El Presidente del campeón explica el ADN del hincha y por que hubo lágrimas: “Era el fin de que te gastara cualquiera”
El domingo 27 de agosto de 2006 fue el día que cambió el destino. Ese día Boca le metía siete goles a San Lorenzo, que tocaba fondo, y un joven de veintiséis años veía una imagen que cambió su vida y la del flamante campeón de América. “Me acuerdo del 7-1 en el Nuevo Gasómetro, estaba devastado. Pero había algo peor que el resultado, y era ver que los alcanza pelotas se sacaran fotos con los jugadores de Boca. Ahí me dije que el tema era mucho más grave que lo deportivo. Habíamos tocado fondo”. Ese gris recuerdo es lo único que le borra la sonrisa a Matías Lammens, ahora sentado con PERFIL en el banco de suplentes del Nuevo Gasómetro. Ahí, en ese lugar en el que el miércoles vivió el momento más feliz de su vida, cuenta sus secretos para guiar a un club en ruinas a un momento sublime.
—¿Cuáles fueron los secretos para pasar de San Lorenzo jugando la Promoción a ser campeón de América?
—El primero, hacer un buen diagnóstico del problema, porque para curar es necesario saber cuál es la enfermedad. Y nosotros entendimos que San Lorenzo estaba mal explotado en un montón de áreas, sobre todo en la captación de socios. No podía ser que un club con 4 millones de hinchas tuviera sólo 25 mil socios. Y el logro más importante de esta gestión es que la gente nos creyó. Porque el día que más asociados nuevos tuvimos fue el primero de nuestra gestión. Lo más gratificante es que la gente llenara la cancha, se hiciera socia, comprara metros cuadrados del nuevo estadio. Se entendió que había que refundar a un club que cuando asumimos tenía un pasivo de 234 millones de pesos, no tenía jugadores propios, estaba en descenso directo y en concurso preventivo, que es el paso previo a la quiebra institucional, y eso derivaba en el gerenciamiento. La verdadera revolución de San Lorenzo la hizo la gente.
—¿Qué definirías como la marca San Lorenzo?
—No sólo tiene que ver con el marketing sino con la identidad. El hincha estaba muy bastardeado con lo que pasaba, con la Promoción de 2012, y lo que más me preocupaba era que los más chicos se hicieran de otros equipos. Hoy veo camisetas de San Lorenzo por todos lados.
—¿Qué tan clave es Marcelo Tinelli en este renacer?
—Yo acepté ser presidente si Marcelo era el que estaba al lado mío. El confió en mí cuando tenía apenas 32 años. La imagen de Marcelo fue fundamental cuando empezamos porque el club tenía un descrédito total y los jugadores no querían venir; la camiseta estaba mal vendida y los sponsors no eran acordes al nombre del club. Sin Marcelo, el comienzo de esto hubiese sido imposible. Hoy, por suerte, el nombre San Lorenzo excede la cara de Tinelli.
El Lammens que habla con PERFIL es el mismo que dice que su decisión más difícil como presidente fue “haberle rescindido a Pablo Migliore” y que su mayor acierto fue el de “invertir comprando futbolistas con poder de reventa”. El mismo que decidió poner paños fríos a la catarata de mensajes de hinchas que pedían la cabeza de Bauza cuando el Ciclón quedaba al borde de la eliminación de la Libertadores.
—¿Pagarías una entrada para ver a San Lorenzo?
—Sin duda. Para mí hoy tenemos el mejor plantel del fútbol argentino. Pagaría para ver a Mercier, a Ortigoza, a Villalba, a Blandi, a Matos, a Romagnoli, a Cauteruccio… no me da vergüenza decirlo.
—¿Quién es el Matías Lammens del equipo?
—Mercier. Porque está en el medio de todo, tapando los huecos de los otros, porque trata de ser solidario con sus compañeros y porque juega por algo más que por la plata, por la gloria.
—¿Por qué San Lorenzo es un grande diferente?
—Porque construyó su grandeza en la adversidad. Fue el primer grande que se fue a la B, estuvo 14 años sin cancha, 21 sin salir campeón, y así y todo jugaba a estadio lleno siempre. El miércoles la gente no gritó, lloró, porque era el fin del Club Atlético Sin Libertadores de América, de que te gastara cualquier club.
En la charla, el presidente más joven del fútbol argentino (34 años) cuenta que fue con Gremio, en octavos, cuando se dio cuenta de que el equipo estaba para campeón. Y el que se emociona cuando se acuerda del momento en el que el brasileño Sandro Ricci pitó el final de una maldición que parecía infinita. “Pensé en mi viejo, porque todos los recuerdos que tengo suyos están asociados con San Lorenzo. Cada vez que piso el club, es una forma de reencontrarme con él”.
Eso es San Lorenzo para Lammens. Una familia.