En el marco de los 40 años del conflicto que se desarrolló en el Atlántico sur frente a Reino Unido, La Prensa Federal dialogó con numerosos Veteranos de la Guerra de Malvinas. Historias, testimonios y relatos de hombres que se enfrentaron a un ejército en su juventud, en condiciones climáticas adversas y con dificultades por doquier.
El 2 de abril siempre será una fecha especial para los argentinos, ya que en 1982 se llevó a cabo el conflicto entre Argentina y Reino Unido por las Islas Malvinas y demás territorios del Atlántico Sur. Para brindar una perspectiva a primera mano, La Prensa Federal visitó el Museo de Malvinas, ubicado en la parte superior de la Casa de Urquiza -hoy en día, Correo-, y recogió testimonios de Veteranos.
En primer lugar, este diario conversó con Armando Scévola, Veterano de Guerra y responsable de la Sala Evocativa nombrada.
En primer lugar, Scévola indicó: «Llegué el 4 de abril a Malvinas. La realidad de todo esto es que muchos de nosotros analizamos la fecha que volvimos, pero no nos acordamos. Algo nuestro se perdió, inclusive en el regreso a Malvinas en 2012, yo sinceramente perdí bastante memoria de lo que sucedió en el lugar. El estado de nerviosismo, miedo y un montón de cosas, hizo que nosotros olvidáramos de muchas cosas».
A su vez, Armando cuenta que «nosotros no nos dimos cuenta de lo que pasaba, muchos teníamos 19 años, pero más allá de eso, estábamos seguros que no volvíamos, lo hablábamos con los compañeros que estaban al lado nuestro. Yo siempre digo que a veces no es el momento de quedarse y por eso pudimos regresar. Cada uno de nosotros tiene un día determinado para morir y los que sobrevivimos en Malvinas, definitivamente no eran los nuestros».
«Cuando volvimos de Malvinas, nuestros amigos de nuestra edad eran distintos, nosotros volvimos algo así como más ‘maduros’, por las cosas que vivimos en el conflicto. Esto fue en el 1982, la época que la mayoría de los jóvenes trabajaba, es otro estilo de vida que el de ahora», admite Scévola.
A la guerra
Scévola señaló que «yo estaba vestido de civil listo para volver a mi casa en marzo del 1982, en el Batallón De infantería V de Río Grande, ya tenía la baja, igual que todos mis compañeros. A los pocos días, el 4 de abril de la madrugada, nos mandaron a entregar las armas al Batallón y luego me cambian de grupo. Me mandan con el grupo Armamento para buscar bolsón de equipo que me dieron, un overol todo roto y a todos nos hicieron lo mismo».
En este sentido, admitió que «no nos dijeron donde íbamos y nos llevaron a un avión, éramos 6 en ese momento. En el trayecto, pensábamos en problemas con Chile, pero cuando subimos al avión nos dimos cuenta que no era eso. En 45 minutos que tardó el avión, nos dicen que estábamos en Malvinas y que estaban recuperadas, y que teníamos que trabajar durante 10 días repartiendo armas y municiones para batallones».
Por esto «teóricamente volveríamos luego de ese trabajo, pero no sucedió. Tratamos de ubicarnos en posiciones y entre ese ida y vuelta, aparecen Rafael Schuemer y Daniel Sírtori, compañeros míos que eran de Federal. Éramos muy unidos entre los tres y un compañero más de Misiones. Pasaban los días y no teníamos más que un fusil, así que armamos una ametralladora que teníamos de repuesto».
«Teníamos la capacidad de hacer cosas por nuestra cuenta, eso es lo raro. A veces uno escucha a los chicos y la capacidad de autodefensa nuestra era increíble».
Armando Scévola, Veterano de Guerra y responsable de la Sala Evocativa.
Luego, «bajamos el Cerro Tumbledown con Sírtori, llegamos al Polvorín, y cuando salimos con un cañón, Sírtori se lo coloca al hombro, y para eso teníamos unos guantes para manejarlo, pero los terminamos rompiendo arañando las piedras para subir el Cerro cuando llegó la alerta roja por aproximación de un avión enemigo, que después comenzó a disparar atrás nuestro».
Scévola añade: «Ahí te das cuenta de la desesperación por salvarte de algo que ni siquiera estás viendo, porque nosotros no sabíamos si nos disparaba a nosotros o apuntó más atrás, pero los tiros del avión lo escuchábamos muy cerca».
«Fueron 74 días en total en Malvinas más 11 días prisionero».
Armando Scévola, Veterano de Guerra y responsable de la Sala Evocativa.
Según Armando, «cuando hunden el Gral Belgrano comienzan a bombardear en serio. Eso no paró hasta el 14 de junio cuando terminó la guerra».
Y señala que «cada uno de nosotros vive con nuestras experiencias, la guerra no terminó el 14 de junio, sigue hasta el día de hoy. Me pasó con compañeros, no nos vemos desde hace 40 años y nos hablamos a diario. Hace algunos días, Carlos Polischuk, compañero combatiente de Chaco, me contó historias de 40 años que yo ni me imaginaba».
Consultado sobre esta historia, Scévola explica: «Hay uno de los ataques, que cuando él estaba en el lugar, hacen un reconocimiento de heridos, y a él no lo encuentran y lo dan muerto. Avisan al Batallón V de Malvinas y le dan la noticia a los padres de que murió, cuando en realidad no fue así».
Por eso, «cuando llega al Batallón V, nadie le da importancia porque atendían a los heridos más graves. Pasaron los días y él preguntó por qué no lo atendían. Cuando dijo su nombre no lo podían creer porque figuraba en los muertos. Luego hacen un telegrama de puño y letra de él y les mandan a sus padres que estaba vivo».
«Cuando volvimos le dijo al padre ‘acá está tu grandote’. Se refleja esa gracia de que todo llegó a su final, y que muchos volvimos en vida. Marcados por las experiencias, sí, pero en vida», finaliza Scévola.
Aníbal Díaz
A su vez, La Prensa Federal mantuvo diálogo con Aníbal Díaz, otro de los Veteranos de la Guerra de Malvinas originario de Concepción del Uruguay.
«Al ser integrante de la Fuerza, yo estaba en la Infantería de Marina y era conductor de vehículos anfibios. Yo integré y fui parte del Operativo Rosario y nuestra tarea era recuperar el territorio. Lo que paradójicamente resulta es que nosotros no sabíamos donde íbamos. Zarpamos al mediodía el 28 de marzo, teníamos la orden de alistarnos, pero no sabíamos por qué, ya que el Almirante Busser no nos decía», comienza Díaz.
Luego, «zarpamos con una fracción del Ejército que resultó ser el Coronel Seineldín, que pertenecía a nuestra ciudad. Teníamos 24 horas ya navegando, y el 1 de abril en horas de la tarde, que nos reúnen en el buque y nos informan las tareas del día 2, que significaba el desembarco en Islas Malvinas. Nos decían que íbamos a recuperar un territorio que nos pertenece y ha llegado la hora de poner en práctica todo aquello para lo que nos preparamos».
«No tuvimos tiempo ni de reflexionar, unas horas después ya estábamos en Malvinas»
Aníbal Díaz, Veterano de Malvinas.
«Busser nos recalcaba que íbamos a recuperar el territorio que nos pertenecía, por lo que los habitantes de ese territorio eran considerados argentinos, entonces nosotros teníamos que respetar la propiedad privada y la integridad física de cualquier habitante», en referencia a los Kelpers.
Sala Evocativa de Malvinas: Un espacio tan necesario y valioso
Este último viernes, La Prensa Federal se hizo presente en la Sala Evocatoria de Malvinas, ubicada en el primer piso de la Casa de Urquiza -hoy en día, el Correo-, en Galarza y 25 de Mayo. Allí, dialogó con Isidoro Rosendo Torres, otro de los Veteranos uruguayenses.
Mientras Rosendo recorría y mostraba el lugar a los cronistas de La Prensa Federal, contaba que «la réplica del cementerio de Darwin la hicimos con la hermana del Cabo Julio Benítez, que luego del fallecimiento, ocupó su lugar en Prefectura. Benítez falleció en el hundimiento del Guardacosta GC 83, luego de que el barco sea alcanzado por un proyectil lanzado por un avión».
A su vez, Torres agrega que «ese buque tiene una historia muy particular, ya que su tamaño no era el adecuado para navegar las aguas del Atlántico Sur».
Según el Veterano, «cada uno de nosotros tiene su partecita en el museo. En el 2012, Monzón -Veterano uruguayense- pudo recuperar y traer su traje de agua con su poncho. Estuvo en su trinchera en la cual defendió su posición, junto con los cartuchos y la turba, que son pequeños trozos de madera que usábamos como calefacción, y que en aquél entonces se implementaba en las casas del lugar».
En relación a los Kelpers -habitantes de Malvinas-, Torres indicó que «Nosotros siempre tuvimos buen trato, ya que por órdenes directas no nos podíamos meter en propiedad privada. Los tres habitantes de la zona que murieron, fueron en manos de los ingleses, por un error de cálculo de ellos».
Sobre el trato por parte de los británicos para con los prisioneros argentinos, Torres señala: «como prisioneros nos trataban como lo que éramos, prisioneros de guerra. Nos metían a un camarote que era para cuatro, pero nosotros éramos seis. En ese lugar perdí el sentido del tiempo, no sé cuántos días o semanas estuvimos, porque era una luz blanca sin luz natural».
Luego, «nos llevaban al comedor, y cuando salíamos, los ingleses nos prendían un pucho a los que fumábamos, y a los que no, regalaban un chocolate. Ahí tuvimos un cierto agarre con ellos. Cuando yo salía conocía mejor el barco que ellos, era increíble. Y así tratamos de entendernos con ellos, fue un buen trato. Si bien la comida no era espectacular, era comida.
«Nosotros en Malvinas aprovechábamos la marea baja y comíamos mejillones, calamar, albatros, lo que sea. Algunas veces no comíamos. Había que arreglársela como a de lugar».
Isidoro Rosendo Torres, Veterano de Malvinas.
Cuenta Torres que «comencé a luchar en Monte Longdon y tuvimos que hacerle el aguante a un grupo de soldados que habían quedado ahí. Yo no peleé en la trinchera, lo mío era la comunicación. Yo lo que llevaba en ese momento para defenderme era una 45 y una granada».
«Tenía el equipo de comunicación, pero lo llevaba uno de los tres que estaban conmigo. A veces había que soltar la mochila porque los proyectiles caían cada vez más cerca. En su momento me acuerdo que pensábamos que moríamos en cualquier instante», cuenta el Veterano.
«No había que dudar porque te quedabas quieto y fuiste, yo tenía 19 años en ese momento, y así y todo, yo sabía que los que estaban conmigo no sabían disparar porque yo les enseñé».
Isidoro Rosendo Torres, Veterano de Malvinas.
Además, admite que «nosotros, acá en el país, teníamos morteros de largo alcance y movibles, porque eran con goma y taco, pero eso nunca nos llegó a Malvinas, fuimos con armamiento liviano. Llevamos cañones con un alcance de 5 o 10 kilómetros, no llegábamos ni cerca de la flota inglesa, y ellos tenían cañones de 20 kilómetros».
Y explica que «los cañones que tenían ellos, cuando caían cerca, date como muerto por seguro. Si no te mata la esquirla, te mata la onda expansiva, así caiga al lado o a una cuadra y media. Teníamos la orden de abrir la boca cuando veíamos estos proyectiles, porque así la onda expansiva salía de tu cuerpo».
Guillermo Carmona
A su vez, La Prensa Federal dialogó con Guillermo Carmona, quien es el Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería Argentina.
Carmona indicó que «estamos ante un aniversario más del conflicto del Atlántico Sur, todos los años conmemoramos el Día de Veteranos y Caídos en la Guerra, este año es especial porque se cumplen 40 años del conflicto bélico que tuvo como protagonistas a nuestros jóvenes combatientes».
Según Carmona, «consideramos que es una oportunidad muy importante para seguir bregando por la soberanía nacional sobre un territorio que nos fue usurpado, y por el otro para reconocer y expresar el afecto y homenaje a los caídos en la guerra y a quienes combatieron allí, que cumplieron con la Patria. Ellos no decidieron la Guerra y merecen todo nuestro respeto y consideración».
El Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería Argentina señala que «hemos vivido en la Argentina una etapa de ‘desmalvinización’, la primera por la propia Dictadura que buscó silenciar a los combatientes, lamentablemente hemos tenido esto en plena democracia, incluso podemos decir que aún con gobiernos malvinizadores, siempre hay expresiones de buscar olvidar y relativizar la reivindicación de la soberanía».
Carmona luego destaca que «los combatientes han tenido un papel fundamental para mantener la llama de las Malvinas encendida. Han asumido el compromiso en las escuelas junto a docentes para seguir hablando de la soberanía y compartiendo su experiencia de vida, y eso fue un factor fundamental para que haya perdurado este sentido de pertenencia con Malvinas y las demás islas y mar que rodea a nuestro territorio».
Como resultado de esto, «es impresionante recorrer el país, en cada pueblo y ciudad, y siempre podemos ver algún vestigio de soberanía relacionado a Malvinas, o los combatientes, o nombres de soldados. Múltiples expresiones en murales también, que dan cuenta de que Malvinas no solamente es prioridad en la política, sino que también es una causa que nos une como argentinos, y con aquellos hombres y mujeres que con buena fe sostiene una posición de lucha contra el colonialismo».
Carmona añade: «pongo en valor que fue un gobierno de nuestro signo que avanzó en el reconocimiento en la pensión honorifica de Veteranos de Guerra, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se mejoraron las condiciones de vida de muchos hombres y mujeres que participaron en el conflicto y esto dio lugar a la implementación de medidas en favor de aquellos que sufrieron secuelas físicas o psicológicas».
«Estas reivindicaciones que tuvieron que ver con las condiciones económicas o de salud, se trasladaron al campo del reconocimiento de la jubilación anticipada. Yo puedo dar cuenta del compromiso desde el Congreso Nacional para con este ítem», agregó.
Finalmente, Carmona puntualizó: «por otra parte, hay que recordar que el gobierno de Macri vetó el artículo que reconoce dos mínimas para quienes se jubilen como Veteranos de Guerra y estamos en proceso de recuperar. Hay mucho más por hacer, el reconocimiento no tiene que ser solamente simbólico, sino que debe ser efectivo».
Los Veteranos y Caídos uruguayenses
Fallecidos en combate
Carlos Misael Pereyra
Luis Iselli
Eduardo Labalta
Julio Benítez
Residentes en Concepción del Uruguay
Ricardo Lucero
Ulises Monzón
Armando Scévola
Aníbal Díaz
Rosendo Torres
Andrés Akrich
Eduardo Parada
Luis Salas Paredes
Héctor San Juan
Ramón Eduardo Martínez
Luis Vañiaux