Continúo ayer la quinta jornada del debate oral y público contra Nahir Galarza, por el crimen de Fernando Pastorizzo. La joven no asistió a los Tribunales y debian declarar ocho testigos, entre estos, el médico forense y las peritos encargadas de practicar los análisis correspondientes en el cuerpo sin vida del muchacho.
El doctor Marcelo Benetti, perito del Cuerpo Médico Forense de la Provincia de Entre Ríos y cirujano del Hospital Centenario, fue el primero en declarar. «La autopista fue realizada el viernes 29 de diciembre de 2017, cerca de las 8.30 de la mañana. El cuerpo presentaba dos heridas de arma de fuego en el tórax. La herida que produjo la muerte inmediata fue la originada desde atrás, la cual le perforó un pulmón. Ambos disparos se produjeron cuando la víctima estaba con vida», detalló.
«El segundo disparo fue a la altura del esternón, un centímetro arriba del otro disparo que ingresó por la espalda. Ambos proyectiles ingresaron y salieron del cuerpo de Fernando», continuó el médico, al tiempo que agregó que, se produjo un «paro cardiorrespiratorio inmediato» y que «la herida originada desde atrás fue desde arriba hacia abajo, al igual que la lesión producida por el disparo que se realizó de frente al cuerpo». Sobre la causa que originó la muerte del muchacho, sostuvo: «Fue el disparo que penetró el pulmón, la víctima entró en estado inconsciente inmediatamente. Tengamos en cuenta que los tres órganos vitales son el corazón, pulmón y cerebro. En un segundo se pierde la consciencia por lesión del pulmón derecho».
«La asfixia fue inmediata, en menos de tres minutos, de acuerdo a la cantidad de sangre que había en la tráquea», reveló el perito.
«Por el tatuaje del disparo de la espalda, fue a unos 30 centímetros», mientras que «en el que se efectuó en la mano, de frente, hablamos de 15 centímetros de distancia», aclaró. Vale aclarar que los peritos denominan «tatuaje» a la marca que se aprecia en las heridas de arma de fuego, cuando el disparo se ha producido a corta distancia de la víctima (hasta 35cm en caso de pistolas, 70 cm en caso de revólveres y algo más si el propulsor ha sido pólvora negra).