No pasaron ni cinco días del escándalo en Mendoza , entre Godoy Cruz y Boca, para que el fútbol argentino se viera involucrado en otro bochorno.
Cuando el partido se moría los jugadores de Arsenal y Gimnasia armaron una hecatombe que terminó con cinco expulsados y un sólo perdedor: el fútbol. En lo deportivo el partido terminó 1-1, en un resultado que le impidió a los de Sarandí quedar a un punto de Newell’s.
La historia fue así. En el minuto 44 del segundo tiempo hubo un pique luego de que la pelota se desinflara. La lógica de los códigos del fútbol indicaba que Gimnasia le tenía que devolver la pelota a Arsenal, que era el que tenía el balón antes de que se parara el juego. Pero el uruguayo Pereyra en vez de hacerlo encaró para el área rival y la jugada casi terminó en gol. Eso, insólitamente, derivó en una lluvia de trompadas entre ambos planteles que terminó con cinco expulsados (debieron ser muchos más): Damián Pérez y Nicolás Aguirre, por Arsenal; Franco Mussis, Matías García y Gastón Díaz, en Gimnasia.
Algo de fútbol. Desde el comienzo los locales mostraron sus credenciales: un buen arquero, seguridad en el fondo, orden a la hora de buscar el arco rival y un juego aéreo que siempre le abre el camino. Anoche, ante Gimnasia, el partido fue uno de esos de los que Arsenal disfruta jugar. El equipo platense le planteó un partido con mucha gente en la mitad de la cancha. No pasaba nada pero Arsenal tuvo un tiro libre a favor y le sacó jugo con el cabezazo de Caraglio.
Pero los de Troglio mostraron varios caminos para lastimar al local. La rapidez de sus hombres de arriba fue un dolor de cabeza para Arsenal. A los 17’ del segundo tiempo, un pelotazo de Blengio desde el fondo sorprendió a todos al dejar a Facundo Pereyra de cara al gol para que supere a Campestrini.
Después vendría el escándalo.