Hoy a partir de las 20 en la galería-taller “Neike”, San Martín 779, quedará inaugurada la muestra feria de artistas paranaenses.
Se muestran obras de pequeño formato de cinco artistas, más allá del lugar de nacimiento de dos de ellos, están gestando su obra en la capital entrerriana, en Paraná. El profesor Luis Salvaezza realiza una síntesis de cada uno de los expositores
Luis César Bourband nos dice a través del grabado y una diversidad de técnicas que lo convierten en un buceador o buscador, hace más de 50 años, del hallazgo. Y en ese encuentro que también supone desencuentros ha alcanzado solidez, reconocimiento y por sobretodo afectos. Pienso y visualizo esa infinidad de Series que suponen variedad de temas que lo acercan a la realidad provincial o nacional, como la del tango, y otros que lo trasladan al mundo de las abstracciones, lo subterráneo, lo cósmico o lo onírico. Sin embargo la línea que quiero rescatar ahora y la que como un tapiz o una trama eleva lo vegetal y lo alado y dice, sin proponérselo quizás porque es la más escurridiza, la que estampa la esencia de lo latinoamericano.
María Elina Caramella convierte sus acuarelas en un canto al reflejo y las transparencias donde una línea precisa contornea las formas de ese desparramo acuoso, movedizo y luminoso del color; apretando el estallido. Hace que dialoguen rosas con verdes, naranjas con rojos, enriquecidos por degradés, lavados y superposiciones. Lo urbano, lo rural y el río y otros rincones son una constante en su obra a los que logra elevar a una categoría poética o si se quiere, romántica.
Juan Carlos Eberhardt recuerda que un Superman realizado con un clavo en una pared de su pueblo natal, de Crespo, fue el disparador de este dibujo que oscila o aúna elementos hiperrealistas y surrealistas, que transgrede y enmascara exhibiéndonos densas atmósferas pobladas de cierto erotismo y dramaticidad, donde se experimenta y arriesga con soltura, libertad, espontaneidad e impecabilidad y paradójicamente juega con la deformidad. Por eso podemos afirmar que a partir de lo otro y del otro, más allá de lo inconsciente y lo onírico, de parecerse a muchos ha conseguido un estilo propio o «super«, por recordar los inicios, que se le reconoce. Y si tuviera que encontrarle un pasado en la provincia recordaría a Carlos Simonelli y a Mildred Burton. Ellos también mostraron la figura humana desde adentro. Digo rozando lo inesperado y por inesperado próximo al grito o al silencio.
Ana María Garello también en sus obras de gran formato o de salón, para ubicarla, aproxima su ataviado dibujo al hiperrealismo a través de una factura casi fotográfica si no fuera por un juego de luces, resplandores o espejos que cortan e intervienen la figura. Digo cierto aura. También es dueña de otras Series, una donde la línea se enhebra o enreda a encajes o arabescos de notoria impecabilidad. Otra donde hay cierta geometrización y la más sencilla, la de las naturalezas muertas, la que exhibimos en esta muestra donde las manzanas incitan al mordisco o a repetir la historia o a recordarme un gallo de rojísima cresta que nos insinúa que siempre amanece.
Guillermo Hennekens es un artista que oscila privilegiando unas veces lo técnico, el hecho creador y su impacto y otras lo temático. Más allá de conseguir siempre un acertado equilibrio. Alejado de lo que ha caracterizado su obra desde mi mirada, donde lo humano se metamorfoseaba con lo animal o viceversa y sus bestiarios y ciertos enmascaramientos hoy de todo aquello encuentro cierta reminiscencia o apenas un temblor. Más allá de un juego de formas, colores, grafismos o estampaciones y la mirada crítica o ese forcejeo con la muchedumbre o lo social, su pasividad que señala como de mansedumbre y la soledad.
Cinco propuestas que nos invitan a que ahondemos en sus obras, a que nos aproximemos a ellos.