Nada para ilusionarse dejo la noche de san juan. El equipo no aparecio, perdio 2-0 ante huracan y quedo eliminado. asi, la gente no podra olvidar a Riquelme.
La ropa de Huracán no era de marca; aún espera sponsor para vestir a un plantel que aspira a volver a Primera antes de fin de año. Boca también presentó una ropa que todavía no le queda justa. El sastre, el que medía los pases, el que definía el estilo, el que le hacía el dobladillo al partido era Riquelme. Este Boca, como la camiseta de anoche de Huracán, es un genérico. No tiene el sello distintivo.
La metamorfis de un equipo con líder a jugar sin referencias tan claras es el desafío que afronta Boca de cara a un torneo exprés, en el que impera la urgencia.
La Copa Argentina era la oportunidad de ganar esos partidos que los brasileños definen como mata-mata; Boca necesita matar su fantasma: ayer no hubo ni 10 (el número ahora es de Luciano Acosta, lesionado) ni quien jugara de 10. Lo más parecido a Riquelme fue Gago, que asumió el lugar del cinco que se despega de su posición y que además toma posiciones ofensivas: sólo sucedió en el primer tiempo, cuando pateó dos veces al borde del área grande (uno de los remates pasó muy cerca, tras desvío en un defensor) y al buscar con un pase profundo a Calleri. La pelota quedó larga, pero el registro sirve para identificar a un hombre que, de algún modo, intentó falsificar a Riquelme.
No sos vos, soy yo. Cualquier equipo necesita rodaje para alcanzar un buen rendimiento. Boca, encima, cambió el esquema. El problema es la paciencia. Huracán evidenció a un rival que por momentos lucía descocido. Como esa jugada que le costó la tarjeta amarilla a Cata Díaz. El ahora capitán cortó con falta a Toranzo en un ataque en el que el Globo iba con cuatro jugadores y Boca defendía con tres.
Después, el gol. Un pelotazo de Vismara dejó en ridícula a una defensa que marcó en línea y no pudo evitar que Ramón Abila enfrentara mano a mano a Orion. Y por último, la pelota parada: con un tiro libre sin sorpresa y un cabezazo, Huracán aumentó las diferencias.
Boca tendrá que espiar en los detalles para rescatar aspectos positivos de un partido que apenas manejó de a ratos en el primer tiempo. Carrizo, por caso, es uno de los oasis de un Boca desierto de juego.
Calleri pudo haber acercado a Boca en el resultado, pero su definición fue tapada por Marcos Díaz. A esa altura Huracán esperaba atrás, midiendo un posible contragolpe que lo arrimara a una goleada. Lo único que le hubiese faltaba a Boca para extrañar todavía más a Riquelme.