido en esos últimos tiempos, Nicolás Otamendi (perjudicado, después por el posicionamiento que le dio Maradona). No estaba nada mal esa línea aunque fuese discutible Jonas Gutiérrez y obviamente inentendible la convocatoria de Ariel Garcé. Pero, aceptemos, los titulares no eran peores que los de otras selecciones de ese Mundial, en líneas generales los nuestros eran mejores (aunque terminasen ‘comiendose’ cuatro goles ante Alemania). Mínimamente el 75% de ellos eran elegidos en las encuestas populares por cualquier otro técnico, periodista ó hincha. Eran ‘esos’. El arquero de Maradona fue el mismo Romero de Sabella, sólo que aquél Romero estaba en su momento ascendente, cosa que no sucede ahora. Pero impidamos que el arquero nos distraiga de la defensa propiamente dicha. Ya hablaremos de los arqueros.
José Pekerman, en 2006, llevó a Fabricio Coloccini, Roberto Ayala, Gabriel Heinze, Juan Pablo Sorín, Leandro Cufré y otra vez el mayor de los Burdisso. En conjunto, un poco menos que lo presentado por Maradona, pero mucho más de lo que desea llevar Sabella a Brasil, fuera que aquella era una base que había comenzado a trabajar Bielsa, lo que ayudaba al entendimiento colectivo. El principal e imperdonable pecado de Pekerman fue dejar afuera de esa lista a Zanetti. Pero, puede decirse sin temor a errar, que ‘había una defensa’ más allá de que, personalmente, nunca entendí como Sorin pudo ser un profesional del fútbol y haber llegado adónde llegó; pero eso es otra cosa y tampoco debe distraernos ahora.
Por fin, en 2002 Bielsa eligió para Corea y Japón a Zanetti, Walter Samuel, José Antonio Chamot, Mauricio Pochettino y los discutibles Sorin y Diego Placente. Nuevamente menos que lo posterior pero claramente más que lo que ‘hay hoy’. Casi todos los nombrados en estas comparaciones por lo menos, y ya que los entrenadores le dan un absurdo sobre-valor a eso, jugaban en Ligas y/o clubes importantes. Porque ni siquiera eso se puede decir de los elegidos de Sabella…
Veamos los centrales. Federico Fernández y Ezequiel Garay juegan en el Nápoles y el Benfica después de haber ido a préstamo al Getafe, sí al Getafe, el primero, hace un año, y no haber pasado la prueba de fuego del Real Madrid, el segundo, cuando tuvo esa oportunidad en 2010. Por tanto uno juega en un club sin aspiraciones en una gran Liga, la italiana y el otro milita en el mejor club de una Liga secundaria, la portuguesa; ninguno actúa en un gran club de una gran Liga. Basanta, el sustituto de ellos, menos aún: desde que salió del semillero de defensores sabellianos, Estudiantes de La Plata, siempre jugó donde juega, en México. Juntos Fernández y Garay muestran altura, 1,89 y 1,88 respectivamente, pero en el área argentina cabecea todo el mundo. No ofrecen esa garantía que es la que más debiese distinguirlos. Siempre pensé que Sabella nunca probó a Javier Mascherano en la zaga central por una cuestión de estatura. Pero Mascherano, en el Barcelona, demostró ser mucho mejor central que Fernández, Garay o Basanta, más allá de su 1,74m.
Los laterales. Pablo Zabaleta es el mejor de la línea entera, de todo el fondo, pero no es Zanetti aunque tenga un estilo semejante. Zabaleta es fuerte donde menos lo precisa esta selección, en las subidas. Marcando deja mucho que desear. Su salario de 350 mil euros mensuales lo convierte en el mejor pago de todos nuestros defensores y muestra que algún valor la propia Europa le da, aunque juegue en un club de caprichos de un millonario ruso y no haya sido elegido por, por ejemplo, un Ferguson, un entrenador de valía. Igualmente es el último a sustituirse si se pensara en eso. Por la izquierda, Marcos Rojo, de quien ya hablé en otras columnas y no tengo mucho más para decir. Puedo haber desaprendido lo poco que maestros como Spinetto, Miguel A. Juárez y Osvaldo J. Zubeldía, entre otros, me enseñaron, pero no consigo siquiera ver cuál es el fuerte de Rojo, que no es más que un Clemente Rodriguez sin Riquelme al lado y bastante ‘inferior’ al ex Boca. Del suplente de ellos, Hugo Campagnaro, me eximo de opinar porque antes de ser jugador profesional fue cronista de la revista SóloFútbol’ que fundé en 1985. Lo miro con ojos paternales, aunque objetivamente me esfuerzo y veo que está bien que sea el suplente de la defensa porque es el jugador argentino con más condiciones para ocupar cualquiera de los cuatro puestos de la zaga y, también, alguno en el medio de la cancha. Y eso, hoy, ya es bastante.
La mejor manera de evaluar jugadores es pensando si uno los quiere tener en su equipo. Imaginemos que a un hincha de Newell’s se le dice que va a llegar Rojo para, así, vender a Milton Casco; ¿Se va a alegrar? No. Comentemos con un hincha de River que se está yendo el colombiano Alvarez Balanta pero llegará en su lugar Garay; ¿Lo haremos feliz? No. Digámosle a un un hincha de Lanús que Federico Fernández substituirá a Paolo Goltz; ¿Dará un salto de felicidad? No. Y cualquier hincha de su propio San Lorenzo apenas reconocerá que reemplazar a Buffarini por Zabaleta no será mucho más que ‘cambiar seis por media docena’ como dicen los brasileros. Ninguno de los cuatro titulares de la Selección le cambia la vida, ni siquiera la defensa, a ningún club argentino. Siendo así no hay mucho más para analizar… Y se entiende claramente por qué la Argentina ya no es el rival a vencer por Brasil en julio próximo.
Si en los tres Mundiales anteriores, con mejores defensas, nos volvimos temprano, teniendo siempre buenos ataques, en este de Brasil, si hay lógica, no podremos llegar a la Final aunque tengamos a Messi. Todo no es culpa o responsabilidad de Sabella, porque faltan defensores del nivel de Perfumo, Passarella o Ruggeri en el fútbol argentino de nuestros días, es cierto, pero también es verdad que hay mejores que los elegidos. Que Prandelli, el DT italiano, haya convocado a Gabriel Paletta no sólo significa que Italia también está con problemas atrás, con el mismo lenguaje nos dice que Sabella no miró a todos los que debía observar… De hecho el último llamado, con un pequeño toque, a mi juicio, de marketing desesperado, a Gino Peruzzi y Lisandro López, para el amistoso con Rumania, más todas las otras convocatorias hechas para el amistoso ante Bosnia, indican que Sabella tiene alguna conciencia de todo esto ó, mínimamente, algunas dudas. Está bueno que las tenga porque su defensa, hoy por hoy, es la peor defensa de la historia argentina en Mundiales.
(*) Director Perfil Brasil y creador de SóloFútbol