Random House reeditó la biografía del cubano que tuvo una influencia decisiva en el armado de Canal 13.
Hacía fines de los años cincuenta, Goar Mestre era el dueño del grupo mediático más grande de Cuba: siete canales de televisión, nueve radios y treinta empresas de diferentes rubros, constituían al enorme Circuito CMQ de La Habana.
Faltaban dos años para la Revolución Cubana de 1959 y Mestre, que asistió económicamente a la guerrilla que derrocó al dictador Fulgencio Batista, se sinceró: «Sólo quiero decirles una cosa: no tengo suficiente valor para unirme a las fuerzas de Fidel Castro en Sierra Maestra».
«…pero me sobra valor para decirle al general Batista que no acepto esta ley porque es una agresión gratuita contra nosotros y sólo intenta amordazarnos. Díganle que, si ésa es su intención, puede quedarse con CMQ. Es más, le pueden decir, mejor todavía, que se la meta en el culo. Pero, eso sí, sin mí», lanzó sin vueltas.
El empresario se oponía a la puesta en marcha de la «Ley retrato» que el dictador pretendía implementar para regular la radiodifusión del país y golpear directamente la posición dominante del grupo mediático dirigido por Mestre y sus hermanos Abel y Luis Augusto. Debió pelear un año hasta que en febrero de 1958 consiguió su derogación. Pero un año después, en enero de 1959, Radio Reloj anunciaría la caída de Batista, el triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro y la posterior intervención en 1960 del Circuito CMQ que a partir de ahora dejaría de estar, en palabras de la revolución, «al servicio de la mentira».
“Si no hubiera llegado Castro alguien nos tendría que haber echado a patadas”, se sinceraría años después. “Poca gente sabe que aun siendo empresario él apoyó a Fidel Castro”, recuerda Pablo Sirvén, autor de El rey de la TV, reeditada por Random House Mondadori.
Durante los años sesenta, instalado en Buenos Aires, Mestre retomaría el negocio de la TV: «Logró una situación ideal al combinar calidad con rating», apunta Sirvén sobre el éxito de Canal 13 durante esa década. «No derrapaba, logró tener programas culturales y te diría que esa impronta se mantuvo hasta los primeros años de la década del noventa».
En el año ‘74, Mestre debió afrontar la decisión de la presidenta María Isabel Martínez de Perón de estatizar los canales privados 9, 11 y 13. En 1989, con Carlos Menem en la presidencia participó de la privatización de los canales en una sociedad conformada por el Grupo Macri pero, como señala Sirvén, tuvo diferencias – especialmente con Mauricio Macri – y se alejó del negocio.
Sus últimos años de vida «fueron como muy plácidos, tuve ocasión de verlo muchas veces, estuvo abocado a Teleinde (los actuales estudios de Telefe en la localidad bonaerense de Martínez)», recuerda Sirvén. “Fue un biografiado muy dócil, me ayudaba con llamados, con sus archivos. Yo siempre digo que tenía una especie de narcisismo controlado, estaba orgulloso de lo que había hecho, pero no te lo refregaba como (Alejandro) Romay«.