El actor estrenó en cine El amor y otras historias mientras en Madrid se presenta en teatro con En el desierto.
El actor estrenó en cine El amor y otras historias mientras en Madrid se presenta en teatro con En el desierto. Asegura que por sus raíces argentinas y su larga estadía en España, entiende las dos formas de ser.
Fue durante un tiempo el hijo de Héctor Alterio, pero desde hace unos años Ernesto Alterio tiene una carrera prestigiosa detrás y comparte sus dos tierras: la adoptiva, España, y la que lo vio nacer, Argentina. Pertenece a una generación (hoy tiene 44 años) traspasada por la última dictadura militar. Aunque prefiere no hablar del pasado, su infancia sufrió ese desgarro cuando las amenazas hacia su padre hicieron que la familia en pleno se exiliara en Madrid. Después de los estudios, llegaron la profesión, el trabajo, su relación con la actriz colombiana Juana Acosta y, de este vínculo, nació su hija Lola, en 2006.
Está en las salas de cine locales con El amor y otras historias, ópera prima de Alejo Flah, también guionista de la recordada miniserie Vientos de agua. No pudo asistir al estreno ya que está interpretando En el desierto, propuesta interdisciplinaria que reúne danza, música y teatro, de martes a domingos en el teatro El Matadero de Madrid, con dirección del coreógrafo Chevi Muraday. La comunicación fue vía internet, ya que entre la diferencia horaria y sus actividades, se hizo imposible otra posibilidad.
—Trabajás indistintamente en el cine español y en el argentino: ¿notás diferencias?, ¿cuáles?
—La dinámica de un rodaje es parecida en los dos lados. Hay diferencias pero creo que tienen que ver con los temas que se tratan y con las relaciones humanas que se establecen. En cada lugar hay códigos diferentes que tienen que ver con la idiosincrasia de cada país.
—Participaste de importantes películas argentinas como Infancia clandestina, que fue elegida para competir por los Oscar. ¿Qué sentís cuando un trabajo tuyo se acerca a ese premio?
—Infancia clandestina es una película que nos trajo muchas satisfacciones, tuvo un largo recorrido y bastante repercusión. Pero para mí el mayor premio fue constatar la manera en que nuestro trabajo tocaba el corazón de la gente.
—Tenés la facilidad de poder interpretar tanto a un argentino como a un español. ¿Qué modificás de tu pronunciación? ¿Te cuesta?
—De alguna manera esto tiene que ver con haber podido sacarle partido a esta extraña condición mía de no ser estrictamente de ningún lado. Con los años he desarrollado una especie de bilingüismo. Se trata no sólo de un tema de pronunciación, sino de entrar en la cabeza de un argentino o de un español. Actuar es un arte delicado. A veces me cuesta más y a veces menos.
—¿Qué sentís cuando en España te hablan de Darín o Peretti? ¿Hay un mito sobre los intérpretes actuales argentinos?
—No sé si hay un mito. Lo cierto es que en general los actores argentinos están muy bien considerados en España. Siempre que se habla bien de un argentino, sea actor, poeta o futbolista, me pongo orgulloso y contento.
—¿Te enteraste de que Relatos Salvajes, último film de Szifrón, con producción de Almodóvar, está alcanzando récord de público? ¿Qué les notás a los directores argentinos que conquistan tantos espectadores?
—No sé, cómo llegar al espectador siempre es un misterio. Creo que tiene que ver con una sensibilidad especial para combinar lo culto y lo popular, siendo siempre fiel a uno mismo.
—¿Cómo se forman hoy los futuros actores españoles?
—Espero que concienzudamente. Y con disfrute y amor por el arte de actuar.
—¿Por qué no trabajaste aún en los teatros argentinos? ¿Qué te gustaría interpretar aquí?
—Quizá porque son temporadas largas y tendría que estar alejado de mi familia demasiado tiempo. Pero me encantaría. Poder sentir el contacto directo con ¡el gran público argentino salud!
Por Ana Seoane | Publicado en la edición impresa del Diario Perfil