El estadio xeneize cumplió ayer un nuevo aniversario. La historia de una de las canchas más famosas del mundo. La que se mueve, tiembla y late. La de la mística incomparable. Esa que se quiso reemplazar y hoy saca pecho. Símbolo de identidad. La casa de la mitad más uno.
El estadio Alberto J. Armando cumple 80 años de vida en medio de un momento muy particular. Con sus puertas cerradas a raíz de la delicada situación que vive el mundo entero, pero con sus cimientos más fuertes que nunca. Después de tanta incertidumbre sobre su futuro, y con la idea que muchos tenían de construir otra cancha, la nueva dirigencia parece haberle puesto fin a la discusión. “De La Bombonera no nos vamos”, sonó casi como un grito de guerra.
La imponente estructura yace en la Ciudad de Buenos Aires -más precisamente en el barrio de La Boca- entre las calles Brandsen, Del Valle Iberlucea, Aristóbulo del Valle y las vías del Ferrocarril Roca. Tiene una capacidad cercana a los 55 mil espectadores y en la actualidad se analizan dos proyectos para poder ampliarla de una vez por todas. La gran limitación son las propiedades ubicadas en las dos medias manzanas que están detrás de los palcos. Una novela de nunca acabar.
La historia de La Bombonera comenzó mucho antes del 25 de Mayo de 1940, día de su inauguración. Después de haber tenido otros estadios, y de deambular por diferentes zonas, en 1922 el club alquiló los mismos terrenos que ocupa hoy en día y que recién se adquirieron en 1931. Los trabajos para contar con un campo de juego y tribunas de madera finalizaron en 1924. Algunos de esos tablones hoy forman parte de la cancha de Ferro, donde el Xeneize hizo de local mientras edificaba su nueva y definitiva casa.
El arquitecto esloveno Victor Sulcic junto a sus socios, Raúl Bes y José Luis Delpini, fueron los encargados en 1934 de diseñar el estadio. Ya le habían dado forma al famoso Mercado de Abasto de Buenos Aires, proyecto que impresionó y obtuvo muchos premios. El desafío en esta oportunidad era adaptarse al escaso espacio físico disponible. Las obras comenzaron el 6 de agosto de 1938 y se prolongaron durante dos años. Para Boca no fue nada sencillo hacer frente a los gastos de construcción.
El presidente del club en aquel entonces, Camilo Cichero, sacó una hipoteca sobre su propia casa para poder contar con los fondos necesarios. Como no alcanzó, tuvo que pedirle un préstamo al Estado: el máximo mandatario argentino, Roberto Marcelino Ortíz, se lo otorgó con la condición de que su yerno lo sucediera en el cargo. Fue así como Eduardo Sánchez Terrero comandó los destinos de la entidad de La Ribera a partir de 1939 y fue justamente durante su gobierno que se inauguró La Bombonera. Sin embargo, tuvo el gesto de permitirle a su antecesor dar el puntapié inicial en ese amistoso frente a San Lorenzo.
El sábado 25 de Mayo de 1940 comenzó la historia de uno de los estadios más emblemáticos del mundo. El encuentro con victoria 2-0 frente al Ciclón fue la excusa para una fiesta inolvidable. Todavía no estaba edificada la tercera bandeja ni la hoy denominada Natalio Pescia, la segunda que se encuentra detrás del arco que mira hacia el Complejo Pedro Pompilio y que fue construida al año siguiente. En 1951 se iniciaron las obras que completaron la estructura tal como se las conoce en la actualidad y se realizaron las instalaciones de luz artificial. El trabajo quedó concluido en 1953.
A partir de aquel momento hubo varias reformas destinadas a modernizar el estadio, aumentar su capacidad y mejorar las instalaciones. Algunas de ellas fueron la iluminaria (1986 y la última en 2019), los palcos y plateas preferenciales junto a cambio de butacas (1996), la colocación de un tablero electrónico (2008), la creación de palcos VIP a ras del césped (2012), los balcones en las columnas (en 2013) y la quita de los acrílicos en la parte baja (2020). Además, en 2001 se creó el Museo de la Pasión Boquense con el objetivo de repasar y eternizar los hechos más importantes en la vida del club.
La cancha lleva el nombre de Alberto J. Armando, presidente de la institución en dos periodos y por un total de 21 años (1954-1955 y 1960-1980). El equipo había ganado durante su mandato los títulos más relevantes a nivel internacional hasta la llegada de Mauricio Macri, justamente quien en 2000 decidió destacarlo con semejante homenaje. La primera denominación regía desde 1986 y se trataba de Camilo Cichero, por su esfuerzo y determinación para impulsar las obras que construyeron el recinto.
¿Por qué se la conoce como La Bombonera? Así la bautizó Sulcic, a raíz de una caja de bombones que recibió como regalo y que tenía la misma forma de su proyecto. El bosquejo original preveía tribunas en los cuatro costados, pero las escasas dimensiones obligaron a mutar el diseño para elaborar una especie de “D”. De allí también se explica la famosa acústica, además de la sensación de cercanía que existe con el público por haber tenido que optimizar el espacio y levantar las bandejas con una pendiente muy marcada.
Esa es la historia de la cancha de Boca. La que se mueve, tiembla y late. Escenario de incontables mitos y hazañas. La que casi fue rematada. El templo donde miles de fieles van en cada partido a profesar su religión. Famosa y elogiada en el mundo entero por su mística. Considerada sitio de visita obligada según los principales medios del planeta. Hogar que alberga una pasión única e incomparable. Imposible de explicar. Aquella que muchas veces se convierte en el jugador número 12 e interviene en el resultado. Desde penales atajados hasta triunfos y campeonatos. La casa de la mitad más uno.
Fuente TyC Sports.