“La inocencia debe cuidarse”

“La inocencia debe cuidarse” El director de la nueva versión en el cine de Snoopy defiende la inocencia de la historieta original y cuenta cómo es crear hoy una película distinta para chicos. “La inocencia debe cuidarse”

En un instante en el que todas las historietas son adaptadas, buscar un tanque hollywoodense en el mundo de Snoopy puede sonar arriesgado. Seguro, Snoopy & Charlie Brown: la película, con estreno el próximo jueves, usa personajes que conoce todo el mundo (en Estados Unidos). Aquí, salvo por el perrito blanquinegro en cuestión, no es una franquicia en extremo popular. Pero hay riesgos más grandes que el mero mercado argentino en la nueva adaptación de la clásica historieta de Charles Schulz al cine (la primera desde 1980, y aquél era un film directo a video): la simpleza que muestra el film va un poco en contra de la prepotencia Pixar, donde el sentimiento se convirtió en marca forzada y donde lo único que ha evolucionado realmente es la potencia digital visual. En Snoopy… se crea una película infantil distinta, plenamente conectada con su base en 2D pero que usa, con una inteligencia amable, pero nueva, el 3D. El director Steve Martino, en exclusiva para PERFIL, defiende su mezcla de dimensiones: “No podíamos creer que modernizar sería mejor. Algo de eso me sucede con los superhéroes en el cine. Conozco el material de base, y siempre me parece extraño lo mucho que buscan actualizar a los personajes. Entiendo que se busca identificación, pero se termina a veces destruyendo el verosímil del género. Hay historietas, o relatos, cuyo entorno inverosímil, o minimalista, definen su identidad. Peanuts es uno de ellos. Parte vital de su éxito durante décadas se da en cómo Schulz convirtió un entorno que le era contemporáneo en una especie de Nunca Jamás. No podíamos traicionar eso”.
—La película además habla directamente a los niños, no hay concesiones al adulto que sólo verá él. ¿Eso siempre se planteó de esa forma?
—Los adultos pueden disfrutar cualquier relato. Y es cierto que hoy quienes son padres poseen una sensibilidad pop distinta, entonces quizás eso hace viejo ese dilema de padres vs. niños. Quizás lo que sí podría decirse es que defendimos cierta pureza en el humor, y de ese mundo. No queríamos generar links a cosas muy muy actuales. Creemos que los personajes tenían que sentirse una extensión de lo que sucedía en la historieta. Hay ideas de cine, seguro, pero la inocencia es algo que debe cuidarse. No porque los niños deban ser inocentes. Sino porque determinados relatos ayudan a que nos podamos acercar a otros.
—Tomaron una decisión que ayuda a distinguir a la película de la superpoblación de filmes animados digitales: los rostros de los personajes y otros detalles están hechos en un falso 2D. ¿Cómo llegaron a eso?
—Era importante no traicionar a la historieta. No sólo porque los hijos de su creador fueran parte del proceso creativo que definía a la película, sino porque, insisto, ahí está todo. En la simpleza del trazo original está el secreto de por qué esta historieta ha vivido por generaciones. Entonces, no podíamos traicionar visualmente eso. En un momento, nos dimos cuenta de que podía generar un “duelo” muy interesante: rostros símil 2D y el resto, aunque clásico, con detalle digital. Fue ahí donde nos dimos cuenta de que podíamos ayudar a que el relato les hable a generaciones que quizás sólo conocen a Snoopy por el merchandising.
—¿Hubo cosas que buscaron agregar para atraer al mercado global?
—Sabíamos que hay lugares donde Snoopy es el rostro y Charlie Brown no. Pero nunca fue un problema. Trabajamos mucho para hacer la película más inteligente, amablemente inteligente, posible. Y, claro, enamorada del hermoso material de base.