Coleccionó sobrenombres, éxitos y problemas judiciales. Alternó estadías en prisión, curas de desintoxicación y discos de calidades diversas. Artista vanidoso pero fascinante, tenía una increíble confianza en sí mismo que lo hizo fuerte.
Mr Sex Machine, Mr Dynamite o incluso Padrino del Soul (o a veces del funk): James Brown, fallecido a la presunta edad de 73 años en Atlanta, coleccionó durante su vida sobrenombres, pero también éxitos y problemas judiciales.
El cantante, cuyos conciertos con una escenografía febril y coristas ceñidas en satén subyugaron a las multitudes, nunca quiso revelar su verdadera fecha de nacimiento: entre 1928 y 1933, en Carolina del Sur o en Georgia.
En un país que en su época daba pocas perspectivas a las minorías, el pequeño negro debió sobrevivir junto a su familia recolectando algodón en las haciendas ricas o lustrando zapatos en el centro de Augusta (Georgia, sudeste).
Su adolescencia cristalizó sus frustraciones y sus sueños. Al punto de ganarse a los 16 años una pena de prisión por asalto a mano armada. Fue en prisión donde conoció a Bobby Byrd e ingresó en su grupo de gospel.
Luego se unió en 1952 a los Starlighters, que cambiaron entonces de nombre para convertirse en James Brown and the Famous Flames. En esa época, James Brown hacía piruetas entre golpes y fervientes del gospel.
El grupo grabó dos discos, «Please, Please, Please» en 1956, y «Try Me» en 1958, cambiando un poco el gospel por un rythm and blues mucho más nervioso.
Editado en 1961, «Night Train» constituye, por la rapidez del tempo, el primer álbum «verdaderamente browniano» dirán los profesionales. Pero fue superado por el «Live At Apollo» grabado en público el 24 de octubre de 1962 en la famosa sala neoyorquina.
Dos años más tarde, el cantante actuaba como solista y conoció sus primeros grandes éxitos como el álbum «Out Of Sight», que contiene «Papa’s Got A Brand» «New Bag» y «I Got You (I Feel Good)» convertidos en grandes clásicos.
En 1970 fue la apoteosis con «Sex Machine», tal vez el punto más alto de la carrera de quien apodan «el padrino del soul». En escena, sus onomatopeyas, estertores y gemidos ponen a sus fans en trance.
En los años 70, llega la ola disco y casi sumerge a James Brown y su endiablado funk. El músico siguió de gira con un nuevo grupo, los Pacesetters.
El éxito continuó gracias a su película «It’s Too Funky Here» en 1978. Los Blues Brothers le rindieron homenaje a inicios de los años 80 confiándole un rol de sacerdote en esta película, convertida también en filme de culto. Y fue realmente el cine el que lo relanzó, dado que la película «Rocky IV», en 1986, le permitió triunfar con un nuevo tema, «Living In America».
«Trato a mi grupo como un ejército», confió en 1998 tras un show en el Zénith de París. También afirmaba sacar su energía de Dios: «es él quien me guía. Dios está en todas partes. Y justo por debajo, está James Brown», indicó en una entrevista.
Alternó luego estadías en prisión, curas de desintoxicación y discos de calidades diversas. Artista vanidoso pero fascinante, fue amado por una increíble confianza en sí mismo que le permitió superar todo y hacerse más fuerte.
En 2001 se editó un álbum homenaje «Doing The James Brown», junto a Aretha Franklin y Otis Redding.
Tras una vida de excesos de todo tipo, James Brown se enteró que tenía un cáncer de próstata a fines de 2004. «He superado muchas cosas en mi vida. Superaré esta también», había declarado el «padrino del soul» cuando se le informó entonces que debía ser intervenido quirúrgicamente.