Sabella, un entrenador que sueña con armar el equipo del pueblo. Su costado militante.
Alejandro Sabella era derecho. Y era diez. En el fútbol, el código secreto del talento se mide por el lado más hábil para patear; los zurdos son los distintos, los elegidos. Era chico y era diez y era derecho y empezó a patear todos los días con la otra pierna, contra una pared. Hasta que Sabella se hizo zurdo. Y más grande, de izquierda.
“Militaba allá por el ’73, cuando estaba en la facultad junto a mis compañeros. Ibamos los sábados a distintos barrios carenciados y trabajábamos en zanjas para levantar paredes, compartiendo jornadas con toda la juventud peronista y el resto de los movimientos populares”, recordó el entrenador de la selección argentina a la revista La Garganta Poderosa en la edición de este mes. No lo dijo en un lugar cualquiera. Sabella eligió el medio y el momento. Su grito de tapa fue ante comunicadores que viven en las villas Zavaleta y 31.
Como un costurero que cose pasado y presente, desnudó su costado político: el mensaje de quien declamó hace casi tres años que quería formar el equipo del pueblo. Una paradoja: al Mundial no llevará al jugador del pueblo. Carlos Tevez se quedó afuera aun con el viento a favor soplado por cierto sector político. Daniel Scioli hasta lo pidió públicamente. Sabella, sin embargo, se aferró a su manual: el todo por encima de las partes. El hombre que se define políticamente como “progresista” lo dejó en claro desde su comienzo como técnico de la Selección: repitió conceptos como “generosidad”, “humildad”, “sentido de pertenencia”. La liturgia peronista al servicio de un equipo moldeado con sus principios. Tevez fue la pieza incorregible.
Nacional y popular. Sabella estudió dos años de Abogacía en la UBA por culpa del fútbol. Si hubiese sido compatible con su profesión, su militancia habría tenido otro epicentro: la Facultad de Medicina. A Sabella le interesaba curar.
Ese espíritu de servicio lo refrendó cuando La Plata fue La Atlántida. Cubierta de agua, la ciudad soportó entre el 2 y el 3 de abril del año pasado su peor inundación. La casa de Sabella en Tolosa tiene dos plantas y fue una minisede para organizar la ayuda; el living donde ve y analiza partidos se llenó de ropa y alimentos para los evacuados. Un sentido práctico para enlazar con la teoría: “Siempre hay que ponerse en el lugar del otro”, dice.
A La Garganta Poderosa le recalcó que “el progresismo es una palabra muy amplia”. Y habló de la distribución de la riqueza, de una sociedad más justa e igualitaria. “Este gobierno es el que más ha pensado en un país más federal, más distributivo, para que puedan tener acogida los que menos tienen”, sentenció.
Sus declaraciones no son teñidas por el medio. En junio de 2012, en Olé le pidieron que eligiera un político. “Néstor Kirchner”, dijo. Aunque a principios de ese mismo año había señalado en El Gráfico que Chacho Alvarez había sido el último referente con el que se había identificado.
Cristina Fernández también forma parte de su colección de estampitas políticas: “No tuve el honor de hablar con la Presidenta. Me gusta políticamente, pero decir que tengo una charla pendiente con ella sería presuntuoso de mi parte”. Sabella busca referencias y milita por un grupo de jugadores que entre junio y julio será la patria. Un equipo unido y organizado.
La bandera. Si los únicos privilegiados son los niños, Messi es la concesión del entrenador que hace cuarenta años colgó en su casa un cuadro de Juan Domingo Perón. El niño mimado de Sabella no habla mucho pero dice demasiado en la cancha y con su actitud. En el entorno del técnico de la Selección cuentan que el diez interpreta la esencia de lo pretendido. Sabella conoce el doble juego: su futbolista fetiche ejercita su ego, pero es solidario; es millonario, pero tiene hambre; es el mejor del mundo, pero prioriza el equipo.
Messi es su Belgrano, el prócer que reivindica: “Allí tenemos la bandera creada por Manuel Belgrano”, dijo el 5 de agosto de 2011, cuando asumió, dentro de la sala de conferencias de la AFA. “El dio todo por la Patria, dejó su sueldo, murió pobre. Es el ejemplo a seguir: el de poner el bien común por encima del individuo”.
Perón y Verón. La placenta de su vida clase media no le impidió conocer la realidad más allá de sus comodidades. En su infancia vivió en Vidt y Paraguay, en Palermo, aunque considera a La Plata como su lugar en el mundo. Desde la capital de la provincia de Buenos Aires dio encendidos discursos cuando Estudiantes festejó un título local y uno internacional. En 2009 tomó el micrófono y en un sincretismo entre Perón y Raúl Alfonsín arengó al pueblo pincha, tras obtener la Libertadores: “Siento en mis oídos la más maravillosa música… la casa está en orden”. Un año más tarde, con la obtención del Apertura, salió al balcón del Palacio Municipal: “Somos un grupo de jugadores hermanados en la solidaridad. Estudiantes, una vez más, es Estudiantes de la patria”.
La identidad es lo intangible. La obsesión de un hombre y esa búsqueda definen a Sabella. Alguna vez lector de la revista El Descamisado, el técnico nac & pop nació en 1954. Recuerda la proscripción del peronismo y la convivencia “con esa cultura popular, el Perón vuelve, Perón vive. Esa escritura en las paredes”.
Cuando se fue de Estudiantes, Juan Sebastián Verón lo subió al bronce: “Es uno de esos personajes que quedan grabados en la historia del fútbol”. Sabella quisiera que no fuera sólo por los resultados deportivos.
Convicciones. En el pizarrón hay nombres; nombres de desaparecidos en democracia. Julio López, Luciano Arruga y Marita Verón son casos emblemáticos que Sabella marca con una tiza. En esa producción de la publicación integrada por 15 asambleas villeras, el DT habla, también, de los desaparecidos por la última dictadura: “Viví parte de esa militancia y siento que ellos han formado parte de una juventud idealista que pensaba en un país mejor y que trabajaba a beneficio del prójimo”.
Con esa impronta, trató de moldear a la Selección que en el Mundial de Brasil será la patria. La patria que Sabella abrazaba en los 70.
Una semana en la que habrá bajas
Sabella tiene más jugadores que días por delante para el comienzo de la Copa del Mundo. A 24 días del partido inaugural (Brasil-Croacia, en San Pablo), el entrenador cuenta con una lista preliminar de treinta futbolistas.
Este martes habrá un corte que se acercará al plantel definitivo: el DT trabajará con 25 o 26 futbolistas desde el lunes 26 hasta el 2 de junio, día en que se confirmará quiénes son los que tienen pasaje para Brasil.
La selección argentina jugará dos amistosos antes del Mundial, donde debutará, el domingo 15 de junio, contra Bosnia, en Río de Janeiro. El primero será el 4 de junio ante Trinidad y Tobago, en el estadio Ciudad de La Plata. El otro será el de la despedida ante el público: el sábado 7, Messi y compañía jugarán en el Monumental ante Eslovenia. Ninguno de esos rivales estará en el Mundial.
En principio, en la reducción de la lista quedarían afuera Gabriel Mercado (River), Fabián Rinaudo (Catania), Franco Di Santo (Werder Bremen), Lisandro López (Getafe) y Enzo Pérez (Benfica).
En el trazo final podrían perder su lugar Nicolás Otamendi (Atlético Mineiro) y Ricky Alvarez (Inter) o José Sosa (Atlético de Madrid).
Argentina es cabeza de serie en el Grupo F, en el que además de Bosnia están Irán y Nigeria.
El Mundial de Sabella empieza la semana que viene en Ezeiza, en el predio de AFA.
(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.