“Lo más importante es la información, evitar el miedo y extremar las medidas de prevención”. Estas palabras fueron dichas por Inés Piñeiro, directora de epidemiología del Hospital Urquiza. Pero no lo dijo ahora. Lo dijo el 29 de junio de 2009, en su consultorio especial del Hospital donde confirmaba los primeros 3 casos positivos de la Gripe A en Concepción del Uruguay a La Prensa Federal.
Hace 11 años, en los primeros días de junio de 2009, la OMS declaraba oficialmente a la Gripe A como «pandemia» y dos semanas despues, la ciudad enfrentaba las primeras personas contagiadas por una pandemia que aterraba a la comunidad. Tal vez menos contagiosa que el Covid-19 pero que en aquel momento, generaba un temor similar. Eso sí, había una diferencia con aquella época: no existían las redes sociales.
En aquella entrevista con La Prensa Federal en junio de 2009, Inés Piñeiro, que aún se encuentra al frente del área de epidemiología y cuya experiencia resulta clave a la hora de enfrentar los tiempos actuales, afirmaba: “Hay que actuar sin miedo, todo se debe realizar para protegerse y para proteger al otro. Para algunos, cerrar una escuela porque alguien tuvo gripe parece una medida exagerada. Yo considero que solamente cuando pase esta pandemia, vamos a saber si hicimos las cosas bien o no”.
A lo largo del ciclo de epidemiológico de Gripe A en Entre Ríos, que se inició en abril y concluyó en agosto de 2009, se registraron en la provincia 33.100 casos, con 11 muertos. El informe que produjo el Ministerio de Salud, ese año a cargo de Ángel Giano, contabilizó en la provincia 33.100 casos notificados, de los cuales 23.100 fueron tratados ese año con el antiviral oseltamivir (y su nombre más popular: el Tamiflu). Y según los datos epidemiológicos, tres departamentos concentraron el 47 % del total de casos de influenza en Entre Ríos: Paraná, Gualeguaychú y Federación que, en ese orden, contaban con el mayor número de enfermos. Aunque Paraná duplicó al resto, 8.564 casos (el 25,87%).
En Concepción del Uruguay, el Secretario de Salud del municipio era el Dr. Sergio Bertelotti, quien recuerda en aquel invierno de 2009 consensuar con establecimientos comerciales, gastronómicos y boliches bailables de la ciudad la suspensión de “toda actividad que genere concentración de personas que propicie la transmisibilidad de la denominada Gripe A (Influenza H1N1)”. Hubo acuerdo entre los comercios, aprovechando además que el invierno y la temporada baja, ayudaban a cerrar las puertas un tiempo. Tiempo que, afortunadamente, fue breve.
En julio llegó un decreto provincial que requería el cierre de establecimientos como: parque termal, boliches bailables o confiterías bailables, salones de baile y de fiestas, pubs, cibers, espectáculos en vivo, sala de juegos, teatro, cine, whisquerias, snacks-bar, centros de cultos, clubes, peloteros, gimnasios, canchas de fútbol 5, canchas de paddle, institutos de enseñanza privada (idioma, danzas, música, computación, etc), jardines maternales, guarderías, natatorios, piletas cubiertas cualquier sea su temperatura, gimnasios, prácticas deportivas, recreativas varias y otras actividades que, a criterio de la autoridad de aplicación, implique riesgo de contagio de dicha enfermedad”.
También se vieron afectadas las actividades escolares. A finales de junio de 2009, el Ministerio de Salud de Entre Ríos resolvió cerrar por 14 días todas aquellas escuelas donde se haya notificado un caso sospechoso de Gripe A, con lo cual ese año el receso escolar, que se extendió del 14 al 25 de julio, se amplió en una franja importante de estudiantes. Se evitó, de ese modo, el cierre general de las escuelas. En la mayoría de ellas, hubo un mes sin clases, coincidentes con las vacaciones de invierno.
En agosto de ese año, poco más de un mes después de los primeros contagios en la provincia, la vida comenzaba a normalizarse. En septiembre, ya aquella pandemia era un mal recuerdo de un invierno difícil…
Recién el 18 de septiembre de 2010 la OMS anunció el fin de la pandemia, 1 año después y luego de haberle dado la vuelta al mundo. La pandemia tuvo finalmente una mortalidad baja, en contraste con su amplia distribución (se calcula un 20 % de la población mundial infectada),dejando tras de sí entre 150.000 y 575.000 víctimas.