Juliana Giambroni presenta a su novio en sociedad. La vuelta al trabajo y la relación con el padre de sus hijos y su ex Lali Espósito.
Mientras Juliana Giambroni (27) se prepara para la producción con CARAS, sus hijos Olivia (6) y Milo (3) —producto de su relación con Mariano Martínez (37)— vienen entusiastas a mostrarles las fotos que se sacaron con los caballos del campo Equiland, de Tigre. Ambos sonríen, la abrazan y corren nuevamente hacia el inmenso jardín. Ella los contempla obnubilada y, por un instante, sus ojos azules se funden con la vegetación que la rodea. Está feliz: aquel deseo de que su vuelta al trabajo se combinara con la crianza de los niños se concretó. “Estoy muy contenta. Decidí volver a desfilar y hacer grandes campañas ahora porque los chicos están más grandes y pueden acompañarme mejor en mis actividades. Antes hacía cosas más chicas, puntuales: fotos y publicidades. Sentía que este era el momento de retomar de lleno mi profesión”, asegura la esbelta modelo. Sensual, deshinibida, actúa ante la cámara y recuerda entre risas aquella tímida joven de 18 años que llegó a Buenos Aires desde Córdoba para incursionar en el modelaje: “Cuando terminé el secundario, me iba a anotar en Psicología, pero no estaba muy segura. Mis tíos porteños me convencieron para que probara suerte en Capital. Llegué y me enamoré por completo de la ciudad. Empecé a trabajar con el manager de modelos, Ricardo Piñeiro y, si bien al principio me daba un poco de vergüenza posar y mostrar, después me relajé”. Incluso Juliana no descarta actuar en un futuro: “En un tiempo solo hacía publicidad televisiva y me encantaba. Estando con Mariano varias veces me preguntó si quería actuar, pero como estaba él en ese rubro, yo me quedaba en lo mío. Quizás más adelante pruebe con la actuación. Hoy estoy feliz con mis proyectos de moda, viviendo un presente muy lindo en todos los aspectos”, confiesa a un año de separarse de Martínez y bien lejos del ruido que generó la separación de su ex con Mariana “Lali” Espósito (24).
—Apostar nuevamente al amor fue fundamental en este buen presente…
—¡Sí! Estoy de novia hace siete meses con Lucas. Es contador y tiene 37 años, 10 más que yo. Estoy muy bien con él, contenta. Me lo presentó una pareja de amigos. Nos conocimos, empezamos a salir y nos enganchamos. Con él volví a enamorarme. Al principio nos veíamos solos y después llegó el momento de la presentación de los chicos, que para mí era el paso más difícil. Pero Oli y Milo tomaron re bien mi nueva relación. El padre ya estaba de novio así que fue más fácil, no fui la primera. Respeto mucho los tiempos de los chicos. Nunca apuré nada. Empezaron a verlo en algún asado multitudinario, todo se dio progresivamente. Ahora sí lo ven más seguido, se llevan bárbaro. Él viene los domingos a visitarnos y se queda un rato con nosotros.
—¿Qué te atrajo de él?
—Siempre me gustaron los hombres maduros, más grandes. Un chico joven hace otra vida. Me atrajo que tenga perfil bajo, que no sea del medio. Él es muy tranquilo y relajado. Estuvo bastante tiempo soltero y por eso tiene una vida social importante como yo, que tengo mi grupo de amigas con las que juego al fútbol y salgo a comer. Está bueno que cada uno respete los espacios del otro. Cuando mis hijos eran más chicos, dejé de salir, tuve más rutina. Ahora que son más grandes, retomé mis actividades, mis salidas, y me encanta que Lucas me apoye en ese aspecto.
—¿La convivencia y los hijos están en sus planes?
—Por ahora no. Vamos de a poco, tranquilos. Más yo que vivo con los dos nenes. Sí nos tomamos los fines de semana para irnos solos a algún lugar y hacer más vida de novios, que no lo venía haciendo. También vamos mucho al cine y tenemos planeado algún viajecito para más adelante. Queremos ir despacio. Estoy muy bien así, entusiasmada a su vez en mis proyectos profesionales.
—¿Cuáles serían esos proyectos?
—Estoy muy abocada a la moda. Le estoy metiendo todas las fichas al relanzamiento de mi línea, con mi nombre (Giambroni). En un futuro, me encantaría tener consolidada mi marca. A su vez estoy trabajando con Verónica Far en una colección cápsula de ropa de noche. Diseñamos en conjunto. Estamos armando algo grande. Va a estar bueno.
—Fuera del trabajo, ¿qué otras actividades hace?
—Juego al fútbol hace un año y medio. Un grupo de amigas armaron el equipo y me uní. Hoy somos 18. El entrenamiento es con un profesor, dos veces por semana, una hora y media. Empezamos a jugar amistosos y ahora vamos a probar en un torneo de equipo de 7 (Las Ranas) en Pilar, donde los partidos son los sábados. Juego de delantera, la remo. Me encanta el fútbol, a veces voy a la cancha a ver a River.
—¿Y al “Bailando por un Sueño” iría?
—Siempre me preguntan por el “Bailando”, pero no me llamaron todavía. Es un programa muy expuesto y no estoy acostumbrada a eso. No sé si me animaría a abrir las puertas de mi vida en un lugar tan visto como “Showmatch”. Lo pensaría. Bailar me encanta, más allá de que nunca hice danza. Y ese certamen está buenísimo como escuela de baile y para estilizar el cuerpo, más para mí que me gusta entrenar. El tema de la exposición no sé si me lo bancaría. Creo que es muy fuerte. Me costaría mucho por los chicos y el cole. Si llegase la propuesta concreta, lo analizaría.
—¿Qué te molesta de la exposición?
—Tanta exposición me da fobia. Me pone incómoda cuando te siguen a un lugar donde estás comiendo. Me gusta llevar a los chicos al colegio tranquila. Igual nunca salí corriendo ante las cámaras porque sé que en parte soy una mina pública y no tengo problemas de hablar. Pero prefiero el perfil bajo, nunca me peleé con nadie. Me gusta la exposición que tiene que ver con el laburo de desfiles o campañas. Cuando estaba con Mariano y él hacía la temporada teatral de “Valientes” en Mar del Plata, era una locura, lo seguían a todos lados. Eso nos limitaba las salidas. Pero también tengo claro que son momentos. Después al otro año no era así.
—¿Las críticas te afectan?
—No, cada uno tiene el derecho de pensar lo que quiera. Sé que al dar una nota, me expongo y algunos pueden pensar que soy una ‘boluda’, no tienen por qué quererme todos. Siempre están los que critican y los que elogian. A veces me pasa que subo una foto a Instagram y mis amigas me cargan por los comentarios. Antes los leía, ahora ni los miro. Me ponen de todo, algunos son con buena onda, otros relacionados con Lali. Hoy me río de lo que escriben y dicen de mí. Me concentro en mis hijos y en mis cosas.
—¿En qué te cambiaron Olivia y Milo?
—En todo, se convirtieron en el centro de mi vida. Siempre pienso primero en Oli y Milo. Cuando me tenía que quedar en mi casa solo ocupándome de ellos, lo disfrutaba un montón. Trato de no perderme nada de su crecimiento. Aún me cuesta ver cómo organizarme para acompañarlos a cada instante. Todavía los veo re chiquitos. Me encanta ser mamá, de chica mi prioridad era tener hijos. Ellos me dieron madurez.
—¿Cómo definiría sus personalidades?
—OIi es mucho más coqueta que yo. Está todo el tiempo con mis tacos y vestidos en casa. Se cambia quince veces por día. Es súper diva y lanzada. Es muy adulta, desde cómo habla hasta los planteos que me hace. Por ejemplo, de pronto, me pregunta: ¿Estás pensando en tener un hijo con tu novio? ¿Cómo sigue la relación? (risas). Todos los días me sorprende. A veces no está bueno que la tenga tan clara, porque la cabeza va muy rápido. Y Milo es más dulzón. Más mamero. Está todo el día pegado a mí, como Oli con el padre.
—¿Hoy cómo está Milo del accidente que tuvo en la mano?
—Está muy bien, hay controles para ver cómo cicatriza y se forma de nuevo el hueso. Lo peor ya pasó, maneja perfecto el brazo. Aunque en su momento nos asustamos. Con Mariano nos unimos más que nunca en base a eso, fue un susto grande. Para mí fue terrible. Porque no era una simple quebradura donde se opera y ya está. Todo el tiempo me decían que la mano no iba a tener vitalidad ni ser la misma. Fueron dos operaciones grandes en sólo tres días. Fue muy feo.
—¿Cuál es el trato que tiene con Mariano? ¿Y qué relación tenía con su ex Lali?
—A Lali la conocí, la vi un par de veces. Los nenes la querían y para mí eso era lo importante. Con Mariano me llevo súper bien, hablamos mucho, nos organizamos con los días de los chicos. Tenemos la mejor onda y nos interesamos el uno por el otro. Más allá de que nos hayamos separado, nos queremos mucho. Es un gran padre y persona, nunca me voy a arrepentir de haberlo elegido para formar una familia. Cuando estamos los cuatro, nos divertimos, reímos. Oli y Milo siempre nos unirán y estarán por encima de todo. Sólo deseo que sea feliz.