La distinción que obtuve por La historia oficial en el Festival de Cannes fue realmente una sorpresa muy grande y hermosa, porque una nunca espera ser premiada aunque lo desee, ni espera que le pasen tantas cosas buenas. Para quienes viajamos, fue nuestra primera vez en un festival internacional, en el que jamás se había reconocido a ningún argentino ni a nadie de habla hispana. Este premio tuvo mucha importancia porque fuimos de una manera y volvimos de otra, y porque lo sintió todo el cine argentino. No nos vino bien sólo a nosotros, sino a todos los que vinieron detrás, porque comenzaron a venir las comisiones de selección a la Argentina. Fue una apertura muy grande, sobre todo para la distribución.
Fue de verdad inesperado. En ese momento nadie nos conocía y teníamos una cantidad muy limitada de libros para entregarle a la prensa, por eso nos dijimos que lo importante era que los tuvieran quienes iban a votar. Sabíamos quiénes eran los jurados y que estaban en el mismo hotel que nosotros, así que averiguamos con la mujer de Luis Puenzo los números de las habitaciones y cerca de las tres de la mañana entre las dos comenzamos a tirar los press book por debajo de las puertas. Por lo menos para que supieran que al día siguiente se estrenaba una película argentina, que supieran que valía la pena, que no iban a conocer a nadie, pero que cada uno tenía un curriculum. Parecíamos dos chicas haciendo una travesura. Una vigilaba que no viniera nadie por el ascensor y la escalera y la otra repartía.
Al día siguiente, cuando llegamos a la recepción, a todo ese show de fotógrafos, luces y música que hay en esa escalinata de alfombra roja, al que las figuras llegaban en limusina por más que se hospedaran enfrente, nada pasó. No nos esperaba nadie, ni las fotos, ni las luces ni los clarines, aunque una vez adentro de la función, la sala estaba repleta. Había un silencio muy impresionante. Estábamos con Puenzo y Aída Bortnik aterrados porque no volaba una mosca. En nuestro país, la gente tuvo momentos en los que había sonreído, pero allí el mutismo era total y así continuó hasta el final. Recuerdo haber dicho: “vámonos despacito de acá”, cuando de pronto se paró todo el público de ese enorme auditorio y no pararon de aplaudir. La salida fue el contraste del ingreso. No podíamos bajar las escaleras de la cantidad de periodistas y fotógrafos. Fue una alegría muy grande porque lo que pasó no fue protocolo, sino la devolución de lo que vieron.
Esperamos la fiesta de la entrega de premios con mucha alegría por lo que había sucedido en el estreno. Ya nos sentíamos premiados por todo lo que habíamos vivido, las notas que nos habían hecho y la película ya se había vendido casi al mundo entero. Países que no habían comprado nunca nada de habla hispana compraron La historia oficial. Con eso ya estábamos hechos, así que cuando se dijo mi nombre, no me di cuenta de que era yo a quien llamaban. Fue Luis el que me dijo: “Norma, te están nombrando, subí al escenario”. Fue muy emocionante. La otra cara de la moneda de lo que habíamos pasado con esa película mientras la filmábamos. Habíamos vivido un terror espantoso. Yo me había negado cuando me la propusieron. Me encantaba lo que iba a hacer, pero estaba aterrada. No puedo decir que la disfruté mientras la filmé y eso que el clima de trabajo era muy agradable. El miedo era el miedo, e ir de mi casa a filmar y de filmar a casa era espantoso.
Este recuerdo de Cannes coincide con mi nominación al Martín Fierro. Es de los viejos premios que da el país al cual le tengo mucho cariño, aunque sí lo haya discutido mucho. Yo no tengo ningún reproche que hacerle a su gente. Este año, aunque no pueda estar presente, me genera la expectativa de que sea reconocido ya no mi trabajo, sino otros buenísimos con los que compartí este proyecto tan bello que hicimos en En terapia. Hacía tanto que no estaba en televisión y después de todo ese tiempo, ya tuve un galardón por esa tarea, por lo que deseo que se elija a una ficción muy bien pensada, dirigida y producida, como la que hicimos. Muy cuidada en todos los aspectos y eso creo que merece un reconocimiento. No especialmente yo, sino el ciclo en sí. El unitario está hecho de la manera que una quisiera que siempre se hagan los programas. Detalles cuidados como en una película. Así lo filmamos. Los libros estaban hechos con mucho tiempo y eran de gran calidad, Alejandro Maci es un director excepcional y la asociación de la productora con el canal le dio un nivel técnico altísimo.
*Actriz. Ganó el galardón en el Festival de Cannes por su trabajo en La historia oficial.