Luego de cuatro campañas consecutivas con bajas en el área destinada a la oleaginosa, la superficie sembrada con la misma tendrá una expansión de 900.000 hectáreas respecto al año pasado e igualará la marca de las campañas 2018/19 y 2020/21.
De este modo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) proyectó que la superficie sembrada con soja crecerá 5,6% en la campaña 2023/24 respecto al ciclo anterior, mientras que la producción pegará un fuerte salto 138,1%, hasta los 50 millones de toneladas, en contraste con el ciclo anterior en el que la sequía fue determinante.
En cuanto al volumen proyectado de producción, la entidad bursátil pronosticó un salto de 29 millones de toneladas en comparación con las 21 millones de toneladas obtenidas en el ciclo 2022/23, que resultó fuertemente afectada por la sequía.
De concretarse esta estimación, la campaña 2022/24 se ubicará por encima del promedio de los últimos cinco años.
«Según los datos recopilados, se evidencia una tendencia positiva producto de diversos factores, una mayor disponibilidad de superficie que no pudo ser utilizada para cultivos competidores, como trigo y girasol, así como una mejor competitividad respecto a otros cultivos de verano debido a una relación insumo/producto más favorable», explicó la BCBA.
Además, «a pesar de un pronóstico irregular en cuanto a la distribución espacial de las precipitaciones, se anticipa una paulatina recuperación de la humedad durante la ventana de siembra en las regiones primicia, sumado a una normalización del régimen de lluvias estivales en línea con el promedio histórico o incluso levemente superior», agregó la entidad.
En cuanto al aspecto económico, una mejor relación insumo-producto de la soja en detrimento del maíz se ubica como uno de los principales factores que explican el aumento en el área destinada a la oleaginosa.
Según marcó el informe, si bien el precio internacional de la soja cayó en el período pre-siembra, que va de julio a septiembre, cayó 7% y un 19% respecto al mismo período del año pasado y de los máximos alcanzados el 2022, el valor del maíz se redujo 24% y 39%, respectivamente.
«Al comparar los precios actuales con el promedio de los últimos cinco años, el precio del maíz ha vuelto a su media con mayor velocidad, mientras que la soja se mantiene en un nivel relativamente más alto. En este sentido, la soja se encuentra un 25% por encima, mientras que el maíz solo en un 5%», indicó el trabajo de la BCBA.
Con respecto a los precios de los principales insumos, la Bolsa porteña apuntó que «se observan movimientos heterogéneos respecto a los valores registrados el año pasado».
En cuanto a los fertilizantes, tanto la urea como el fosfato diamónico, presentaron bajas del 30% con relación al periodo de pre-siembra del año pasado, mientras que, en la misma línea, el glifosato y el gasoil cayeron de manera más significativa, alcanzando un 54% y 28% menos.
«Frente a este escenario donde el precio de la soja no cayó en la misma proporción que el precio de sus insumos, se observa una mejora de la relación insumo-producto respecto a la campaña previa y al promedio de las últimas tres campañas», remarcó la entidad.
Así, «la falta de claridad sobre el rumbo futuro de las políticas en medio de un año electoral, la evolución de las condiciones climáticas, una situación de mercado favorable a la oleaginosa hasta el momento y la incertidumbre en torno a la disponibilidad efectiva de fertilizantes, favorecería el aumento de la superficie destinada a la soja», concluyó el informe de la BCBA.