La crisis que viven algunas empresas avícolas de la ciudad, ha desnudado la presencia real que tiene el arco político local, en una cuestión trascendental para la economía de la zona. Las acciones han venido casi siempre de la mano de pronunciamientos mediáticos, pero cuando se hace necesario sumar fuerzas para sacar adelante un tema en el que debe involucrarse al Estado nacional, generalmente se echa mano a contactos prestados. En pocas horas, una trouppe de funcionarios
provinciales se pondrá a la cabeza de un par de reuniones con las más altas esferas de la administración de Cristina Fernández. Sergio Urribarri, cabeza de la delegación, deberá jugar en esa instancia obligada, cartas guardadas quizá para otro tiempo político. Todo el mundo conoce el significado de adelantar favores a cuenta de mayor suerte, lo que vuelve riesgosa cualquier maniobra en época electoral. Desde que alguien aconsejó a la Presidenta subirse a una cosechadora bastante floja de papeles, las iniciativas de este distrito sobre la Rosada pasan por el escáner del entorno, sobre todo por parte de quienes desean poner freno al sueño entrerriano, lanzado en el escenario de las legislativas de octubre. Nunca un conflicto resultó tan inoportuno, como la llegada de esta crisis financiera en la avicultura justo en momentos en que se juega parte importante de aquel sueño. Porque si bien nadie discute a esta altura que la Presidenta tendrá buena cosecha en octubre, la necesidad de una respuesta electoral contundente juega la chance de otra reelección. Llegar a Buenos Aires con un problema en la agenda, que por otra parte pega de lleno en la línea de flotación de la estrategia sobre el dólar, puede resultar, al menos, inconveniente.
Dormir con el enemigo
Los radicales entrerrianos asisten al renacimiento de la histórica Lista 3 y la recorrida por el territorio provincial ha cargado de optimismo a muchos dirigentes. Pero en cada ciudad, sin embargo, las discusiones sobre pequeñas vicisitudes centradas en los nombres por encima del momento, restan presencias que en otras oportunidades le han arrimado caudal electoral y compromiso político. La llegada de Ernesto Sanz a la costa del Uruguay, con una fugaz visita a Paraná, puso en evidencia parte de esa incómoda realidad. Tanto que, siendo un dirigente extraño a estas latitudes, se atrevió a pedir que «busquen el adversario fuera del partido», algo desacostumbrado en la fuerza centenaria, donde suele cuidarse ese detalle hasta el aburrimiento. Sobre el mediodía del jueves, la euforia desatada en la confitería donde se realizó la rueda de prensa, contrastó con la ausencia de grupos enteros de radicales que suelen frecuentar el Comité Departamental y que le dieron la espalda al evento, privilegiando algún enojo singular, marcado como inoportuno por aquellos que ponen el interés general por sobre la discusión doméstica.
Enojos en AGMER
Los docentes agrupados en AGMER decidieron en un congreso de inocultable rispidez, aceptar la propuesta del gobierno entrerriano, que sirve para cerrar el frente gremial de Sergio Urribarri hasta fines del corriente año. Pero fueron muchos los dirigentes, especialmente de las ciudades más pequeñas, que se fueron masticando bronca porque consideraron que no se había respetado del todo el mandato de las bases. Algunos, incluso, fueron un poco más lejos y se atrevieron a identificar a un par de amigos del entorno urribarrista, que votaron por la afirmativa, cuando tenían mandato de hacer todo lo contrario. Cuando la acelerada votación consolidó finalmente la necesidad de Urribarri, era tarde para pronunciamientos. De todos modos, se dice que la decisión traerá cola y que el pase de facturas será fuerte en el próximo encuentro.