Estrenaron en el Teatro San Martín El principio de Arquímedes, acerca de posibles abusos sexuales en un colegio. Respaldan al gobierno nacional por haber protegido el arte y la ciencia.
Ambos son actores de teatro, que llegaron después a la televisión y al cine. Beatriz Spelzini se inició en la pantalla chica a fines de los 90, con títulos como Montaña rusa, Cebollitas o Fiscales, y más cercanos Para vestir santos, Televisión por la inclusión e Historias de corazón. Por su parte, Juan Minujín se sumó a los elencos televisivos recién en 2003 y luego de varias participaciones importantes en programas como Tratame bien o Tiempos compulsivos el año pasado formó parte del triángulo entre Natalia Oreiro y Adrián Suar en Solamente vos.
Están actuando por primera vez juntos en El principio de Arquímedes del dramaturgo catalán Josep María Miró, junto a Martín Slipak y Nelson Rueda, dirigidos por Corina Fiorillo, en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín. Desde hace pocas semanas también empezaron juntos la película de Jazmín Stuart –La búsqueda del tesoro– donde Minujín y Erika Rivas serán hermanos, Spelzini la madre y Hugo Arana el padre.
—¿Por qué aceptaron interpretar “El principio de Arquímedes”?
MINUJIN: El texto es muy contemporáneo (2012), pega sobre las neurosis de los padres y de los docentes, sin importar el nivel educativo. La anécdota es que en un natatorio un profesor es acusado de haber sido demasiado cariñoso con un niño, y éste es el detonante. La acción se centra sólo en cuatro personajes: la coordinadora, dos profesores y un padre. Se empiezan a desplegar acusaciones, prejuicios y miedos, que se van ampliando. Está el tema de los cuerpos manipulados, lo que está o no permitido. Me parece que toca varios ítem y abre interrogantes, no baja una sola línea y todos los puntos de vista están muy bien sostenidos.
SPELZINI: El miedo es lo fundamental, el “otro” se convierte en un monstruo, sin saber quién es. Refleja a una sociedad que tiene temores, también se habla de las redes sociales, como el Facebook. Muestra gente atrapada en su propio miedo. Se supone que un maestro debe darles cariño a los niños, pero todos pueden ser sospechosos.
El que la acción ocurra en un natatorio, un lugar limpio y desinfectado, no garantiza la falta de peligro, y la oscuridad se puede colar. Cada uno parece tener razón, pero están atrapados porque el miedo es una forma de dominación. Es una telaraña invisible que les impide ver quién es el otro.
—¿Cómo ven hoy al teatro San Martín?
S: Está con obras y mucho polvo. Espero que se cumpla con todo lo que se dijo en la conferencia de prensa de diciembre del año pasado. Se regularizaron los pagos. Este era el único lugar donde se hacían las grandes obras con importantes elencos. Mucha gente conoció a esos dramaturgos y a los actores no mediáticos por estos escenarios. Creo que deberían manejar esos parámetros, no tener lo comercial como eje, el teatro puede perder, pero gana por otro lado. La cultura es una inversión.
M: Nuestros contratos estuvieron en la primera semana de ensayo. Sé que en la temporada anterior muchos elencos estrenaron sin haber cobrado. Por suerte este año empezaron muy prolijamente y esperamos que se mantenga. Quisiera que tenga el mismo nivel de producción.
—¿Cuál es la relación de los actores con la televisión actual?
S: Hice muchas tiras hace veinte años atrás. Pero decidí alejarme porque sentí que tenía un techo. La popularidad no me interesa, si no es consecuencia del prestigio y del trabajo. Filmé mucho aquí y en el exterior para el cine en todo este tiempo. No pasó por lo ideológico alejarme a la pantalla chica, fue un tema personal. Doy clases, me dediqué a la docencia, estuve muy cerca de Augusto Fernandes y busqué seguir sus pasos. Durante la dictadura el único maestro que había quedado era Agustín Alezzo, muchos otros se exiliaron. Hice el Conservatorio y llegué a ser ayudante de cátedra, hasta que llegó el proceso militar.
M: Para mí la televisión es un descubrimiento de lo expresivo. El trabajo actoral en una tira pierde precisión, no es lo mismo que el teatro o en el cine. Pero me conectó con un género como la comedia. Tengo una formación donde lo masivo no estaba en mi horizonte y fue bueno perder el prejuicio. Es un ámbito donde pude seguir siendo yo.
—¿Creen que en una tira se dan más choques que en un unitario?
M: Los problemas que hay en televisión se expanden por el medio. Siempre hay choques, también en el teatro alternativo o más independiente. Me parece que nuestra profesión está expuesta, como otras. En la televisión hay una gran mezcla entre actores que vienen del teatro, otros del cine, otros sólo hicieron televisión y se suman futbolistas o modelos. Tuve la suerte de trabajar con compañeros que me ayudaron, tanto los guionistas como los directores. Después de diez meses me di cuenta que en la tira, como en el teatro, había repetición de escenas, si estás atento se te prenden lamparitas. El año pasado hice únicamente Solamente vos y ahora vuelvo al ritmo del teatro, tenemos siete semanas de ensayos para siete escenas, es otro esquema de tiempo.
S: Creo que antes se daba más, estábamos más divididos los que veníamos
del teatro y los que eran de televisión. Creo que en estos
últimos años hay más intérpretes de la escena. Pero cuando te acostumbrás al ritmo de las tiras sentís que el decorado ya forma parte de tu mundo. Pero desde hace un tiempo mi vida es enseñar y viajar.
—¿Cómo ven al teatro argentino con respecto a otros países?
S: Viví en Italia y hay poca actividad teatral en Roma, al lado de lo que se ofrece en Buenos Aires. No hay tantos grupos, ni tienen nuestra actividad. También el cine es menor en comparación con el actual nuestro.
M: El movimiento teatral de Buenos Aires es muy intenso. Viajé mucho a festivales y sentí que lo que presentábamos estaba al mismo nivel que el de otros países. Nosotros tenemos aquí corazón, algo que falta en otros lugares, sin dinero nuestras propuestas respiran.
—¿Y nuestra televisión?
M: Este es un momento de transición en la televisión. Tiene que ver con los cambios tecnológicos, lo del aire se mueve a contenidos hacia la web o a internet. Lo veo en mis hijas, miran más internet que televisión, y no es para conectarse con juegos. Los subsidios del Incaa son positivos, aunque después se ponen en horarios difíciles.
La década ganada
En la conversación se entrecruzan desde el teatro y la televisión hasta temas políticos.
“Apoyo absolutamente el proyecto de este gobierno nacional –afirma Spelzini– aunque no soy una militante. Creo que con muchas dificultades vamos para adelante. Estuve muy optimista todos estos años, ahora tengo un poco de miedo por la oposición, no les veo elementos claros. Nadie de la oposición me garantiza estar mejor. Era muy chica cuando gober-naba el presidente Illia y es como el paraíso perdido, después militares, más militares, crisis y más crisis. Recuerdo las dictaduras y el 2001. Viví durante los golpes de Estado. Trabajé bien, pero veía a la gente destruida, hoy está mejor”.
Se adhiere a estas ideas Minujín. “Comparto con Bea-triz –subraya–, el balance que hago es altamente positivo. Nací en 1975, crecí con el menemismo y después con la Alianza. Nunca pensé que estaría con un gobierno que me diera estabilidad, educación y ciencia, las veo a todas mejor. Hay un país que tiene una historia muy inestable y con violencia incluso económica. Me gusta lo que pasa en la Argentina actual, donde veo a los jóvenes participar”.