El estudio, inédito en el país, busca determinar la seguridad del uso de aceite de cannabis para el tratamiento del dolor en personas que sufrieron quemaduras. Se utiliza la producción del Laboratorio Industrial Farmacéutico.
La inquietud de los médicos surgió después de la pandemia, cuando empezaron a recibir en su consultorio a pacientes que les contaban que utilizaban aceite de cannabis para morigerar distintos dolores. «Pero en realidad no sabíamos qué composición tenían los aceites que usaban, ni cómo los tomaban», recuerda Ariel Talarn, jefe de la Unidad de Quemados del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) y director de un estudio científico sobre la utilización de cannabis en el tratamiento del dolor de pacientes con quemaduras moderadas y graves.
La investigación, se trata de un ensayo clínico en fase II para evaluar la eficacia del cannabis en las terapias del dolor que se emplean en personas que sufrieron quemaduras, así como para determinar los efectos adversos comunes a corto plazo y los riesgos que acarrea el medicamento.
El proyecto comenzó a delinearse en marzo del año pasado, con el relevamiento de las investigaciones relacionadas con ese tema. En mayo de este año fue aprobado por el comité de ética de la Secretaría de Salud municipal y en julio ingresó el primer paciente al protocolo de investigación. Actualmente ya hay tres pacientes reclutados.
Los investigadores pretenden alcanzar a 60 personas con quemaduras moderadas, graves y muy graves. La mitad recibirá aceite de cannabis como parte del tratamiento del dolor, otros 30 pacientes recibirán un placebo (con la misma presentación, color y sabor que el aceite) y seguirán con la terapéutica habitual, que incluye el uso de opiáceos como morfina y pregabalina.
Para esto, se firmó un acuerdo con el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF), que produjo los 60 frascos que se utilizarán en el estudio, tanto los que contienen aceite de cannabis con 100 por ciento de CBD, el componente no psicoactivo en la planta de cannabis, como los que tienen una sustancia inocua.
La hipótesis del trabajo es que el agregado de aceite de cannabis al tratamiento habitual de pacientes quemados mejora la respuesta analgésica y no tiene efectos adversos ni complicaciones serias. Específicamente, se busca detectar la presencia de malestar luego del agregado de aceite de cannabis al tratamiento convencional de pacientes quemados y evaluar la respuesta analgésica según el requerimiento de opioides para un control adecuado del dolor, disminución de la picazón (prurito), mejoría de sueño y ansiedad.
«En las personas que sufrieron quemaduras el tratamiento del dolor es fundamental para evitar la aparición de dolor patológico que llevará a los pacientes a la manifestación de dolor crónico, y con ello al desmedro en su calidad de vida. Para esto, por protocolo, usamos morfina; que es un opioide con muchos efectos indeseables, como constipación, malestar, desasosiego, somnolencia, mareos, nauseas, vómitos, disminución del apetito y un riesgo de dependencia cuando el paciente recibe el alta. Lo que aspiramos a demostrar es que con el uso del cannabis se puede disminuir las dosis de morfina «, señala el médico, que está al frente de un equipo en el que participan Laura Taljame (cirujana) y Janina Toneguzzo (clínica), además del equipo de enfermería, psiquiatría, estadística, farmacia, biotecnología e ingeniería química. Todos, trabajadores de la salud pública.
Más evidencia
En los últimos años, se produjo un aumento del uso del aceite de cannabis en la población en general. También un crecimiento de la cantidad de evidencia sobre el uso terapéutico de sus componentes a partir de la habilitación de protocolos de investigación. La cepa que se emplean para uso medicinal no es la misma que la utilizada para fines recreativos, ya que las primeras tienen mayores niveles de CBD, mientras que las recreativas tienen mayor proporción de THC.
El conocimiento científico acerca de los beneficios del cannabis provocó que cada vez más países autorizaran su uso medicinal. En Argentina, los antecedentes se remontan a 2017, con la aprobación de la ley 27.350, cuyo objetivo fue otorgar «un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud”. Tres años después, la Anmat incluyó al cannabidiol como medicamento para el tratamiento de la epilepsia farmacorresistente.
Santa Fe, a través del Ministerio de Salud, fue una de las primeras provincias en abordar el uso del cannabis desde la salud pública. En 2016 sancionó la ley 13.602, que lo incorpora dentro del formulario terapéutico provincial (Iapos) “para el tratamiento de síndromes, trastornos, enfermedades poco frecuentes, patologías como epilepsias, cáncer, dolores crónicos, fibromialgia, glaucoma, esclerosis múltiple, tratamiento del dolor, estrés postraumático y toda otra condición de salud, existente o futura, que la autoridad de aplicación de la ley considere conveniente”.
A su vez, el LIF desarrolló una especialidad medicinal a base de cannabidiol poniéndola a disposición para su uso en epilepsia farmacorresistente. El año pasado aprobó el circuito establecido en el ámbito de salud pública santafesina para la prescripción y distribución del Aceite de Cannabis marca LIFSE.
Una unidad muy especial
La Unidad de Quemados del Heca es una de las dos especializadas que existen en la salud pública de Rosario. La otra está en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela y recibe a la población infantil. Al hospital de avenida Pellegrini al 3200 ingresan entre 100 y 120 pacientes por año con lesiones de distinta gravedad. De acuerdo a su extensión y profundidad, las quemaduras se dividen en grados: I corresponde a una quemadura leve; II, moderada; III, grave; IV, muy grave y V, crítica.
A la investigación sobre el uso de aceite de cannabis se incorporan las personas con quemaduras de grado II, III y IV; quienes generalmente requieren largas internaciones debido al tiempo que lleva el tratamiento, que incluye cirugías e injertos cutáneos en las quemaduras profundas.
A pesar de los fármacos disponibles, los pacientes quemados que cursan internaciones en las unidades de quemados padecen el dolor propio de la patología y vinculado a los procedimientos necesarios para su atención. El consumo de muchos fármacos (polifarmacia) y las altas dosis de opioides que reciben. tienen efectos indeseables.
Por eso, el estudio se propone mejorar la calidad de vida y de internación de estos pacientes. Para los médicos, teniendo en cuenta los resultados obtenidos publicados sobre la utilización de cannabis en el manejo del dolor, la administración de aceite de cannabis podría ser un coadyuvante efectivo en estos pacientes.
«No hay investigación en el país sobre el uso de cannabis en pacientes quemados. Por eso uno de los objetivos de nuestro trabajo es presentar los resultados a la Anmat para conseguir la indicación de cannabis para el tratamiento de quemaduras», sostuvo Talarn. De esta forma, se podrá garantizar el acceso de los pacientes de la salud pública a los aceites, que en el mercado tienen un precio elevado.