House of cards está muy bien actuada, es divertida de ver y me encanta seguirla, pero es una serie donde todo es amoral, especulación y malos venciendo buenos, extremado a puntos insoportables. Desde ese lugar, me parece que es tan solo una ficción que no refleja exactamente cómo funcionan las instituciones. Lo que no quiere decir que no haya per
House of cards está muy bien actuada, es divertida de ver y me encanta seguirla, pero es una serie donde todo es amoral, especulación y malos venciendo buenos, extremado a puntos insoportables. Desde ese lugar, me parece que es tan solo una ficción que no refleja exactamente cómo funcionan las instituciones. Lo que no quiere decir que no haya personajes de esas características, pero de ningún modo es el denominador común. Seguro hay corruptos, es un problema de siempre. La corrupción existe en cualquier administración y Estado, en sus puntos más altos y bajos. Lo que seguro no sucede es que mata por un caso de corrupción o se manda a asesinar a alguien porque perdió una elección.
Hay una cuestión de la serie que es absolutamente cierta: las empresas y los grandes actores de la economía se acercan como lo hacen otros sectores (como pueden ser los medios) en defensa de sus intereses. Uno ha vivido peleas infernales de los poderes económicos con la política a lo largo de la historia, lo que da una pauta de que no siempre se reacciona complacientemente con los empresarios o los factores de poder monetario. Ahora, acá o en Estados Unidos y el resto del mundo, los poderosos tratarán siempre de hacer prevalecer sus deseos. A veces de modo legítimo, a veces de modo non santo. Y la política reaccionará en consecuencia, hay momentos en los que se deja corromper y muchas veces no.
Nunca vi que acá la política hiciese el daño que se retrata en House of Cards, pese a que la traición es un concepto muy laxo en Argentina. Acá traidor es el que dice “no acompaño más”, el que dice “tengo diferencias”.
*Ex Frente para la Victoria, actual Frente Renovador.