Gwendoline Christie, la gigantona británica de casi dos metros, interpreta a Brienne de Tarth, la colosal guerrera que desafía los estándares.
Gwendoline Christie sabe que nació, entre otros milagros, para ser Brienne de Tarth, la gigantona con código de honor irreductible que actualmente custodia y encierra al mismo tiempo a Jaime Lannister (bajo estricto pedido de Catelyn Tully). Si ninguno de esos nombres suena, es porque milagrosamente usted no es de los seis millones de personas que han hecho de Game of Thrones, la adictiva serie de HBO, el fenómeno televisivo más importante del mundo desde Los Soprano.
Pero Christie, de 1,91 metros de altura, educada en Londres y que si no hubiera sido actriz sería “gimnasta olímpica”, sabía que tenía que ser Brienne de Tarth: “Por eso empecé una campaña en Twitter para que me vieran. Empecé a cortarme el pelo muy corto y a vestirme de modo andrógino. Y por suerte, el director de casting de la serie me vio interpretando a Shakespeare en el teatro y decidió que fuera Brienne.”
—La presidenta de nuestro país se ha referido mucho a la serie y sobre cómo se siente identificada con Daenerys. ¿Por qué pensás que alguien en ese cargo podría relacionarse con la serie?
—Es simple: es una serie que dentro de sus excesos habla de algo específico, o lo usa como motor para una serie de intrigas y de gestos que van desde el melodrama hasta el honor digno de western. Eso de lo que habla es el poder. Meter al poder como suprema meta es definir en parte una esencia humana. Aunque creo que aquí el poder aparece de formas diversas: algunos quieren reinar y otros simplemente quieren estar en paz, y saben que la única forma de obtener eso es reinando. Que un mandatario presidencial se fascine con Game of Thrones es inevitable. Claro, hay que sumar que si hay dragones y peleas con osos, la cosa es más divertida.
—Brienne parece el perfecto opuesto de Tyrion Lannister, el popular y enano personaje de la serie, pero al mismo tiempo ambos desafían estereotipos de lo cool. ¿Qué creés es importante de eso?
—¡Todo! ¡Una gigantona que pelea con osos y un enano que desafía la mediocridad general de su mundo son lo mejor que ha sucedido en la serie! Y hablamos de muchas cosas buenas. Es como Los Soprano pero apelando a un instinto más animal: más animal en cuanto al relato, en cuanto a pasiones, más sincero en sus necesidades básicas. Sexo, espadas, honor: poner en escena lo que Hollywood escondió por mera pacatería tenía que ser algo que sucediera en un contexto perfecto. Y la serie lo es. Es un excelente thriller político donde todo siempre está fuera de borda.
—Tu personaje tiene energía y gestos masculinos, pero defiende a ultranza el hecho de que es una mujer. ¿Qué pensás al respecto?
—Que es increíble. Y muy respetable. La belleza no tiene que ver con la manera en que uno nace y respetar o no arquetipos de belleza o estándares de géneros. La belleza tiene que ver con las elecciones que hacemos en torno a eso. La elección de Brienne es colosal, como lo es su cuerpo. Es entender que parte de su búsqueda, o su camino, es descubrirse como mujer, algo que se le ha hecho difícil por la manera en que se ve, o mejor dicho, por cómo juzga su mundo la manera en que se ve. Sabe que su fuerza no viene de actuar como un hombre, sino de ser mujer.