Los dos goles del delantero y las atajadas del capitán le dieron forma al 3-1 de Racing ante Gimnasia.
De punta a punta. La referencia no es temporal, no tiene que ver con un dominio nítido durante 90 minutos. Pero Racing, anoche en La Plata, le ganó a Gimnasia de punta a punta.
En una, en la que se viene apoyando desde hace más de dos años, incluso en las malas, estuvo Sebastián Saja. Los relatores ubicados en las cabinas de transmisión del viejo estadio del Lobo se habrán cansado de repetir su apellido: “¡Saja, Saja, Saja!”, seguro gritaron durante ese tramo inicial del segundo tiempo, cuando Gimnasia apretaba contra el área visitante. Pero ahí estaba Saja, el capitán, el referente, para aguantar esos centros que caían desde las dos bandas.
En la otra punta, en la del ataque, anoche volvió a mostrar sus dientes Luciano Vietto, el chico maravilla de la Academia, el que había perdido los papeles como cualquier hijo de vecino en medio una tormenta. La que azotó a Racing no se llamaba Berta, es verdad, pero tuvo el peso de un aguacero que se extendió doce fechas, las que estuvo sin ganar en este torneo. Hasta que el lunes pasado el temporal se terminó en Bahía Blanca.
Aquel triunfo fue el preludio de la reaparición de Vietto, que se concretó anoche. Un gol de cabeza en el primer tiempo, tomando la distancia justa para despegarse de su defensor, fue el punto de partido. Poco expresivo, Luciano no lo gritó como el chico de 19 años que es: prefirió el abrazo con sus compañeros y un par de frases dedicadas a ellos. Lo mejor vino después, justo cuando su equipo empezaba a salir del ahogo al que lo sometía el desordenado Gimnasia: un centro de Viola le quedó servido en la puerta del área chica; en un metro, Vietto controló con zurda y castigó con derecha a Monetti, arriba.
Un ratito después, la particular mirada de Mostaza Merlo infirió que era un buen momento para quitar de la cancha al mejor de su equipo, justo cuando había recuperado la confianza que parecía haber extraviado en el largo túnel del principio del campeonato. En fin, cosas de los entrenadores.
En esta trabajosa tarea de levantarse del fondo, anoche Racing dio un paso más. Porque antes de que Saja atajara y Vietto goleara, el equipo había mostrado una actitud saludable en el primer tiempo. Con ataques construidos en varias ocasiones por Gómez, el lateral derecho. Toda una señal de mejoría. Menor, es verdad, pero gigante cuando se tiene tan poco en el ropero. En ese tramo, además, las llegadas no sólo tenían los apellidos de Vietto y Viola en el área de Monetti: también Zuculini y Villar aparecían por sorpresa.
La Academia sigue último. Pero las estadísticas, por una vez, pueden ser miradas con mayor benevolencia por el hincha de Racing que se animó a leer hasta esta línea