La hora de romper una vieja maldición

La hora de romper una vieja maldición La selección no pasa los cuartos desde Italia ‘90. La barrera es Bélgica, dueño de un estilo ofensivo. La hora de romper una vieja maldición

Este Mundial ya tiró la lógica al córner; España se fue muy temprano, Costa Rica sobrevivió al Grupo de la Muerte, Argelia hizo transpirar a Alemania hasta el final del alargue… ¿Por qué creerles, entonces, a los que sentencian que para pasar la barrera de los cuartos de final la Selección argentina necesitará jugar un gran partido hoy? Presunciones que se evaporan cuando la pelota empieza a rodar.

Pero más allá del piripipí que sirve para entretener la previa, resulta incuestionable que el equipo de Alejandro Sabella no logró completar todavía un gran partido en toda la Copa. Sin perder de vista ese argumento, bien se puede esperar que hoy dé ese paso adelante: Bélgica, salvo que se olvide sus principios en el vestuario, saldrá a atacarlo. Y esa puede ser la primera buena noticia para Argentina.

Pares. Courtois en el Atlético de Madrid, Kompany en el Manchester City, Van Buyten en el Bayern Munich, Fellaini en el Manchester United, Hazard en el Chelsea: igual que los argentinos, los belgas tienen titulares en los equipos que pelean los principales campeonatos de Europa. “Argentina tiene a Messi, nosotros a De Bruyne y Hazard”, exageró en la comparación Marc Wilmots, el entrenador de la mejor selección de su país desde aquella que llegó a semifinales en México ‘86 (y perdió con Argentina). La frase es una declaración de intenciones: Bélgica saldrá a jugar con el mismo espíritu ofensivo que lo llevó hasta esta instancia. Y esa característica puede potenciar lo mejor que tiene Argentina, su capacidad de traducir cada contraataque en una situación de gol. Hasta aquí, apenas pudo intercambiar golpes un rato contra Nigeria, el único que no se le atrincheró. Aunque el precio de ser atacado sea sufrir (el ingreso de Demichelis por Fernández intentaría ser un correctivo), la mejor versión de este equipo se vio cada vez que pudo correr con el campo abierto; es probable que hoy tenga numerosas ocasiones para hacerlo. Esa puede ser la segunda buena noticia para Argentina.

Efecto capitán. Otra vez: ¿puede la Selección llegar a semis sin que medie la intervención decisiva de Leo Messi? Decir que no suena aventurado, a juzgar por la evidencia: el 10 hizo cuatro goles y participó en dos de los otros tres que acumula el equipo en el torneo. Escapar de su dependencia ya no parece posible. Porque, como definió Jorge Valdano, “Messi es otra forma de ser Maradona”. El problema, en todo caso, no es esperar mucho del capitán: el problema es esperarlo todo.

También desde ese costado se puede mirar la mitad llena del vaso: con poco que hagan, Gago, Higuain, Lavezzi y Di María levantarán sus prestaciones. Esa puede ser la tercera buena noticia para Argentina. ¿La decisiva?