El actor, que estrenó la película Kryptonita, elogia las políticas del Incaa que, según él, les otorgaron oportunidades a nuevos autores. Planea realizar un film sobre bandidos rurales.
No le falta trabajo a Juan Palomino. Este jueves se estrenó Kryptonita, la adaptación cinematográfica de la novela de Leonardo Oyola con la que Nicolás Loreti cosechó calurosos elogios en el último Festival de Mar del Plata. En esa película, el actor nacido hace 54 años en La Plata es el Nafta Súper, uno de los simpáticos superhéroes del Conurbano que la protagonizan. Pero también se lo puede ver en otros dos filmes de la cartelera porteña: Los del suelo, de Juan Baldana, y Contrasangre, de Nacho Garassino. Esta semana terminó Ocho cartas para Julio, un espectáculo del dramaturgo Gabriel Lerman que, basado en textos de Cortázar, cruza el teatro con la música. Y acaba de terminar el rodaje de Adiós querido Pep, comedia dramática de la uruguaya Karina Zafino en la que comparte elenco con Florencia Raggi y Facundo Arana. “No es casualidad –explica el actor–. Las políticas de los últimos años les han permitido a nuevos directores mostrarse, construir un cine que se corre de nuestra identidad más común. Apareció una originalidad que también nos representa. No son todas películas testimoniales o comedias. También aparecen historias como la de Kryptonita. Eso le hace bien al cine argentino. Hay muchas oportunidades para los jóvenes”.
En ese marco, Palomino planea dirigir su propio largometraje, Pistolero, un western criollo que, según sus propias palabras, “se propone entender el origen de la violencia que sacudió al país en los 70”. La película será codirigida por Nicolás Galvagno y cuenta parte de la historia de los hermanos Velázquez, dos bandidos rurales que murieron a fines de los 60, durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía. “Hay mucho material sobre el tema. Un muy buen libro de Roberto Carri –sociólogo, militante montonero y padre de la cineasta Albertina Carri, secuestrado y desaparecido durante la última dictadura militar– dedicado a Isidro Velázquez, por ejemplo. La idea es elaborar una hipótesis sobre la violencia de los 70 en el marco de una película de género”, señala.
Mientras tanto, Palomino se prepara para salir de gira por todo el país con Encuentro de genios, la obra de Beto Casella en la que interpreta a Juan Domingo Perón. “Siempre elegí mis trabajos con un criterio muy definido –dice el actor–. Ya desde el primero que hice, El jardín del infierno, una obra de Osvaldo Dragún, autor que estaba prohibido cuando la estrenamos, en la época de la última dictadura. Lo que me importa es que sean proyectos artísticos con contenido y de buena calidad. Eso habla de la identidad de un actor. Puedo hacer un programa de televisión o tocar con Los Negros de Miércoles, el grupo de música afroperuana en el que canto”.
Y hablando de televisión, también en ese medio Palomino tiene trabajo agendado: ya está confirmado que participará en la segunda temporada de Magnífica 70, serie brasileña producida por la poderosa cadena HBO, a la que llegó gracias a la recomendación de una maquilladora que conoció cuando participó en la versión argentina de Amas de casa desesperadas: “La primera temporada fue, valga la redundancia, una experiencia magnífica para mí. Generé un muy buen vínculo, y creo que eso tiene que ver con el gran respeto que hay por lo que se hace en Argentina en términos audiovisuales. Yo fui testigo: muchas veces, cuando salía bien una escena, decían ‘esto parece una película argentina’”.