Maravillosa obra de teatro, que hace al espectador pasar de la risa al llanto, cargada de emociones, con varias temáticas tan complejas como es la vida misma, que solo los grandes directores pueden lograr.
De esas obras que nos quedan grabadas en el corazón y esos trabajos tan difíciles de hacer sentir «personas» a alguien que está recluido, logrando la verdadera inclusión social.
El trabajo con internos fue exitoso y se vio reflejado en el accionar de cada uno de ellos, tanto en los actores como en todos los demás, ya que ese día se los vio radiantes, solidarios con los invitados, compenetrados en cada movimiento escénico y orgulloso de ellos mismos. Cuando se pierde la libertad las personas tocamos fondo y solo se piensa en subir, eso es lo que logró esta obra con ellos y si de algo estoy segura es de que ese día todos ellos tocaron el cielo. Felicitaciones Félix Gutiérrez y gracias por permitirme compartir este noble trabajo.