La repetición de olas de calor, la reducción de los hielos en el Ártico, la mayor voracidad de los incendios, el aumento en los niveles del mar, la pérdida de especies.
Todos esos son síntomas y efectos del calentamiento de la tierra que en 2016 volverá a marcar un nuevo récord: en los próximos días, el NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) confirmará que este año es el más caluroso de la historia desde que se tiene registro. Ya a mediados de noviembre y en coincidencia con la XXII Cumbre del Clima que se celebró en Marruecos, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) hizo un proyección anual de un incremento de la temperatura de 1,2°C sobre el valor preindustrial. Según científicos del Centro Nacional de Información Ambiental de NOAA, de enero a noviembre la temperatura global media fue de 1,69 grados sobre el promedio, superando el récord establecido en 2015 por 0,13 grados. «Hemos sido testigos de un largo periodo de un calor extraordinario que está destinado a convertirse en la norma», había advertido el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
En Argentina, Enrique Maurtua Konstantinidis, director de Cambio Climático de FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales), le dijo a Clarín: «El notable ascenso de la temperatura media global y los consecuentes cambios climáticos globales, este año, nos vuelven a recordar que haber conseguido el acuerdo global de Paris de Cambio climático no es suficiente». Luego agregó «la implementación de lo acordado y el aumento de la ambición es sumamente urgente. Recordemos que el acuerdo de Paris se pone como objetivo un aumento de la temperatura no superior a 1,5 o 2 grados para final de siglo y los aumentos registrados en 2016 nos dan cuenta de la necesidad de acelerar la acción para reducir emisiones y prepararnos para los impactos venideros.»
El norte y centro de Argentina, sin embargo, fue una de las excepciones al incremento de las altas temperaturas. Cindy Fernández, que trabaja en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), explicó el porqué: «En otoño toda esa zona tuvo temperaturas medias y máximas por debajo de lo normal. En la Patagonia predominaron las altas presiones durante mucho tiempo, luego ingresaron por Cuyo y por eso no hacía tanto calor. Esas masas llevaron humedad y generaron lluvias y de esa manera no aumentaron las temperaturas». «El hecho de que 2016 sea el año más caluroso del que se tenga registro, nos marca que cuando hablamos de cambio climático no estamos hablando de algo que va a ocurrir. El cambio climático ya llegó y está en todos lados. En nuestro país, por ejemplo, a pocos kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, la Bahía Samborombón ya siente sus consecuencias. En definitiva, lo que tenemos que tener claro es que en realidad lo que está cambiando son las reglas de juego de nuestro planeta y que esto ya está afectando a miles de millones de seres vivos», dijo Manuel Jaramillo, director de Conservación de Fundación Vida Silvestre Argentina.