Vecinos que se pelean entre ellos porque sacan la basura fuera de horario, o en lugares que no corresponde. La Municipalidad limpia terrenos y después camiones contratados por la misma comuna arrojan basura allí. La cada vez más difícil tarea de la concientización para un ambiente saludable y una ciudad limpia.
Desde estas páginas se ha dedicado un importante espacio a una problemática que parece lejos de resolverse: la concientización sobre los residuos y los espacios públicos. La proliferación de los minibasurales no encuentra una solución ni en el corto, ni en el largo plazo. Parece cada vez más difícil llegar a las conciencias de algunos vecinos que arrojan basura al pie de los carteles plantados por la Municipalidad que indican justamente esa prohibición. Personas que dejan sus residuos en las esquinas, donde generalmente viven sus propios vecinos, también es una imagen que se suele repetir en la ciudad y que genera problemas de convivencia. Pero en esa lucha contra nosotros mismos, hay ejemplos que realmente llaman la atención. Un vecino se comunicó con La Prensa Federal indicó que entre viernes y sábado dos camiones de las cooperativas sociales contratadas por el municipio (un Mercedes de chasis blanco y un Bedford color rojo) arrojaban restos de ramas, barrido y bolsas de basura, descargando en la Avenida Tavella y en el sector norte del Parque de la Ciudad. Justamente en esa zona donde máquinas y camiones de la Municipalidad habían estado trabajando semanas atrás para la limpieza del espacio público. Hasta una cuadrilla de Areas Verdes había estado trabajando para acondicionar toda esa área y también un grupo de vecinos en el marco del Presupuesto Participativo se encuentran trabajando allí. Se trata de dinero invertido por la Municipalidad para limpiar y mejorar el espacio, y a su vez, camiones contratados por la misma Comuna arroja los residuos allí sólo dos días después.
Sin dudas que la orden de las autoridades municipales apunta a la mejora del parque, y el transportista que arrojó residuos allí lo hizo tal vez buscando ahorrar costos de traslado, ya que la mayoría de los camiones llevan la basura a los lugares de disposición correspondiente: los residuos sólidos urbanos a la planta de Talita, y el barrido y las ramas a los lugares de relleno. Lo cierto es que no todos cumplen como corresponde, y los que pagan las consecuencias son todos, incluida la municipalidad, que paga para limpiar, y paga un servicio que termina ensuciando lo que limpió.
Este círculo vicioso se ve también en la vida cotidiana barrial, ya que es difícil que haya una manzana de la ciudad donde no haya un vecino al que no le importe nada ni la ciudad ni el medio ambiente, y haga caso omiso a todos los pedidos de colaboración. «Parece a propósito, tenemos un vecino que el único día que saca la basura es el sábado, justamente el único día que no pasa el camión recolector», señaló una mujer en barrio Los Tanques. Otro hombre cerca de la zona portuaria, está cansado de pelearse con un mal vecino que hace media cuadra para dejar las bolsas en la esquina: «me deja la basura en mi vereda, al alcance de los perros y si los perros desparraman las bolsas el camión no las lleva y queda la mugre en mi casa. Claro, pero él se saca el problema de encima, es como que una vez que la basura está afuera de su casa, ya no es más problema suyo», cuenta.
Historias de este tipo hay en todo lugar. También es un problema aquellos carritos que a cambio de algunas monedas se llevan la basura para arrojarlas en otro lugar. El problema es que generalmente ese lugar no es el apropiado, y entonces también hay responsabilidad compartida allí. Como señalábamos, se trata de un problema que no será de fácil solución, porque se trata de concientización, de cambios de conductas y de acciones que sin medidas más drásticas parece difícil de lograr.