La estudiante de enfermería, de 24 años, trabaja en la UPA de Avellaneda. "Es una grosa", dicen sus compañeros.
Más allá de la fama mediática que adquirió luego de consagrarse ganadora de la primera edición de MasterChef, Elba Rodríguez trabaja sábados, domingos y feriados en la UPA (Unidad de Pronta Atención) de Avellaneda, en el área de Admisión.
Las UPA son centros de salud a mitad de camino entre una salita sanitaria y un hospital, modernos, bien equipados y especializados en emergencias. Las mandó a construir Daniel Scioli hace cuatro años, a partir de una idea que había visto en las favelas de Río de Janeiro.
Hoy ya son siete las construidas en distritos bonaerenses. Abren todos los días las 24 horas. Cuando comenzó a funcionar la de Avellaneda, Elba, que tenía 21 años, se anotó como administrativa. Eligió el área de admisión, así que es la primera persona que atiende cuando uno llega a la UPA. “Es que me gusta el contacto con la gente y para atender a los enfermos hay que tener un carácter positivo”, confiesa a banoticias.com.
Elba trabaja de noche los sábados, domingos y feriados. No se lamenta, al contrario, porque para ella “quejarse es perder el tiempo y el tiempo es algo muy valioso”, dice.
En una final que Mariano Peluffo calificó cientos de veces de “electrizante”, esta hija de una pareja de inmigrantes bolivianos ganó, el 27 de julio pasado, 250 mil pesos, una beca en prestigiosa escuela de cocineros y la edición de un libro con sus recetas. Sin embargo, ella dice que seguirá trabajando en la UPA Avellaneda que atiende unos 7.000 pacientes por mes, casi 4.000 mil, chicos. Asegura que seguirá estudiando enfermería, como lo hicieron sus dos hermanos mayores, que ya se recibieron y trabajan de eso.
Amanece en la UPA. Llega una mamá con el nene en brazos. Elba le toma los datos. Es cordial y se concentra en lo que hace. Entre el apellido y el documento la mujer no se aguanta y le dice “después me firmás un autógrafo“. Desde que está en la tele situaciones como esa son moneda corriente.
“Estamos muy orgullosos de contar con Elba que, de algún modo, representa a muchos trabajadores anónimos que engrandecen la salud pública de la Provincia. Y todos sabemos que el recurso humano es lo más importante que podemos ofrecer a quienes están enfermos”, dice el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, que a raíz de la difusión mediática del reality conoció a Elba y la llamó para felicitarla.
Si Elba hiciera todo lo que le piden sus compañeros de la UPA Avellaneda no podría atender a ningún paciente: estofado de conejo, sopa de maní, tortas caseras, lasagna. Le piden al paso, como si fuera un restó ambulante, y ella dice que sí a todo.
“Ya nos hizo arroz con pollo y varias tortas, es una grosa”; dice Juliana, una de sus compañeras del sector admisión. Cuando ve cámaras y periodistas para entrevistar a su compañera se agita, quiere hablar, no tanto por afán de protagonismo sino más bien porque quiere decir cuánto admira a Elba al punto que se le llenan los ojos de lágrimas: “Es de otro mundo: yo llego los lunes a las 7 de la mañana y ella estuvo despierta toda la noche atendiendo ¿Podés creer que te hace chistes? Tiene un humor envidiable y si te descuidás, antes de irse te hace una torta”.
A Elba le enseñó a cocinar su mamá. Desde los 9 años tuvo que hacerse cargo de la cena familiar porque sus padres trabajaban. Pronto le tomó el gustito al asunto y su madre asumió que la habían destronado porque ahora la cocina era el reino de su hija menor. Por eso este año le insistió para que vaya a la tele.
“Cuando me dijeron que convocaban para MasterChef pensé que era para gente que había estudiado cocina, eso me dio un poco de rechazo”, confiesa ahora. Pero después supo que era un concurso amateur y se anotó.
Dice que no pensaba ni remotamente en llegar a la final. Pero fue más allá. Y encima, era la candidata del pueblo. Pero, ¿por qué vos, Elba? ¿Cuál es tu secreto? “No sé… en realidad me parece que les gustó que yo no renegara, renegar no sirve de nada, te oscurece el alma”, explica.
Cuando se le pide un secreto culinario revela que en cada plato hay que arriesgar algo, jugar con los condimentos y tener siempre a mano la nuez moscada. A la hora de los consejos responde: “La primera vez que hacés algo no te sale del todo bien, pero hay que seguir, no bajar los brazos“. Filosofía para la cocina… y para la vida.