Vencio 3-1 a tigre y quedo a dos puntos de river, aunque con un partido mas. lucero convirtió dos goles y mancuello se lucio con uno olimpico.
Independiente jugó uno de esos partidos en los que se celebra todo. Uno de esos partidos en los que un cambio de frente justifica aplausos, un quite a tiempo se celebra con entusiasmo, tres pases seguidos ameritan un “ooole” y a cualquier jugador que salga se lo premia con una ovación. Este fue el clima durante el segundo tiempo en el Libertadores de América, cuando Tigre ya parecía resignado. Las tribunas fueron puro elogio. Después del gol olímpico de Federico Mancuello, cuando recién iban diez minutos del segundo tiempo pero el 3-1 era irreversible, los hinchas reconocieron aquello que en el Rojo sobra: las buenas intenciones.
Con el triunfo de ayer, Independiente quedó a dos puntos de River con un partido más. Hasta que esta tarde juegue Lanús, es el único escolta. Lo notable de esta gran campaña es que todavía es un equipo en formación. El entrenador Jorge Almirón todavía no terminó de encontrar al equipo definitivo. Fecha a fecha cambia jugadores, hace pruebas, modifica esquemas. Salvo el Ruso Rodríguez, Mancuello y el Rolfi Montenegro, el resto es intercambiable. Así y todo, después de trece partidos irregulares, en los que alternó rendimientos muy flojos con otros como el de ayer, sigue prendido.
El gran mérito de Almirón es que siembra la cancha con jugadores que pueden definir los partidos. Si no puede el Rolfi, será Claudio Riaño, o Matías Pisano, o tal vez aparezca Francisco Pizzini, quién sabe, en una de esas le toca a Sebastián Penco, y si no siempre está Mancuello. En esa lotería en la que el disfraz de superhéroe cambia de mano, apareció Lucero. El delantero había convertido sólo una vez: a Rafaela en la primera fecha. Y ayer se destapó: dos pelotas paradas, dos centros y dos goles, uno de cabeza y otro de zurda. Fueron tan valiosos y oportunos que disimularon el error defensivo en el empate de Tigre, ese pasito adelante de la línea de fondo que a veces funciona y otras se sufre.
El cierre es para Mancuello. Hacía tres, cuatro fechas que buscaba el gol olímpico. Es como cuando el Loco Abreu patea un penal: todos intuyen que la puede picar. Cada tiro de esquina para Independiente se barajaba esa posibilidad, flotaba la sospecha de que le podría pegar directo al arco. Ayer se le dio. El hombre de la fe, de la confianza, de la autoestima, lo logró: su noveno gol en el torneo fue olímpico, decisivo y fantástico.