El sueño de la pesadilla recurrente

El sueño de la pesadilla recurrenteHace apenas 10 días Gustavo Bordet anunció el adelantamiento de las elecciones provinciales y municipales en Entre Ríos. Aunque no era ninguna novedad, marcó una aceleración que este fin de semana puso quinta a fondo.

El PRO decidió en su congreso que el Ministro Rogelio Frigerio o el intendente de Basavilbaso, Guatavo Hein, serán los candidatos a la gobernación por ese espacio en Cambiemos. Casi simultáneamente, el Congreso radical reunido en Paraná anunciaba que la conducción del máximo órgano partidario quedaba en manos de la corriente Illia, de Atilio Benedetti. Ergo, todos suponen que será el candidato radical.

En la previa, Frigerio se reunió con el intendente de Paraná Sergio Varisco, procesado en una causa por narcotráfico pero dueño de los votos de su territorio. Nadie quiere que el jefe comunal del principal distrito electoral de Entre Ríos quede fuera de la estrategia en 2019, pero lo cierto es que, de ocurrir, el hecho beneficia a muchos, entre otros, a Atilio Benedetti. Se sabe que “pescao” Varisco no es hueso fácil de roer, junto a su familia ha dado combate en innumerables procesos internos y mantiene aceitados los canales heredados de su padre Humberto Cayetano. Frigerio lo sabe.

Será difícil de convencer, sobre todo cuando ha demostrado que no  teme presiones de la justicia ni el poder político. Conoce el paño y sabe que a nadie lo trajo la cigüeña. Es más, en la semana, el voltaje de la interna justicialista en Paraná fue de tal magnitud que desde el propio palacio municipal se motorizaron algunas acciones dirigidas a intervenir en ese carnaval de operaciones que despliegan las oficinas públicas.

Retórica de la imagen

Casi como condición, el arribo de Jaime Durán Barba al escenario político argentino, de la mano de Mauricio Macri, ha marcado en los laboratorios donde se cuece la vida partidaria la necesidad de construir proyección a través de la imagen. Lo hacen todos aunque, vale la pena aclararlo, algunos ostentan escaso volumen de masa crítica. Desde que la foto compone la parte esencial de la nota periodística, el contenido transita su debacle. Incluso la repetición ha dado margen para categorizar tipologías, como la del dedo sanmartiniano apuntando donde sea: una canilla recién inaugurada, un plan de viviendas, un puente roto o la nariz de un niño.

Hay fotos que destrozan ideologías, como la de Alberto Fernández junto a Bordet, Lauritto Cresto y Piaggio, minutos antes de subirse al micro que lo traería al acto del kirchnerismo en Villaguay. Un cristinista paladar negro decía ayer: “es de masita”, por Sergio Massa, obvio. Lo cierto es que estuvo en el palco de la Ciudad de Encuentros, junto a Sergio Urribarri, José Luis Gioja y julio Solanas, entre otros. No habló. Sólo era necesario para la foto.

Correr para no llegar

Que son varios los interesados en el sillón que dejará José Lauritto, no es ninguna novedad, aunque determinar cuáles de ellos quiere realmente ocupar el puesto, es asunto que merece un poco más de atención. Hay quienes lo hacen para ganar tiempo mientras preparan el escenario de una estrategia a futuro. Otros, como el tero, gritan en un lado, pero tienen el nido en otro.  Hay también quienes no disimulan su interés por la legislatura provincial, en privado, claro y presionan a los candidatos con chances verdaderas, a este momento dos en el peronismo y uno en Cambiemos, para conseguir ese lugar.

En el ámbito provincial ocurre algo parecido. En el entorno de la fórmula a la gobernación aparecen media docena de precandidatos, aunque algunos sólo desde el punto de vista casi testimonial y no todos corren para llegar. Si, como es probable, el peronismo cierra su unidad con la táctica de la autonomía caudal, como premisa para salvar el todo, la discusión se centrará en los porotos de cada cual. En Cambiemos la cosa es más dificultosa. Los radicales, suelen despertar con una pesadilla recurrente: sueñan que duermen con el enemigo. La cercanía de Frigerio con el PJ crispa las reuniones en los comités y genera una presión hacia los órganos partidarios que, a veces, se hace insostenible.