El diario Sport da detalles de la (no) relación de Leo con su DT y cuenta que “se llegaron a insultar y amenazar frente a todos”. 
La crisis en Barcelona no da tregua y la grieta entre Lionel Messi y Luis Enrique parece agigantarse día tras días. En su edición de hoy, el diario Sport puso en la tapa un título contundente: “Ruptura, Luis Enrique y Messi ni se hablan”. Y en la nota da cuenta de una relación conflictiva que arrancó cuando llegó el entrenador.
La primera mirada de reojo del mejor jugador del mundo hacia su DT fue en la primera conferencia del DT. “Yo soy el líder del equipo”, aseguró Luis Enrique en ese encuentro con los periodistas. La frase cayó como un baldazo de agua fría en varios jugadores del plantel.
Tras la primera derrota -ante el Celta- como local bajo el mando de Luis Enrique se produjo el primer enfrentamiento entre el entrenador y la estrella del equipo en el vestuario. Según Sport, La Pulga le habría recriminado no haberlo rodeado de los mejores jugadores para su juego.
“A partir de ese momento las relaciones entre Messi y Luis Enrique pueden considerarse enquistadas. Desde ese día técnico y estrella se dejaron de hablar. Dos personalidades con carácter fuerte que chocaron y nadie en ese momento supo reconducir la situación”, publicó el periódico español.
Pero el peor momento de la relación llegó el pasado viernes 2 de enero, el día que Messi volvió de sus vacaciones. En un entrenamiento abierto para familiares y amigos de los jugadores, Luis Enrique y el crack argentino -según Sport- se “insultaron frente a todos, con frases altisonantes y ofensivas y amenazas”.
En el vestuario tras la derrota ante la Real Sociedad llegó el segundo round. Messi le recriminó haberlo dejado en el banco y haberlo puesto en el segundo tiempo -el equipo ya perdía 1-0- para intentar salvar al equipo.
La Pulga faltó al entrenamiento de Reyes, en España aseguran que el DT quiso sancionarlo pero lo frenaron y los rumores de una posible salida del capitán argentino al Chelsea o al PSG son cada vez más fuertes. En Barcelona, los dirigentes lo tienen claro: si hay que elegir entre uno y otro, Messi es el que manda.